Tempestad I

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Nota: Al principio esta la canción que toca Catra

CAPÍTULO XV —Tempestad I

Lunes 13 de diciembre.

Adora suspiró cuando vio que aún faltaban 10 minutos para su salida. Estaba ansiosa por alcanzar a Catra. Ya tenía 3 semanas del accidente y 2 desde la alta y comienzo de su rehabilitación. La morena se había recuperado de buena forma: su herida en la cabeza iba cicatrizando bien, y ya pronto le quitarían los puntos. Su cita con el fisioterapeuta había sido con diagnostico muy favorable: le había dicho que ella podría recuperar su movilidad sin mayores problemas; que con un par de ejercicios y cuidados podría recobrar la fuerza y delicadeza en los dedos; que solo tendría que reeducar su mano.

El problema fue que Catra no lo vio de ese modo al principio. En cuanto llegó a su casa se quitó la venda y empezó a tocar el piano. Esta demás decir que el resultado fue espantoso: Catra ni siquiera pudo tocar un acorde sin que sus dedos temblaran. Adam y ella intentaron detenerla, razonar con ella. Que aquello no sería para siempre y que se tomara todo con calma, pero ella no los escuchó y los echó del departamento.

« — Catra. Está bien, solo necesitas recuperar tu fuerza —dijo Adam.

— Sí, Catra. Sé paciente, podrás seguir tocando — insistió Adora.

— Idiotas. ¿¡Cómo lo saben!? Ustedes no lo entienden.

La furia y la frustración salieron como veneno desde su boca. Catra había tomado su mano para evitar que temblara y al ver que esta no se detenía golpeo las teclas con el puño produciendo un sonido estridente.

Adora vio eso con una tristeza profunda. No soportaba ver como Catra había cambiado: su humor antes comprensivo, jovial y relajado se había vuelto en uno mezquino, desesperado y amargado. Ella no podía dejar que la morena se hiciera eso, no podía permitir que Catra se perdiera en su tormenta; así que se acercó a ella y puso una mano en su hombro. La reacción de la morena fue inmediata: con su mano quitó la de ella y después dijo: —No necesito tu lastima. — Aquello estremeció a Adora, y Adam iba a protestar cuando Catra continuó — Váyanse. No los necesito.

Adora sintió como sus ojos se humedecían. Vio a Catra y luego a Adam. Su hermano se veía muy dolido; él no pudo controlar sus ojos húmedos, pues una gota delató su sentir. Después se secó aquella única lágrima y con la mandíbula apretada y una ira respondió: — Bien, si esto es lo que quieres, nos vamos. Si crees que esconderte de tus problemas te hará sentir mejor, te dejaremos —Su expresión entonces se suavizó y dijo con resignación— y nunca más te volveremos a molestar.

Adora vio entonces a Catra y complementó: — Solo nos preocupamos por ti. —Luego en un susurro siguió— Solo no quiero perderte de nuevo.

Ambos hermanos se vieron, tomaron sus cosas y se dirigieron a la puerta resignados. Adora podía entender que Catra se sintiera mal, pero no llegaba a comprender porque los alejaba otra vez. ¿Qué ganaba sacándolos de su vida? Ella quería ayudarla y cuidarla, ¿era tan difícil entender eso? Rió sin gracia, ella la amaba, pero estaba cansada de ser marginada a solo ver como se autodestruía. Volteó a ver a Catra una vez más y antes de cerrar la puerta habló: — Adiós Catra.

Ambos hermanos estaban a punto de entrar a su vehículo cuando oyeron como la puerta se abrió de golpe y una Catra con ojos llorosos, aun conteniendo el llanto les gritó: —Adora, Adam, esperen.

Aquello los paralizó. Adora giró la cabeza para ver como Catra salía a alcanzarla y tomó su brazo para que esta no siguiera avanzando. La expresión que tenía la morena era una avergonzada y triste. Sintió como la mano bajaba por su brazo hasta que tomó y entrelazó sus dedos. Después con la voz apenas por encima de un susurro dijo: —Por favor, quédate.

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