VII

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Chuuya no planeaba volver a las clases de Kunikida por lo menos hasta que tuviese la voluntad necesaria para hacer frente a su último encuentro por lo que ocupa gran parte de su tiempo yendo y viniendo de casa de sus padres a la empresa y viceversa.

En uno de sus tantos viajes se quedó atrapado como rehén con algunos otros transeúntes dentro de un supermercado, no podía hacer nada teniendo las manos sobre la cabeza y estando en un lugar donde no había nada que pudiera servirle al alcance.

— Deténgase antes de que hayan heridos. Intentemos negociar. — se escuchó del altoparlante de un joven pelirrojo.

— ¡No nos interesa negociar. Si no hacen lo que les decimos les volaremos la cabeza a estas personas!
— fue la respuesta del asaltante. Para demostrar que no estaba jugando jaló del cabello a Chuuya mientras apuntaba a su sien con el arma.

A pesar de que el jalón le dolió y le arrancó algunos cabellos Chuuya no iba a ser parte de su juego y en una distracción del asaltante le quitó el arma apuntándole ahora a su compañero y logrando que los del ejército pudieran entrar y llevarse a los asaltantes.

— ¿Todos se encuentran bien?, ¿Hay algún herido? — preguntó dudoso el joven con una bandita en la nariz.

— Todos se encuentran bien, capitán — respondió uno de sus compañeros.

— ¿Tachihara?— preguntó Chuuya.

— Chuuya, como figura pública no puedo decirlo, pero como conocidos tengo que decirte que lo que hiciste fue una idiotez.

— ¿Cómo sabes que fui yo?

— No hay chicas tan lindas y a la vez valientes en Paris.

Le dedicó una sonrisa relajada, no lo había dicho con intención alguna de coquetear, solo lo dijo porque era lo que sentía. Ni siquiera se detuvo a pensarlo.

— ¿Crees que soy valiente? — había duda en su voz. Le sorprendió que no solo mencionara su apariencia.

— Por supuesto, si alguna vez quieres entrar al ejército no dudes en contactarme, sería un honor tenerte en el pelotón.

— Yo lo tendré en cuenta...

Tachihara sonrió, solía preguntarse qué tan grande es su suerte si había sido una buena opción para los padres de Chuuya. Además a sus ojos, él era el ser más perfecto que existe.

— Chuuya... Se que puede sonar extraño, pero ¿Te gustaría ir a una cita conmigo?

— Claro, no hay problema.

— ¿Si? ¿Te parecería bien mañana al atardecer?

— De acuerdo, solo llamame para ponernos de acuerdo con el lugar.

Tachihara estaba emocionado, era una de las pocas veces en que no era rechazado o sido aceptado solo por interés.

Tachihara estaba emocionado, era una de las pocas veces en que no era rechazado o sido aceptado solo por interés

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Mientras llega el indicado disfrutaré del equivocadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora