♥︎̶  𝐅𝐎𝐔𝐑𝐓𝐄𝐄𝐍

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Habían pasado aproximadamente dos semanas y Mina estaba bien junto a Nayeon. Cada que podía esta última iba al hogar de la mayor a quedarse a dormir para cuidar de que su horario de medicamentos no fuera corrido debido a su propia consciencia que buscaba dañarla. Ahora la mayor estaba recostada sobre la almohada con sus ojos cerrados, dormida. A los ojos de Nayeon parecía un angelito; su nariz, sus pestañas, sus labios levemente abiertos haciendo una forma de media luna dejando ver sus dientes, sus lunares, sus cejas bonitas... Realmente era perfecta.

Sintió un calor invadirle de la nada, como un impulso que le decía que debía besarla o algo parecido. Quería, pero no sabía si estaba bien robarle un beso cuando su mayor estaba dormida y su mente estaba prácticamente en blanco.

Se recostó a su lado y abrazó su cuerpo con cuidado, sintiendo como su Unnie se removía un poco y soltaba un tenue suspiro, como si estuviera al borde de despertarse. Si bien la mayor estaba durmiendo más horas aún se notaban esas bolsitas bajo sus ojos, Nayeon se sentía culpable por no haberse dado cuenta antes e intentar ayudarla, pero a la vez su consciencia y corazoncito le decían que no era su culpa debido que nunca había pasado una idea como esa por su cabeza.

Se alteró un poco y entró en una especie de panic cuando vió que los ojitos de la mayor estaban siendo abiertos, dejando ver sus ojos color café algo adormilados. Nayeon sonrió finalmente y se acercó a la mayor para dejar un casto besito en su mejilla, dándole los buenos días.

—Aún no me quiero levantar —Myoui habló con su voz algo ronca debido a estar recién despertando y procesando la información. Se acomodó nuevamente al lado de Nayeon y la apresó en sus brazos nuevamente para que esta tampoco se levantara. Se sentía tranquila después de mucho tiempo de tortura.

—Ya es tarde —rió suavemente.—Unnie~ no sea una perezosa —dicho esto llevó una de sus manos hasta los cabellos dorados de la mayor, acariciando suavemente estos.

Myoui negó con la cabeza mientras sus párpados caían delicadamente hasta cerrar sus ojos nuevamente. No tenía ninguna intención de levantarse, estaba lo suficientemente cómoda como para salir de ahí, le gustaba abrazar el cuerpo de Nayeon y no la misma almohada fría de siempre.

Cuando los minutos pasaron ambas tuvieron que levantarse de la cómoda cama de Myoui y comenzaron a hacer sus cosas para alistarse. Iba a salir a dar una vuelta para despejarse y a penas iban a salir, Nayeon se posicionó en la puerta dándole la espalda a esta y frente a la mayor. Le extendió una píldora de color blanca y Mina sonrió ladina, aceptando su medicamento. Lo tomó y finalmente ambas pudieron salir del lugar con sus manos entrelazadas.

Era un lindo día, un día lleno de colores y casi sin nubes en el cielo. Mina tenía un buen presentimiento y se sentía bien al no ver tanta gente en las calles, porque usualmente se ponía nerviosa porque la paranoia la consumía. Pero aunque hubiera gente cerca suya rondando, estaba con Nayeon tomada de la mano. Se sentía segura estando a su lado, como si el simple hecho de que sus manos estuvieran unidas la salvarían de cualquier cosa que intentara atentar contra ella.

Pasaron a una heladería, donde Mina compró un par de helados y ahora ambas estaban sentadas en una de las banquetas de madera del parque.

—Cariño, tienes manchado —dijo, apuntando a una de las comisuras del labio de la menor. Al ver que esta la ignoraba y continuaba comiendo de su helado se acercó y dejó un casto beso sobre la zona, retirando los residuos de helado de chocolate del lugar.

Las mejillas de Im claramente agarraron color y miró en dirección a otro lado que no fuese su Unnie debido a la vergüenza, cosa que Myoui notó y no hizo más que soltar un par de risas.

—Eres tierna cuando te avergüenzas.

—No me gusta ser tierna, yo soy mala —rió la menor y miró a la mayor aún con sus mejillas y parte de su nariz sonrojadas.

La rubia rió con gracia al oír que era mala. No era cierto, era el primer angel que había encontrado en aquél mundo lleno de oscuridad y desinterés por el resto. Nayeon fue la única que se acercó después de la partida de su amiga Momo, Nayeon fue la única que le ayudó a tomar sus pastillas cuando no podía dormir debido al miedo, Nayeon era la única que la amaba aunque tuviera aquella enfermedad que la destrozaba emocionalmente.

—¿Me quieres? —se atrevió a preguntar Mina al recordar todas aquellas contradicciones que sus amigos le decían de Nayeon.

La menor la miró algo extraño y al notar la inseguridad en los ojos de la mayor se acercó a esta para dejar un casto beso en su mejilla, logrando que esta sonriera de manera suave.

—Te amo, Mina Unnie.

La nombrada suspiró y se acercó para poder abrazarla con cuidado, cuidando de no mancharse ni de manchar a la menor con el helado que ambas tenían en sus manos.

La tarde pasó rápida para ambas, estuvieron en varios lugares para pasar el rato y distraerse de la vida real, de aquella vida que las consumía y cansaba tanto física como emocionalmente.

Porque ellas querían vivir su realidad de ahora en adelante.

Aquella realidad donde no había mas que besos, palabras bonitas, caricias, roces y demás solo entre ellas dos. Porque los demás eran muy tontos para entenderlo.

—Buenas noches, cielo —habló en un murmuro la mayor, quien estaba acostada pacíficamente sobre su cama cubierta de mantas y algunos peluches que Nayeon y ella habían ganado en una máquina.

—Buenas noches, Mina Unnie —devolvió la despedida la menor, quien estaba en los brazos de la nombrada y disfrutando de la cercanía y calor que ambas compartían.


















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⏰ Última actualización: Jan 21, 2022 ⏰

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