XXXVI.

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Shinichiro observó a Emma finalmente quedar dormida sobre su cama. Se levantó tras dejar un beso en su frente y caminó hasta la puerta, apagó la luz y cerró la puerta a sus espaldas. Bostezó caminando por el pasillo sintiendo frío, luego unos toques en su puerta lograron sobresaltarlo.

Miró el reloj en la pared y luego la puerta. Se acercó tomando el bate que Emma siempre dejaba en la entrada y abrió.

─¿Qué...?

Se congeló al ver la persona al otro lado. Su cabello ya no estaba atado, caía com gracia sobre sus hombros en lindas ondas.

─Lys.

─Quería hablar contigo, aunque ya es algo tarde, no debí venir, lo siento.

─¡No!

Dejó el bate envolviendo sus dedos en la muñeca de la pelimorada que lo observó con sorpresa. Tiró de ella al interior de la casa cerrando. La guió a la puerta exterior, los tacones de Lys sonaron sobre la madera mientras caminaban en esa dirección, ambos saliendo al patio.

Segundos después se encontraban en la habitación de Shinichiro. La chica se mantuvo en la entrada algo nerviosa mirándolo recorrer la habitación y luego acercarse a donde ella se encontraba.

─Shinichiro...

─¿Sí?

Lo observó con sorpresa envolverla con un abrigo que le quedaba bastante grande, casi del mismo largo que su propio vestido. La calidez la envolvió junto al perfume del chico, que suspiró volviendo a poner una distancia entre ambos.

─Aún es invierno, puedes resfriarte.

Una pequeña sonrisa se formó en los labios de ella comenzando a quitar sus tacones y dejándolos en la entrada, el chico le dió la espalda comenzando a organizar el desastre de cartas y vasos sobre la mesa sintiendo su corazón latir contra su pecho.

─¿Cómo fue? ─preguntó por lo bajo captando la atención de ella.

─Fue bien ─admitió recordando a ella y su mejor amiga cantando juntas en el baño mientras retocaban su maquillaje.

─¿Encontraste...? ¿Encontraste a alguien?

─Sí.

Su corazón se rompió en mil pedazos sintiendo el ardor en su garganta. Colocó las cartas dentro de su caja sin atreverse a girar, no quería encararla.

─Que bien ─murmuró con sequedad siendo ésto una mentira total y evidente.

Dejó sus manos sobre la mesa con su mirada puesta en la caja de cartas sobre la misma. No podía contar todas las veces que sintió su corazón romperse desde que Lys los corrió del hospital, cada una de esas veces dolían tanto como el anterior.

La pelimorada caminó hasta él en silencio. Envolvió sus brazos en la cintura del pelinegro apegándose a su espalda, quien se tensó sorprendido al sentirla.

─Es algo torpe y nervioso, ¿sabías? Se sonroja hasta por las cosas más simples, pero me encanta verlo así cada vez que me acerco. Me gusta lo mucho que se esfuerza por verme sonreír cuando salimos, se esfuerza bastante para que la pase bien.

Abrió sus ojos de golpe, su corazón latiendo con fuerza sin apartar su mirada de las cartas.

─Lo conocí hace bastante, yo tenía diez y él once. Lo vi pelear contra unos chicos de tercero para que dejaran de golpear un gato, ellos le dieron una horrible paliza, pero él no dejó de sonreír mientras llevaba el pequeño gato hasta su casa. Me empezó a gustar ese día, me pareció que era tan increíble.

Imágenes de ese día corrieron en la cabeza de la menor, una sonrisa tirando de sus labios sintiendo nostalgia.

─Siempre lo veía cuando volvíamos de clase, aunque siempre me escondía para que no me viera. Nunca me atreví a hablarle, siempre sentí que era alguien inalcanzable para mí por todas las reglaa y restricciones que mi familia me ponía. Creí que se me pasaría, pero jamás lo hizo. Ambos crecimos y yo sólo lo veía de lejos hasta que un día me obligué a dejarlo ir.

Escuchaba con atención cada una de sus palabras con gran sorpresa, una calidez recorriendo su pecho.

─Luego resultó que era el mejor amigo de mi senpai, ¿puedes creerlo? ─sonrió cerrando sus ojos y aspirando la fragancia del chico ─. Sus hermanos pequeños comenzaron a invitarme más a su casa a hacer galletas o solo a jugar, yo siempre acepté porque en el fondo deseaba poder verlo otra vez. Comenzamos a hablar mucho, cada día me daba cuenta que era aún más increíble de lo que siempre creí.

Movió su mano alejándola de la madera y la colocó sobre las de la chica entrelazadas  frente a su torso. Cerró sus ojos en silencio, aquella sensación sin abandonar su pecho.

─Lo invité a una cita doble con mi mejor amiga y su mejor amigo, la pasé tan bien que no podía dejar de sonreír. Hablábamos todos los días por horas, dimos vueltas en su motocicleta, comimos en muchos lugares y fuimos a pequeños parques. Yo realmente me enamoré de él.

Apretó sus labios abriendo sus ojos y volviendo a enfocar las cartas, las mariposas revolotearon en su estómago.

─Cuando él me besó sentí que todo se detenía. Jamás había sentido nada como eso antes ─admitió ─. Todo se escapó de nuestras manos y terminé apartándolo. Olvidé a ese niño apaleado por un animal, a ese niño que regresaba con golpes pero no dejaba de sonreír, a ese chico que no dudaba en ponerse frente a quien fuera para poder protegerlos, y yo solo lo señalé por sus errores sin tomar en cuenta todas sus virtudes. Me mentí a mí misma, lo lastimé a él y a nuestros amigos mientras me lastimaba a mí misma.

Movió sus manos para ésta vez ser ella quien sostenía la de él sintiendo su calidez.

─Mientras estaba en esa estúpida fiesta que siempre odié y todas esas personas solo se acercaban con malas intenciones solo creí que era todo lo que merecía. Casarme con un hombre veinte años mayor, estar todo el día en casa criando hijos de una persona que sólo me daría asco, mirando todos los días por la ventana odiándome a mí misma por no elegir por mí misma y estar con alguien que no amo.

Soltó su agarre tirando suavemente de su mano, él giró ambos quedando frente a frente. Pasó la mano del chico a su espalda y se apegó a él volviendo a envolver su cintura enterrando su rostro en su pecho.

─Yo no quiero eso para mí ─levantó su voz cerrando sus ojos ─. Zai tenía razón, yo no quiero casarme con ninguno de esos hombres. Quiero conocerlo más, quiero seguir saliendo con él, verlo trabajar y poder abrazarlo mientras conduce su motocicleta. Quiero estudiar y conseguir mi propio trabajo para no ser una carga para nadie. Quiero que en un futuro la persona con la que me case sea él y tenerlo a mi lado, porque sé que él jamás me lastimaría. Sé que él me apoyaría en todo, quiero que él sea la persona que me acompañe siempre, que podamos tener una familia juntos porque sé que él sería el mejor padre de todos.

Se separó de su pecho y buscó su mirada, sus ojos cristalizándose y regalándole una gran sonrisa.

─Su nombre es Sano Shinichiro.


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⏰ Última actualización: Dec 28, 2022 ⏰

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