→Three←

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A pesar de que la cita era a las nueve no podía dejar de mirar el reloj para ver cuanto faltaba para volver a ver a Chuuya.

-Por favor ya deja eso Osamu— Odasaku miraba de vez en cuando a su amigo, se preocupaba por la manera tan compulsiva en la que miraba su reloj— mientras mires más aquel reloj, percibirás el tiempo más y más lento.

Osamu quiso reclamar, sin embargo Odasaku tenía razón, siempre la tiene, pero se ponía nervioso del solo hecho de pensar que una vez que le entregue aquel regalo a Chuuya tendría solo dos tipos de camino.

O Chuuya lo aceptaba y se volvía automáticamente en el hombre más feliz.

O Chuuya lo rechazaba y cometería un suicidio, al puro estilo del último personaje que interpretó.

-y ya deja tus malditos pensamientos suicidas.

-¿cómo sabias lo que estaba pensando? — Osamu estaba sorprendido de la habilidad de su mejor amigo.

-nos conocemos desde los cinco años—Odasaku se encogió de hombros, la mala memoria de su amigo era algo con lo que lidiaba siempre— de cierta manera yo te crié después de que empezamos nuestra carrera— soltó una carcajada al ver la cara de enojo de Osamu— oye Romeo, ya en unos minutos serán las nueve.

Eso hizo que Osamu saltara del sofá como un resorte, se volvió a ver en el espejo, aunque su rebelde cabello no se la había dejado nada fácil. Aún así hizo lo posible para verse estéticamente bien.

Saliendo con una despedida rápida, Osamu se dirigió al punto de encuentro que le había indicado Chuuya, todo estaba preparado, tenía el regalo y en su mente trataba de repasar exactamente lo que diría.

Aunque conociendo su mala suerte se dio cuenta de que nada de lo que haga saldrá bien.

¿Debió haberse hecho una limpia antes?

Sacudió su cabeza tratando de alejar aquellos pensamientos, ya no podía distraerse.

-¡boo!— Chuuya había saltado encima de la espalda de Osamu para asustarlo.

-ChuuyaOsamu casi grita de la impresión, lo había tomado desapercibido— me diste un gran susto.

Chuuya bajo ligeramente de la espalda de su compañero soltando una carcajada ligera, hizo aquella travesura por impulso.

-perdón jajaja, fue inevitable al ver que estabas tan serio— Chuuya tomó la mano de Osamu para guiarlo por el camino de luces— vamos.

Osamu rezo porque Chuuya no volteara a verlo, sino vería como su cara estaba roja como un tomate.

A pesar de todas las dificultades que haya pasado para llegar hasta ese momento en donde podía compartir un momento a solas con Chuuya, podría decir que todo había válido la pena.

Todo el camino se la paso admirando los hermosos adornos que rodeaban los parques y las casas, era una festividad preciosa, y era un gran deleite ante los ojos de cualquiera.

-llegamos.

Osamu miro el hogar de Chuuya, se dio cuenta al instante del gran contraste de todo lo que había visto hasta ahora con lo que veía en estos momentos.

Todas las casas tenían bellos adornos y cualquiera notaría que cada casa estaba llena de la calidez que transmitían las familias, pero la de Chuuya carecía de cualquier tipo de adorno o luz, cualquier persona que pasará por ahí sentiría el ambiente lúgubre que tenía aquella residencia.

Luces, Cámara ¡Acción! {Soukoku}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora