Capítulo 10. Mal día

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Ya era fin de semana, el día más esperado para la pelirroja. Estos dos días no veía, con suerte, al castaño que llegaba a altas horas de la noche a dormir al departamento; así que técnicamente era para ella sola. Así que podía lavar su ropa sin miedo a que cierto chico viera su ropa interior.

Siempre se había considerado una chica desordenada y dejaba su ropa por doquier, pero desde que comenzó a vivir con aquel chico se vio obligada a ser mas ordenada. Era una de sus tontas reglas que había establecido.

Después de lo que sucedió ayer, Liam no dejaba de mandarle mensajes a su celular preguntándole como se encontraba y si aquel chico estaba en casa. Claro que le dijo de la ausencia del castaño en el departamento estos días.

Tantos pensamientos en su cabeza pero lo único que deseaba era un buen desayuno, así que se encontraba buscando algún yogurt en la tienda más cercana y una caja de cereal. Al salir de aquel local, no volteo a ninguno de los dos lados y no era conciente de los sonidos que emanaban a su alrededor; así que no se percató de la motocicleta que justamente pasaba cerca de ella.

Todo paso tan rápido. La pelirroja, de la impresión, se lanzo al suelo antes de ser atropellada y el conductor perdió el control y cayó junto a su vehículo.

—Di- disculpa, no te vi ¿estás bien? —dijo la pelirroja corriendo a ver al conductor que yacía en el suelo. En estos momentos agradecía que era responsable y portaba un casco.

—Por supuesto que no me viste ¿Quién demonios no ve a los dos lados antes de —se comenzaba a quejar aquella persona mientras intentaba quitarse el casco. Pero al momento de ver a la pelirroja, su voz se cortó— cruzar?

Se trataba de un chico con rasgos asiáticos y cabello profundamente negro. Su mirada se desvío a su motocicleta y ver qué a su al rededor se encontraban varios trozos de porcelana esparcidos por todo el lugar. Su furia nuevamente volvió, al ver aquello, y vio a aquella pelirroja.

Hoy había amanecido con el pie izquierdo, seguramente.

Fueron cuestión de segundos para que Mérida se encontrará en el almacén de una cafetería con aquel pelinegro que hacía cuentas en una hoja.

Por lo que había entendido, la motocicleta no había sufrido daños, pero sí lo que transportaba. Aquel pelinegro se encontraba transportando una tipo vasija para un cliente de la cafetería y ahora había quedado destruida en lo absoluto.

—Esto es lo que debes por lo que se destruyó —dijo extendiéndole una hoja.

Al ver el precio sintió como su sangre se le fue a los pies. No pensaba que se trataba de aquella cantidad, era un poco más de lo que pagaría si tuviera el departamento para si sola.

—Yo no puedo pagar esto —susurro la pelirroja.

—Bueno, eso hubieras pensando antes de cruzar sin mirar.

Ni pidiéndole dinero a su mamá ella tendría está cantidad. Tampoco quería causar más problemas; claro que tenía un dinero ahorrado pero eran para las próximas cinco rentas de los siguientes meses. Tantas opciones aparecían en su cabeza, también podría vender un riñón, en este momento comenzaba a estorbarle.

Aquel asiático notó la preocupación de la pelirroja.

—Sabes, puede que exista otro modo. Solo, espera aquí.

La pelirroja hizo lo que le dijo. Aquel lugar tenía un olor prenetante a café, azúcar y leche; un hermoso sabor. Pero ahora no podía pensar en su totalidad en ello, sus tripas le dolían por tantas emociones y nada en su estómago.

El pelinegro volvió a aquel lugar con un mandil —como el que portaba—, un gorro y una red para el cabello. La chica lo vio extrañado, ¿para que era eso?

—Tienes suerte que necesitamos personal. Te propongo un trato: comenzarás a trabajar aquí, claro que tendrás un salario, pero cada mes tendrás que darme una cierta cantidad para ir pagando la vasija. ¿Qué opinas?

La pelirroja lo medito unos segundos. Llevaba en aquella ciudad aproximadamente un mes; el dinero que tenía ahorrado en algún punto se terminaría y tendría que buscar un trabajo. Aunque la idea no le acababa de convencerla, no es como si tuviera otra opción; ella rompió la vasija.

Acepto.

Se colocó aquel mandil, recogió su cabello en una coleta alta y sobre de él puso aquel gorrito que le brindó. Se sentía patética, tenía hambre y ni siquiera traía los zapatos adecuados para un trabajo como este.

Al salir del almacén, pudo ver con mejor detenimiento la cafetería para la que iba a trabajar. Era bonita, tenía un toque oriental en el lugar y la mayor parte del menú se trataban de cafés que jamás había escuchado en su vida y tés. Al igual había un mostrador con pastelillos y algunos panes; mal momento para no haber desayunado.

—¡Tía Cass! —exclamo el pelinegro a una mujer para colocarse detrás de la pelirroja para acercarse a su oído—. Sígueme la corriente.

—Tadashi, no ví en que momento volviste ¿cómo te fue con la entrega para los Jefferson? —hablo una mujer jóven acercándose a ellos dos.

—Estupendo, quedaron fascinados —dijo con una risa nerviosa—. Te quería presentar a... —En ningún momento le había preguntado el nombre a la chica que acababa de contratar.

—Soy Merida, Merida DunBroch, mucho gusto —respondio rápidamente la pelirroja. ¿Qué tenían los chicos que jamás le preguntaban su nombre?

—Merida es amiga de un compañero de la universidad, me dijo que estaba buscando trabajo y nosotros alguien que nos ayude. Espero que no te moleste que la haya contratado.

—¿Tienes alguna experiencia con hacer cafés?

—No, pero aprendo rápido. Puedo encargarme de la limpieza o lo que ustedes deseen, yo les ayudaré.

—Por mi me parece bien, ¿puedes empezar limpiando aquellas mesas?

La chica únicamente asintió y se fue directo a ellas para levantar las tazas de café y las envolturas. La dueña del lugar la veía junto con su sobrino, era una chica ágil y lo dedujo rápidamente.

—Ella es bonita ¿no la habrás contratado porque te gusta? —le susurro la mujer al pelinegro para que el chico se sonrojara y se quejara.


















Holaaaa criaturas!
Perdón por no haber publicado la semana pasada, es solo que la autora no se sentía con ánimos de vivir 😩 Pero hoy les traigo un capítulo más.
¿Y dónde está Hiccup? Nadie lo sabe

Pero no se crean, Mérida igual tiene sus encantos para los chicos aunque no lo crea 👁️👄👁️

Y está no puede ser historia sin mi poderesisimo Tadashi 😭💗 Te amo Tadashi, si a todo, menos al divorcio.

¿Qué opinan del capítulo?
El amor vuelve tontos a todos y a Mérida no fue la excepción.

Nos leemooooos 💗

Nos leemooooos 💗

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Mericcup: Viviendo con el enemigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora