Capítulo 16

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Elizabeth

Olía a café y durazno... mmm olía a tarta de durazno.

¿Estaba en casa? La superficie blanda donde descansaba mi cuerpo era mucho más cómoda y me decía que no estaba en casa.

¿Entonces dónde estoy?

Con somnolencia entreabrí mis ojos, fui consiente de mi dolor de cabeza causado por los tres tragos de ayer.

Debía mejorar mi tolerancia al alcohol.

El alcohol fue mi refugio para lidiar con toda la mierda que rodea mi vida.

Hay personas que ni siquiera deberían nacer, se evitarían sufrimiento y molestias a los demás.

Yo les habría evitado la molestia a mis padres y no habrían resultado tirándome como si de basura se tratase.

No iba a quedarme enfrascada auto-compadeciéndome, no me quedaría lloriqueando como una idiota por una pendejada.

Solo hice lo que tenía que hacer.

Quien se mete con mi familia me la pagaba, pagaba caro.

Me siento despacio en el mullido colchón evitando hacer movimientos bruscos, giro viendo Ethan atascándose una tarta de durazno.

Valla vista.

Se le veía feliz embutiéndose la comida. Estaba casi desnudo si no fuese por el bóxer.

¿Qué manía tenia este hombre con solo dormir en interiores?

- ¿Qué mierda paso ayer? - pregunto al ver que no habla y solo se me queda mirando.

Me siento rara.

Inspecciono mi cuerpo comprobando que un estoy vestida y que no...no me ha tocado.

- ¿Quieres? - pregunta con la boca llena.

- ¿Cocinas? - lo mire enarcando una ceja.

- No, pero imagina que si -

Suelto una carcajada ante sus ocurrencias.

- Toma - me pasa un vaso de agua con una aspirina.

Que considerado.

Me paso el desayuno riéndome y el contándome las locuras que hice y dije mientras estaba ebria.

No vuelvo a tomar en mi vida.

¡Oh! Se ha sonrojado.

El señor piedra se a sonrojado.

Y yo que pensaba que era un cara de yeso.

La mañana pasa y vuelvo a ver a Lia. Quien llega corriendo y se lanza a mi enredando sus brazos en mi cuello y sus piernas en mi cintura.

Pierdo estabilidad en mis piernas y nos vamos juntas al suelo.

- Joder estoy tan feliz, estas bien, estas bien. Ese mal nacido no te hizo nada ¿verdad? - niego - juro que si te hubiera hecho algo y siguiera vivo yo misma lo mataría con mis propias manos -

- Cuando nos enteramos lo primero que quería era salir corriendo y venir a ver como estabas y estas bien. Eres mi gran luchadora - entierra su cara en mi cuello y suelta un gruñido - grr hueles... hueles a él. Ya no solo hueles fresas, también hueles a el -

Pego mi frente a la suya.

- Gracias por venir enserio te necesitaba - digo cambiando de tema. En cierto punto es incómodo hablar de Ethan con ella.

Tiene DueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora