Prólogo

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Chuuya Nakahara, heredero de una famosa marca de ropa Francesa ha disfrutado siempre de los mejores lujos y de los mejores acompañantes.
Es exigente, por supuesto. Su dinero y apariencia le han dado muchos beneficios a lo largo de los años cayendo en el cliché de niño rico.

Desde que fue adoptado por Artur Rimbaud y Paul Verlaine jamás se le ha negado nada y tampoco ha tenido que esforzarse para pasar la noche al lado de algún chico lindo que fuese lo suficientemente agradable para Chuuya, TODO siempre lo ha conseguido a la primera.

Pero claro, en esta lujosa y excéntrica vida también existen obligaciones, quizá no tan laboriosas pero si fastidiosas para los típicos hijos de papi: Casarse.

— Chuuya, nos preocupamos por tí y por lo mismo no permitiremos que pases el resto de tus días como ahora.— exclamó Rimbaud en un tono que Chuuya entendía como reproche pero era preocupación.

— ¿Cómo ahora? No estoy haciendo nada malo.

— No es eso, queremos que sientes cabeza y aprendas la responsabilidad de formar una familia.

— Ya tengo una familia, ustedes son mi familia.

— No nos referimos a eso, Chuuya— interrumpió Verlaine — tienes que casarte y tener quien sea tu Pilar de apoyo cuando nosotros ya no estemos.

— Yo podré solo, Kouyou, Yosano y Margareth me ayudarán.

— Pero ellas también tienen una vida, no puedes retenerlas y evitar su felicidad solo para que te ayuden.

— Pero- — quería decir que no tenía interés en heredar el negocio familiar.

— Pero nada, esto no está a discusión.

— ¡Kouyou por favor dígales algo!

— Lo lamento querido, pero comparto la misma opinión que tus padres.

— ¡¿Qué?!

— Me preocupa tu futuro. Por supuesto que te ayudaré siempre, pero temo lo que te pase cuando no esté.

— No me están casando por preocupación, ¡Lo están haciendo por interés!

—...

— ¡Tienen miedo de que los lleve a la quiebra! ¿No confían en todo lo que aprendí de ustedes?

— No lo malinterpretes Chuuya, solo queremos asegurar tu futuro.

— Y-yo no puedo estar aquí ni darles una respuesta que no quiero dar. Cuando vuelva traeré conmigo una respuesta.

Los tres presentes suspiraron aliviados por la conclusión de su charla, realmente la esperaban más destructiva y con menos posibilidades de llegar a un acuerdo.

— Si que están poniendo a Chuuya en un aprieto — susurró Kouyou.

— Mayor será cuando se enteré de una de las condiciones — coincidió Rimbaud.

•••


Chuuya disfrutaba de una reunión improvisada con Yosano, Gin, Margareth y Higuchi; amigas de su círculo social más íntimo. Y como acompañante un vino caro que entre más preguntas hacían su contenido disminuía.

— ¿Pueden creerlo? Mis padres quieren casarme.

— ¿Tienes algún candidato?— preguntó Margareth intentando hacerlo sentir mejor.

— No realmente.

— ¿Pero y todos esos tipos lindos con los que has estado? Alguno debería interesarte.— argumentó Higuchi.

Mientras llega el indicado disfrutaré del equivocadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora