Club de Misterios S.A

Ellen II

 Le hablaré sin rodeos, al de ojos rojos. Al día siguiente no pare de seguir al chico de ojos rojos a todos lados, y así continúe por varios días más hasta que el decidido actuar, parecía que Max apenas estaba dándose cuenta de que lo estaba siguiendo para ser el más listo de la escuela es bastante lento, el sujeto se dirigió al club de misterios interceptando a Yumi en la entrada, este finalmente se había quitado la capucha que lo cubría a decir verdad tenía un buen perfil su apariencia podía resultar engañosa, saludo a la chica de cabello azul de una manera encantadora, pero ella no parecía incómoda ni inquietante.

—¿Tu nombre es Yumi, cierto?—le preguntó con una sonrisa que fingía ser amable. Yumi asintió mostrándole también una sonrisa agradable.

—¿Así es, y el tuyo es? — Esta chica no se cuestiona porque él sabría su nombre, suspiro angustiosa.

— Ah, soy Jon — estoy segura de que ese no es su nombre realmente.

— Entonces, ¿quieres unirte al club de misterios? —le pregunta alzando una ceja. Entonces él se recuesta de la pared.

—¿Qué hacen en tu club? A pesar de la pregunta estúpida ella comienza a responderle, lamentablemente no me entere de más, pues me di cuenta de que Max se acercaba y decidí marcharme rápidamente, estuve pensando todo el día que gran misterio los aborda a ambos, porque los sigue y que quiere ocultar, que es lo que sabe Max que es tan importante, sentía una curiosidad desbordante casi insoportable, en un aire de valentía decidí preguntarle directamente al estúpido chico de los ojos color sangre. Me encaminé hacia él, su reacción fue tranquila hasta que abrí la boca.

—¿Por qué estás siguiendo a Max? —Mi pregunta hizo que sus ojos se dilataran e incluso pude sentir cómo los latidos de su corazón resonaban más fuerte. Estando alrededor de tanta gente, no podrá lastimarme, pero desde ahora me veré obligada a tener escrito cuidado.

— Estás equivocada, yo no estoy siguiendo a nadie —volteó los ojos fingiendo sorpresa o algo similar. Resoplé como burla mostrándole las fotos en mi celular.

— ¿Has estado siguiéndolo como un acosador, quieres que le entregue estas pruebas a la policía? — Mis palabras sin dudas helaron su sangre y pude ver una vena sobresalir de su cuello.

— Está bien —guardé mi teléfono —. No diré nada, pero a cambio quiero que respondas a mis preguntas.

—Niña mejor, no te metas en esto, si no quieres que tu vida corra peligro —lo dijo con un tono algo sombrío, pero no hice caso.

—Vas a dejar que le muestre estas fotografías a la policía—, metí mi mano en mis bolsillos con unas sonrisas a medias, cosa que le molestó aún más.

—Está bien, pero si te lo digo tendrás que darme tu celular — alzó su cabeza, a lo que acepté.

—Está bien, te lo daré —sonreí —. Puedes comenzar a hablar.

El chico me contó que Max y su grupo estaba metiéndose en asuntos sensibles relacionados con el club de fotografía y un supuesto misterio que rodeaba a varias personas del club, en todo el cuento trato de sonar como el bueno, pero no había duda de que no estaba diciendo ni una cuarta parte de lo que en verdad ocurre, le di entrega del celular, si supiera que tengo otro el cual tiene toda la información para meterlo entre rejas, si trata de lastimarme toda la evidencia y mi investigación llegará a manos de mi padre de eso me asegure.

La mañana siguiente surgió de prisa me tocaba entrenamiento en el club de béisbol, por lo tanto, podría perderme las dos últimas horas, ya dadas las cuatro me cambié el uniforme del club y me vestí con la cómoda ropa de educación física, era casi lo mismo y lo mejor de ello es que ya casi puedo irme a casa y saborear el dulce descanso, guarde mi bolso en mi casillero y me encamine hacia el curso de arte, admito que lo peor de perderse algunas clases son los trabajos extras, algunos maestros no son insistentes con ello, sin embargo, otros son demasiados molestos.