Un encuentro y un regalo.

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Notas: Mi capitulo favorito. También la canción del inicio es la que toca Catra en el episodio.

CAPITULO IX – Un encuentro y un regalo.

Lunes 25 de Octubre

Los días de otoño la tranquilizaban de una extraña manera. Después de esa primera semana tormentosa, su agitada mente fue cayendo más y más en una calma tranquilizante. Supuso que reconciliarse con su mejor amiga y ver con más frecuencia a su mejor amigo, tenía algo que ver con que se sintiera más cómoda en esta nueva vida.

Después de esa dolorosa primera semana, ella y Adora habían vuelto a viejos hábitos que no sabía que extrañaba tanto. Relatos y bromas que antes solo le contaba a Adam, ahora también eran parte de las conversaciones diarias que tenía con la rubia. Y es que siempre se encontraban por las mañanas: Catra había adquirido un nuevo hobby al caminar todos los días por el parque de Whispering Woods, donde la mayoría de las veces se topaba con la doctora que salía a correr con su perro.

Otra cosa que quizás le ayudó fue el haber hablado con Entrapta. Su representante había liberado su agenda de fin de año después de que la encontró en Moscú; mas, Catra le pidió que ahora le permitiera tocar en algún pequeño concierto. La mujer aceptó, ya que le pareció pertinente que Catra tuviera un evento que la dejara con algo más que pensar, y no solo con recuerdos melancólicos. Así que, después de unos días, le mandó la notificación de que tendría una presentación para un evento de beneficencia a finales de Noviembre. La pianista no podía estar más que feliz por regresar pronto a los escenarios, que desde Mayo no tocaba.

Con una meta ya en mente, se dedicaba cada mañana a practicar con diligencia las piezas que presentaría, pues para esta ocasión quería ofrecer un nuevo repertorio. Aun así, no fue imprudente y siempre recordaba darse una pausa para comer y descansar bien.

Ya en la tarde, ella dejaba su solitario departamento y se dirigía a la cafetería de Razz, donde un pequeño siempre la esperaba con entusiasmo.

«Después de que faltó a su promesa ese lunes, la pianista fue al día siguiente con un regalo y la esperanza de ver al chico. Había llegado temprano al establecimiento donde habló un poco con Razz sobre su tiempo en Polonia y lo mucho que extraño sus pasteles, pues según ella, los polacos no eran buenos haciendo postres.

Al poco rato, el niño castaño entró a la tienda con la mirada decaída. Catra entonces sintió un pinchazo en su corazón. Ella era la causante de eso.

— ¿Por qué esa cara, querido? —dijo la dueña al ver el poco ánimo del muchacho.

— Es un hermoso día, no hay razón para estar triste —complementó Catra.

Al oír la voz de la pianista, el pequeño levantó la cara y una deslumbrante sonrisa se instaló en su rostro.

— ¡Señorita Castillo! —exclamó extasiado el pequeño.

— Hola Finn —respondió Catra, mientras se levantaba—. Espero puedas perdonarme por lo que te hice, no fue mi intención dejarte plantado...

Su pobre excusa fue interrumpida cuando el chico se abalanzó a la mujer y le dio un gran abrazo.

— Creí que no quería verme —dijo un poco triste—, que se había cansado de mí.

Esto último lo dijo tan bajo que apenas sus oídos pudieron captarlo. La morena entonces frunció el ceño y contestó:

Come BackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora