ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 8

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Las pinturas de Gemma estaban algo secas pero Louis las mojaba con un poco de agua y se sorprendía por la variedad de colores desconocidos, tan distinto a la carbonilla improvisada que solía usar. Hacía su trabajo lo más rápido posible para poder sentarse frente a la ventana de la habitación e intentar imitar la belleza del atardecer sobre los jazmines.

A las tres semanas, su habitación estaba adornada con 5 cuadros con diferentes perspectivas del paisaje de su ventana, poco a poco se atrevió a bajar sus lienzos al jardín y comenzó a pintar el invernadero, notando que varias veces a la semana Harry entraba con unos joggins, una musculosa blanca y salía oliendo a transpiración y lleno de tierra, lo que hubiese hecho a Louis fruncir el ceño si no fuese porque quedaba embobado en los brazos tatuados del rizado. Casi sin darse cuenta comenzó a dibujar su rostro, sabiendo que no podía hacerle justicia a su belleza pero intentándolo, lo hacía de noche, encerrado en su habitación para que nadie descubriera lo ridículo que era que le gustase tanto un hombre que ni siquiera lo miraba.

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Harry observaba a Louis pintar desde las ventanas de su habitación, le daba risa la manera en la que fruncía la nariz decidiendo con qué tonalidad de azul pintaría los vidrios del invernadero. Casi sin darse cuenta comenzó a ir cada vez más seguido, solo para observarlo mientras fingía poner insecticida en las orquídeas. Le gustaba verlo así, concentrado, se sentía libre de mirarlo, tan ajeno como parecía a todo lo demás, se sentía un adolescente con miedo a acercarse o mínimamente saludarlo, buscaba alguna excusa válida para poder hablarle pero ninguna parecía lo suficientemente buena.

Maldijo internamente cuando Louis terminó su pintura y volvió a encerrarse en su habitación, no tenía otro momento para mirarlo, lo cual resultaba irónico siendo que trabajaba para él. Harry comenzó a pedirle al ojiverde cada vez más cosas, solo para verlo tocar avergonzado la puerta y dejar su taza de café sobre el escritorio. No se percató de la mirada curiosa de Niall al ver como observaba su espalda mientras este caminaba de vuelta hacia la cocina.

-Así que no era tu futura mujer el que te tenía tan enloquecido.- Río el rubio, sarcásticamente. Sin embargo borró la sonrisa de su cara al ver que su amigo lo fulminaba con la mirada.

-Je ne suis pas gay.- Murmuró con asco en la voz.

-Si nadie dice que lo seas, tranquilo.- Niall frunció el ceño, sabía que Harry nunca admitiría que le gustaba Louis, era terco como una piedra y había sido criado bajo los mandamientos de una iglesia que jamás lo aceptaría.

𝙻𝚊 𝚍𝚘𝚞𝚕𝚎𝚞𝚛 𝚎𝚡𝚚𝚞𝚒𝚜𝚎|𝙻.𝚂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora