15 - No tienes un anillo, pero yo sí

473 63 102
                                    

 A regañadientes Alex aceptó quedarse una noche más en Connecticut, pues Nicky había puesto como excusa lo cansada que estaba del viaje y que Alex no estaba en condiciones de conducir, pero a decir verdad eso era solamente una oportunidad más que quería darle a la rubia de recapacitar y luchar por el amor de su vida.
Incluso Nicky que las había molestado tantas veces, sabía que ese par eran perfectas una para la otra, pues incluso en la necedad y estupidez ambas congeniaban.

Y por supuesto que Piper no iba a quedarse de brazos cruzados, oh no, ella había estado siendo motivada por sus hermanos para luchar por Alex en vez de soltarse a llorar el resto de la navidad.
Así que, luego de que todas sus llamadas se fueran directamente al buzón de voz de la pelinegra y sus mensajes ni siquiera fueran recibidos, tomó todo el valor que le fue posible reunir y llamó a Nicky a primera hora de la mañana, esperando ya una reprimenda de su parte, pues sabía que se la merecía por completo después de las estupideces que había hecho no solamente en la cena de la noche anterior, si no durante toda esa semana en la casa de sus padres.

— ¿Qué quieres? — le respondió Nicky con demasiada aspereza aunque por dentro estaba saltando de alegría de que la rubia diera señales de interés por su mejor amiga. 

— Necesito saber si aún están aquí... — titubeó — Tengo que ver a Alex, necesito verla. 

— Oh, ¿en serio? —  se burló — Porque ayer con tu teatrito de heterosexualidad no parecía eso.

— Sé que jodí las cosas y entiendo que estés enojada también conmigo, pero Alex es mi vida entera y si no quiere volver conmigo al menos quiero la oportunidad de disculparme.

— Voy a entretenerla todo lo que pueda, pero te aviso que estamos por salir del hotel. Encuéntranos en alguna gasolinera camino a Nueva York, ya te he enseñado cómo rastrear un teléfono.

La pelirroja ni siquiera aguardó a saber la respuesta de Piper, pero estaba segura de que ella no se negaría, después de todo, ¿quién desperdicia una segunda oportunidad cuando de verdad quiere conseguir algo?
Nicky sabía bien que Piper de verdad estaba desesperada por hablar con Alex, y comprendía a la perfección lo cabeza dura que su mejor amiga podía llegar a ser y por eso mismo es que estaba moviendo las piezas para darle una opción más a la rubia, puesto que se estaba haciendo trizas por remediar lo que había ocasionado y sin ayuda de Nicky, difícilmente la pelinegra iba a dejar que la encontrara o al menos a escucharla, puesto que sabía bien el poder que tenía sobre ella.

Cuando Alex salió de la ducha, apresuró tanto a Nicky para que se marcharan que ni siquiera le dio oportunidad de pedir servicio a la habitación y ordenar un desayuno, pues tenía urgencia de largarse de Connecticut cuanto antes y no volver a poner un pie en esa ciudad que tantos malos ratos la había hecho pasar.
Y por supuesto que aquello le daba una enorme ventaja a Nicky, pues alegando que estaba hambrienta, se detuvo en la primer gasolinera que encontraron en el camino donde se decidió a hacer más tiempo esperando que la rubia se diera la prisa necesaria para encontrarlas ahí, aunque no podía asegurar que lo lograra, pero quería darle un poco de tiempo.

— Hey, Morticia... — la llamó desde uno de los pasillos de la pequeña tienda en la estación de gasolina donde sostenía un par de paquetes de frituras enchiladas — Escucha estos ingredientes: maltodextrina, extracto de levadura autolizada, colores artificiales rojo alura, amarillo crepúsculo, amarillo 6, amarillo 5... Porque obviamente todos los putos amarillos saben diferente. — se rio mientras Alex se acercaba a ella con cara de pocos amigos — ¿Sabes? Estoy asqueada del veneno que estas corporaciones hacen pasar por comida. Aún así llevaré ambas porque el veneno es delicioso.

— ¿Quién está con los animales? —  dijo la pelinegra de pronto como si no hubiera escuchado el monólogo de su amiga sobre los ingredientes en las frituras.

FELIZ NOVEDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora