Club de Misterios S.A

Max

El sol irradia su fuerte luz sobre nosotros, logrando con tan poco hacer aún más molesto el campamento, es una forma de mis queridos padres para torturarme durante mis vacaciones cada año, ni siquiera pueden innovar un poco. Nunca podré acostumbrarme a este insoportable calor y la alegría tan falsa que rodea a los demás, mientras se ensucian en juegos absurdos y cuentan historias de terror frente a una fogata

Suspiré para volver a fijar mi atención en el cubo Rubik en mi mano, es fácil de resolver, pero gracias a una persona tengo que volver a hacerlo nuevamente.

Es normal que ella haga cosas así, es tan torpe e indecisa, sin embargo, ya no logro molestarme por ello, es tan natural como respirar, me preguntó si es porque me he acostumbrado a su risa molesta envuelta con melancolía.

Cuando pienso en ella, y su cabellera rebelde no puedo evitar sonreír, es estúpido y molesto, pero de algún modo me hace sentir bien.

Despierto, aquello tan solo fue un sueño, quizás un simple recuerdo, no debería importar, después de todo se marchó velozmente. Me levanto de la cama aun con las sábanas envolviéndome, hoy no tengo las energías para enfrentar el día, será nuevamente un día más del montón, a pesar de que es hoy el primer día de clases.

Por lo pronto todo en la mañana es normal, hago lo esencial para prepararme para la escuela, salgo de mi vivienda y al ver que salí un poco antes de tiempo me dirijo a una cafetería que queda a la esquina de donde vivo. Abro la puerta del local y con un tono apagado pido un chocolate caliente para combatir el extraño frío de este otoño.

Es ahí cuando veo en la televisión de la cafetería sobre las noticias de las mañanas, las cuales redactaban sobre varias desapariciones de jóvenes en los últimos días, últimamente los sucesos sobrenaturales se están haciendo notar, incluso para los pueblerinos, con una pequeña sensación amarga terminó mi bebida y dejó un poco de propina para luego dirigirme hacia mi destino.

Cuando finalmente me acerco a la entrada de la escuela siento un aire nostálgico, por un breve momento los recuerdos de mi primer año en esta escuela que desprende una misteriosa aura. Me voy acercando hacia la puerta hasta quedar lo suficientemente cerca para apreciar el emblema plasmado con una gama de diferentes colores, pero que forman una combinación única, cuando finalmente llegó a la entrada lo primero que observo es todo el conglomerado de estudiantes observando el tablón de cursos, como de profesores y asistentes tratando de mantener el orden, cada uno desprendiendo una extraña esencia que los hace único.

Observó el tablón de los cursos, finalmente doy con mi nombre y me dirigió al aula asignada, al entrar al aula 2B oficialmente había comenzado mi primer día de clases, como me es costumbre, me senté atrás justo mi asiento, daba con la ventana, quizás suene extraño, pero es agradable sentir el aire frío. Faltando quince minutos para que el profesor llegue al curso, entra una silueta familiar, esta chica, tiene la misma edad que yo, su cabello es corto y muy alborotado, de un color verde que en mi opinión me recuerdan a las verduras, sus ojos son de color rosa claro y en ellos hay pequeños pigmentos naranjas, sus rasgos faciales son muy detallados.

Solo se trata de Keylin mi compañera, lamentablemente ambos entramos el año pasado, y con pocos meses su objetivo se hizo claro debe hacer todo lo posible para molestarme. Y que más decir, es realmente holgazana, no tengo idea, pero lograba siempre terminar las tareas en el último minuto, su segundo pasatiempo además de molestarme es dormir, pareciera que no es muy inteligente y mucho menos responsable, pero cuando se lo propone resulta realmente resaltante, no por nada se ganó el puesto de entre las mejores estudiantes como la número dos, a la vez se ganó el título de «La bella durmiente»

—¡Hola Max! ¿Cuánto tiempo no crees? — exclama keylin apoyándose en la mesa al lado de mi asiento.

—Nos vimos hace tres semanas, Keylin — hablo con la voz apagada.