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Bajo su peligro

La oscuridad invadió la habitación por completo y la idea de estar con un desconocido en ella no me tranquilizaba en lo absoluto. Y si le sumamos el ruido del picaporte cerrándose que sentí detrás de mi espalda podemos comenzar a creer que iba a morir en ese momento o que simplemente terminaría secuestrada. Pero no. Lamento decirles que eso no pasó.

Comencé a caminar por el espacio para localizar la puerta. Con mis manos rozando la superficie logré sentir el picaporte y jalé rápidamente de él para intentar abrirlo, pero eso hizo todo menos abrirse. Es más, miré el pequeño hueco del picaporte y tenía una llave dentro. 

—Nos encerraron —resoplé mirando hacia los lados. 

El muchacho soltó una risa juguetona, diría que casi sonó en forma de burla; y eso hizo que mis ganas de irme de allí aumentaran y vuelva nuevamente a abrir la maldita puerta. Bueno, mejor dicho a intentar abrirla con patadas.

—Cosita, procura abrir la puerta, no tirarla abajo.

Cosita, créeme que lo único que deseo es irme —achiné mis ojos—. No importa como sea.

—¿Sabes cuántas personas desearían ser tú en este momento?

—Lo que faltaba —dije por lo bajo pensando que no me escuchaba. Todo cambió al recibir su respuesta:

—Lo que faltaba —Susurró intentando sonar con un tono más agudo, claramente falló ya que su voz seguía siendo bastante grave.

Lo ignoré por completo.

Solo se lograba ver un poco de luz que entraba desde la ventana y se reflejaba en el piso. Y ahí surgió mi intento de desplazarme por el entorno sin poder ver. No fue fácil. En lo absoluto. Casi todo era oscuridad. Quizás solo era un apagón y ya, o una gran broma pesada. Quizás...

—Siento tu mirada clavada en mi, y eso que estamos en la oscuridad —me informó el chico mientras se movía por el espacio. O al menos eso pensé por los ruidos y las pisadas que se oían.

—Sientes mal.

Me pegué hacia una de las paredes que estaban allí para intentar evitarlo. Sabía que si hacía algún paso en falso él me encontraría. Y a decir verdades tenía miedo. Pues estaba en una habitación oscura con un desconocido extraño. Muy extraño.

—Lo dudo.

—¿Por qué?

—Fácil, es obvio que el apagón lo hiciste tú para quedarte conmigo —dijo en un tono... ¿seductor? No Jade, no.

—No sé ni tu nombre.

¿Un pequeño detalle? Cada vez lo sentía más cerca, su voz se escuchaba más fuerte, intensa...

—Ni lo sabrás.

No, no puedo explicar la cara de desagrado que apliqué en ese momento. Sinceramente desearía que la hubiese observado, quizás de esa forma le quitaba un poco su ego. 

Sin pensarlo mucho, y sabiendo que él se estaba acercando decidí caminar más rápido, demasiado rápido diría yo.

—Sí supiera dónde estás ya te hubiera...—Caí al piso. 

Pues andar en una habitación que no conoces y a oscuras creaba una gran probabilidad de acabar así, ¿vale? Y con "acabar así" me refiero a terminar tirada en el piso por la culpa de un... ¿libro?

—Mierda, mierda —protestaba el pelinegro mientras se acercaba hacia mí—. Justo este no, ¡maldición!

Estampada contra el piso e intentando levantarme con mucho esfuerzo logré estirar mi brazo para llevar lo que sea que acababa de tocar hacia la poca luz de la ventana. Creo que no hace falta aclarar que lo estaba insultando hasta por las orejas en ese momento.

Efecto Mariposa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora