XII.

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Wakasa había desaprecido por el resto del día tras asegurarse que la pelinegra estaría bien. Se refugió en la habitación de Shinichiro a la espera de sus amigos. Su mente estaba en cualquier lugar menos ahí. El sonrojo jamás abandonó sus mejillas, comiendo dulce tras dulce tratando de calmar la ligera tensión en su cuerpo.

Los otros tres líderes de Black Dragons no tardaron en llegar, llevándose una grata sorpresa al encontrarlo ahí sentado. Habían varios envoltorios de sus dulces sobre la mesa y algunas libretas. Lo primero que notaron fue su cabello despeinado, su clara frustración y el sonrojo.

Wakasa. Frustrado. Sonrojado.

─Tengo un mal presentimiento ─murmuró Benkei, los otros dos asintieron de acuerdo adentrándose al lugar y tomando asiento. Shinichiro, para su mala suerte, junto al peliblanco.

No los miró, ni dijo nada. Solo continuó resolviendo ecuaciones en su cuaderno, ecuaciones que ya había resuelto pero repetía. Su pierna subía y bajaba en un vaivén nervioso que solo irritaba a los otros tres presentes.

─¡Bien! Ya habla ─le señaló el de tez morena con molestia.

Wakasa detuvo sus movimientos volviendo a su frustración, sintió su estómago revolverse. Los miró y luego apartó la mirada con vergüenza, sus mejillas calientes. Eso casi asustó a los demás, casi.

─Nada ─refunfuñó entre dientes.

─¡Obviamente es algo! ─se quejó Shin ─. Vamos, Waka. Nunca nos cuentas nada, algo debió ocurrir. ¡Somos tus amigos! Algunas veces parece que lo olvidas.

Bien, eso empeoró su frustración. Le costaba decir las cosas, en especial si eran cosas importantes o relacionadas a cómo él se sentía. Sin embargo, no pudo evitar sentir cierta culpa. Era verdad, ellos eran sus amigos, y lo único que hacía era apartarlos.

Los otros parecieron rendirse. Takeomi sacó el mazo de cartas mientras Benkei sacaba las bebidas que traía en su mochila. Cada uno tomó sus bebidas, Wakasa tomando la suya. Soda de fresa, su favorita. Todo lo relacionado con fresa él lo amaba. La dejó sobre su regazo jugando con sus dedos con la botella. Y con mucho pesar, habló.

─Zai.

Los otros tres se congelaron en sus asientos girando a él. Solo una palabra que resolvió bastantes de sus dudas y los dejó con gran impresión. Les había contado, aunque fuera algo tan mínimo, les había contado.

─¿Ocurrió algo con ella? ─Omi preguntó cauteloso, quería evitar a toda costa que se volviera a cerrar y apartarlos.

─No... Bueno, sí ─respondió aún con su mirada puesta en la soda sin atreverse a levantar su mirada.

─¿Discutieron?

─No, no es eso ─respondió llevando su mano al bolsillo de su chaleco y sacando un papel arrugado ─. Esta mañana una niña estúpida le dio esto a Zai para que me lo entregara a mí, y le dijo muchas cosas horribles que la hicieron sentir mal.

─¿Carta de confesión? ─preguntó el Sano quitando la carta de las manos del peliblanco, luego una molestia en él. ¡Le llovían las confesiones tanto como a él le llovían los rechazos!

─¿Por eso estas molesto? ¿Por que la lastimó?

─No, no estoy molesto, estoy confundido ─admitió con vergüenza rascando su cuello sin atreverse a mirarlos ─. Y... por accidente la vi en ropa interior.

Ahora podían entender con claridad la razón de su frustración y de su sonrojo. Takeomi largó una carcajada seguido de Benkei, mientras Shin tomó el cuello de su camisa y lo miró con molestia.

─¡D-Deja de cumplir mis sueños! ─se quejó Shin logrando que los otros dos rieran aún más fuerte. Waka lo miró con sorpresa, seguidamente sonriendo.

─Waka, ¿te gusta esa chica? ¿Es por eso que reaccionas así? ─interrogó Omi sonriendo con diversión. Él negó volviendo a apartar su mirada y apretando sus labios.

─No me gusta ─murmuró.

Sí le gusta, pensaron los otros tres mirándolo con una ceja arqueada.

─Es solo que... ella creyó las cosas que la de primero le dijo. Se veía dolida y apunto de llorar. Aunque le dijera que no era así ella pareció dudar. Es la primera vez que veo que los rumores realmente le afecten. Trató de convencerme de que no eran reales las cosas que decían de ella, incluso ─comentó algunas de las cosas que pasaban por su cabeza ─. Ahora duda de mí, cree que le digo a las personas que no somos nada, y parecía molesta cuando me fui, la dejé sola porque...

Apretó su agarre en la botella sintiendo nuevamente la frustración.

─No lo sé, no importa.

Ahí estaba, volviendo a cerrar las puertas.

─Mira, Waka ─Benkei le llamó ─. Estas actuando como un niño asustado.

Takeomi lo codeó con enojo, iba a empeorar las cosas. ─Si no quieres que dude de tí y crea las cosas que le dicen, entonces demuéstraselo. Eres malo diciendo lo que sientes y piensas, pero creo que ella te conoce lo suficiente como para entenderte. Vuelve a decirle que sí son algo, y que claramente te importa lo suficiente. No por nada dicen que hablando la gente se entiende. Zai confía en tí, diría que demasiado por las pocas cosas que nos has dicho. Así que sacude tus pensamientos, organiza tus ideas.

Pensó en las palabras de su amigo en silencio. Sintió un ligero alivio en su interior que logró darle la fuerza suficiente para volver a hablar.

─¿Cómo le digo que la vi en ropa interior?

El enojo regresó a Shin, que cruzó sus brazos observándolo con el celo fruncido.

─La viste, viste. O solo fue de reojo.

─La vi, vi ─respondió con confusión ─. La vi cambiarse el uniforme.

─¿¡Qué!? ─chilló el pelinegro, los otros dos también parecían sorprendidos ─. ¿Era linda? ¿Buen cuerpo? ¿Combina su sostén con su...?

─No seas idiota ─Wakasa lo codeó en sus costillas logrando hacerlo chillar de dolor y apartarse ─. No quise mirarla. Bueno, sí... Digo...

Los otros tres largaron una carcajada que hizo al más bajo sonrojarse una vez más. Apretó sus labios con vergüenza y volvió a mirar la botella en su regazo.

─Sí eres un niño asustadizo ─repitió Benkei con burla ─. Waka, ve a buscarla o llámala.

─Sí, deberías disculparte por escapar ─le apoyó Omi.

─Y esta vez no mires demás ─Shin le señaló.

Waka se levantó del asiento tomando sus cosas y guardándolas en su mochila mostrando fingida molestia, aunque una sonrisa traicionera se mostró en sus labios.

─Cierren la boca ─tomó la mochila, la soda de su regazo y la que debía ser de Omi, y se dirigió a la salida mostrándoles el dedo del medio ─. No se acostumbren, idiotas.

Cuando salió, los tres se mantuvieron en silencio sintiendo cierta calidez. Wakasa no se había abierto de esa forma desde el día del accidente en el cual lo vieron romperse y cambiar por completo, olvidando su sonrisa divertida y travesuras que siempre hacía. Les había hablado más de lo normal, les había contado las cosas que pasaban por su mente y sin percatarse también les contó sobre sus sentimientos.

─Cayó muy bajo por ella, ¿eh? ─Omi comentó.

─Muy, demasiado. 

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Lamento la tardanza, estoy de vacaciones y me olvidé por completo ;^;

Espero estén disfrutando de mi historia, aún queda mucho por ver <3

umbrella➨ wakasa i.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora