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A pesar de su decisión, Chuuya no estaba completamente seguro de llevarlo a cabo. Esa solución se le había ocurrido en medio de un ataque de ira y desesperación; ahora que estaba más estable razonó y se dió cuenta de que su idea no había sido la mejor.
Incluso era una propuesta extremadamente riesgosa, no sólo por saber en qué consiste, sino también por las personas a las que les dijo tal barbaridad.
No solo eso, también estaba el problema que habría con sus padres si es que llegan a saber de tal acuerdo. Se supone que le habían dado esos prospectos a esposo por un motivo, no solo para jugar con ellos.

Fue a visitar a Gin, quería poder contarle a alguien lo que estaba sucediendo y ella, al ser buena escuchando, era la mejor opción para desahogarse; Yosano también era buena idea, pero ella le daría sermones y luego se burlaría de su situación.

Una vez llegó a casa de Gin, ella lo llevó a la terraza del departamento, ahí no se podría filtrar la información pues el ruido de la calle evitaba que las personas en el interior escuharan algo y viceversa; ella tenía entendido que Ryuunosuke no estaría en casa hasta el anochecer por lo que no tenía que ser precavida con sus palabras y podría escuchar plenamente a Chuuya sin que lastimara de manera indirecta a su hermano.

— Me he metido en un problema grave esta vez— tomó un sorbo de la taza de té que Gin le había ofrecido antes, humedeciendo sus labios e intentando deshacer el nudo en la garganta que le impedía hablar con claridad— hice una propuesta que puede terminar muy mal para todos los involucrados, y créeme cuando te digo que incluso una guerra podría ocurrir.

— ¿Tan grave es el problema?— cuestionó con incredulidad,  en ocasiones Chuuya podía dramatizar las cosas.

— ¡Es gigantesco! — espetó — les he dicho a Dazai, Fyodor y a Ranpo que si quieren algo de mi será cuando yo les diga que lo hagan. Ellos aceptaron sin protestar y me da miedo que esto se me salga de las manos; no soy tan inteligente como para controlar a esos tres si algo ocurre.

Gin se quedó unos segundos con la mente en blanco intentando procesar todo lo que acababa de escuchar. ¿Cómo era posible eso?, ¿qué le diría a su hermano para sanar su corazón roto si es que se enteraba? Su cabeza empezó a ser un remolino y ahora entendía un poco la desesperación de Chuuya.

— Ahora si la has liado, varias veces te advertimos que tanto libertinaje podría traerte consecuencias.

— Nunca había sucedido, además no estaba pensando con claridad cuando lo dije — justificó — la emociones me aturdieron y no pensé en lo que podría pasar; sólo quería quitármelos de encima por un rato.

— No se cómo ayudarte... esto se sale de nuestras manos.

— ¿Qué haré ahora?, ni siquiera quiero verlos al menos durante un tiempo, pero sé que será imposible pues ellos no me quitarán el ojo de encima.

— ¿Yosano o Margareth te han dado alguna solución viable?

— Ellas no lo saben aún, te lo conté a ti primero porque sé que eres la que menos me va a juzgar.

— Considero que es mejor que se enteren cuanto antes, tal vez así podamos idear una solución a este problema que aún no ha estallado.

— Creo que tienes razón, en cuanto pueda les diré, aún no estoy completamente bien para decirles por lo que tendré que retrasarlo al menos unos días.

— Toma el tiempo que consideres necesario. Sabes que en mi casa siempre seras bienvenido si  necesitas un consejo.

— Muchas gracias por tu apoyo Gin, es hora de que me vaya porque aún tengo unas cosas que supervisar en la confección de prendas de esta temporada.

Mientras llega el indicado disfrutaré del equivocadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora