Volver

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Notas: Okey, que puedo decir, no creí que escribiera algo con Adam de nuevo, pero aquí estoy, con otro fic catradora donde Adam es el mejor amigo de Catra :v. Les advierto que esta es una historia lenta, así que tómenlo en cuenta.

Una ultima cosa, este fic esta basado en la canción del inicio, por si quieren oírla. Sin mas, los dejo con el primer episodio.

CAPÍTULO I- Volver

Viernes 24 de septiembre

Se estaba mirando al espejo, sus ojos fijos en el moño aun deshecho de su camisa. Nunca le gustó arreglarse las pajaritas o las corbatas, la hacían sentirse atrapada y rígida. Tomó una vez más los extremos de la tela e intentó atarlo. No le sorprendió el ver el resultado desastroso; así que dando un suspiro, desató el accesorio sin quitárselo del cuello. Tal vez si Scorpia estuviera aquí ella podría... No. Tenía que dejar de tener esa clase de pensamientos, ella ya no estaba con ella, tenía que aceptarlo.

Giró su muñeca para ver la hora y maldijo cuando vio que llegaba tarde. Durante un momento reflexionó si realmente era una buena idea ir, al final, no conocía a casi ningún invitado: tal vez si fingía estar enferma ella podría librarse de esto. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando oyó que alguien llamaba a la puerta —. Catra — Por supuesto, él no la dejaría salirse con la suya — ¿Ya estas lista?

Catra se dirigió a la puerta y le abrió a su amigo más antiguo.

— Creí que la idea era encontrarnos en la fiesta, Adam.

— No iba a permitir que escaparas de esto.

La de ojos desiguales fulminó con la mirada al hombre rubio. No sabía que es lo que más le irritaba: que él le devolviera la expresión sin ningún miedo, o el hecho de que de la conociera tan bien, que pudo leer su plan, incluso antes de que lo ejecutara.

Ante la imposible escapatoria, no le quedó otro remedio más que el de aceptar su destino. Tomó las llaves de su departamento y siguió a Adam.

El salón no estaba tan lejos, apenas a unas pocas cuadras del departamento de Catra; por lo que no hubo necesidad de llevar un auto, y en cambio, se fueron caminando.

— Por cierto, me gusta tu estilo —rompió el silencio el rubio.

— No creo que tus amigos piensen igual.

— Ya veremos

La mujer levantó la ceja izquierda: no entendía que podía tener de agradable su cabello desordenado; su camisa remangada y con los botones desabrochados; y por supuesto, la pajarita desatada.

Lo único que le decía al resto de la gente que era invitada del evento y no una clase de vagabundo, eran sus zapatos lustrados y su reloj de plata. Eso es lo que debió haber notado la guardia del salón, que al principio tuvo una mirada cautelosa con respecto a ella. Pero, después de una segunda mirada más profunda, la dejó pasar sin ningún inconveniente.

Lo que vio Catra al entrar no era nada que no hubiera visto antes. Era un salón pequeño pero hermoso. Sus paredes estaban pintadas de un color morado apastelado, un candelabro se suspendía en el centro del techo, y unos cuantos arreglos florales le daban un toque cálido a todo el lugar. También había una barra de bebidas a la izquierda y pudo ver en el fondo una pequeña tarima. Sin embargo, lo que le llamó la atención de aquel escenario, era el gran piano de cola que se posaba en el medio. Tomó nota de no acercarse a él, no quería verse atrapada en alguna clase de concierto improvisado, en una fiesta con personas que apenas conocía.

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