Capítulo 9. ¿Qué hace él aquí?

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—¿Cuándo piensas decírselo a Liam? —pregunto la rubia a su amiga llegando al aula.

El desayuno con Hiccup fue demasiado estresante para la pelirroja, era como haber comido con un niño de tres años. Solo se reía y se burlaban de ella en todo lo que podía; no podía creer que él era uno de los tres primeros. Así que dos días a la semana, ambos chicos concordaron en reunirse a desayunar y no tener que levantar sospechas a nadie, actuar lo más cercano a una pareja. Y apesar de odiar el comportamiento del castaño, se sintió aliviada de poder verlo comer algo.

—No sé si sea buena idea. Liam es como un hermano mayor para mí y si se lo digo posiblemente se volvería loco; es algo reservado en ciertos aspectos.

—Hoy pregunto por ti.

—Se lo diré mañana, no te preocupes.

La clase siguió el como de costumbre, aunque en ningún momento la pelirroja tomo atención porque deseaba volver a casa a dormir. Había días en los que el castaño se encontraba en casa, este era uno de ellos, posiblemente podrían irse juntos pero ya había sido suficiente soportarlo la mañana de hoy.

La chicharra sonó y no espero ni un segundo para guardar todas sus cosas. Pero noto que una chica de primer año se acercó a ella para entregarle una hoja e irse. ¿Qué estaba pagando ahora?

"Necesito hablar contigo en la terraza. — Anónimo"

Esto debía ser una mal chiste.

—¿Qué dice? —menciono Rapunzel para que la pelirroja le entregará aquella nota— ¿Piensas ir?

—No lo sé, no tengo humor para que me derramen su malteada sobre mi.

—Podría ser importante, Jack y yo esperaremos la más cercano para cuidarte, si así lo deseas.

La pelirroja se encontraba agotada pero tampoco tenía ánimos de volver tan pronto al departamento, así que asintió. Fue solo cuestión de segundos que la chica se encontraba en la terraza con sus amigos ocultos cuidandola. Era un lugar bonito, no siempre la gente venía a aquel lugar porque no se escuchaba la chicharra y el tiempo jamás parecía pasar; posiblemente desayunaría aquí con el castaño la próxima vez.

—¿Merida DunBroch? —hablo una voz detrás de ella arrebatandola de sus pensamientos.

Se trataba de un chico casi de su estatura, le sacaba diez centímetros más que ella. Tenía una cabello pelinegro que lo hacía destacar, algunos mechones rojizos caían por su cabellera rebelde. Estaba tan nervioso que no podía soportar los ojos azules de la chica.

—¿Tú querías verme? —por lo menos no se trataba de las chicas del club de las admiradoras. Él asintió nervioso para inclinar su cuerpo extendiéndole una carta.

—Merida, no sabes lo mucho que me gustas, hazme el favor de aceptar mis sentimientos —exclamo tan rápido con la cara roja de nervios que no era capaz de verse.

La pelirroja únicamente quedó inmóvil ante aquellas palabras, jamás nadie se le había declarado en su vida y no sabía que responder. Cada segundo que pasaban eran eternos para el pelinegro, sintió como la mano de la chica caía en su hombro.

—Sam ¿verdad? —alzo la mirada para verla sonreír—. He escuchado de ti, toda la escuela te llama como el Don Juan de segundo año. Aunque tu intensión sea buena, yo no te conozco y jamás hemos hablado; al igual que yo tengo pareja. Perdona por no corresponderte.

—¿Entonces es cierto? —musito el chico tomando asiento en una banca cerca junto a la chica— Como nadie los veía juntos a ti y a Hiccup, todos pensábamos que no era verdad. Con razón mis amigos me dijeron después del descanso que no lo hiciera. Actúe como un tonto.

Mericcup: Viviendo con el enemigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora