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Clock Clock.

Alex me miraba aún desconcertado. Intenté calmarlo por un buen rato pero fue imposible; y cuando digo "imposible" lo digo muy en serio, hasta tuve que suplicarle a Liam que vaya al baño para hablar a solas con él para que deje de gritar. Gracias a dios, el chico tinta por suerte me entendió y obedeció al instante.

—¿Me puedes decir que fue todo eso? —le pregunté una vez que el pelinegro desapareció del panorama.

—Él te estaba tocando —escupió a la defensiva.

Tragué grueso.

—No fue así como tú crees.

Soltó una carcajada por lo bajo vacilandome.

—Eso parecía —reprochó con las facciones de su rostro apagadas.

—No todo es lo que parece —Intenté de conducirlo hacia otro lado—. Alex, solo...

Se puso de pie algo enfurecido y me miró con rechazo.

—Te gusta él, ¿verdad? —Me cuestionó así de la nada, como un disparo totalmente desprevenido. No pude decir nada, solo me encontraba confundida con su pregunta—. Estás enamorándote de él.

Y cuando comprendí la situación me levanté precipitada de la silla. Él empezó a correr hacia la puerta y salió hacia el exterior. Lo seguí, claro que lo seguí, dejé media vida persiguiéndolo en ese momento.

Al salir, me di cuenta que había oscurecido bastante pero la lluvia no había cesado. Lo supe, lo supe porque  sentía la adrenalina y las gotas chocando con mi piel fría.

Corrí al verlo.

Y llegué hacía donde estaba, en la mitad del camino de tierra con piedras. la
Lo alcancé y lo detuve tomándolo de los hombros. Él tenía todos sus rizos empapados y sus ojos algo irritados. Mi alma se destrozó al saber que estaba así por mi culpa.

—Alex, puedo explicarlo —dije agitada, mientras una gota bajaba por mi frente.

—¿Qué vas a explicar? ¿Qué estás pillada con el chico que te estuvo haciendo el campamento de tu vida imposible, Jade? —No pude responderle, otra vez—. No sabes valorarte, eso es lo que te sucede.

—Alex, yo...

—¿Tú qué? —masculló, seco, mirándome a los ojos.

Mordí mi lengua preparada para decir algo pero, de todas formas, las palabras no salieron de mi boca. Él lo notó. Notó que no podía asegurarle nada y de un movimiento brusco se liberó de mi agarre para empezar a caminar muy rápido.

—¡Yo no estoy enamorada de él! —Grité sabiendo que ya no había forma de alcanzarlo. Al escuchar eso, Alex se quedó quieto dándome la espalda a lo lejos. Supuse que quería que diga alguna otra cosa que lo convenza más—. ¡Me parece un idiota! ¡Ya lo sabes! ¡Solo fue una confusión! ¡Él solo es mi amigo!

Bueno, Jade, técnicamente ni eso.

Dejé de gritar cosas cuando vi que el morocho se dio vuelta. Sonreí, emocionada al ver que él también lo hacía. Sonreí aún más cuando vi que venía corriendo hacia mí y dejé de sonreír cuando él...

Él me tomó la cara con sus manos y me besó.

Sí, Alex me besó.

Mi mejor amigo me besó.

Y definitivamente eso no me lo esperaba. No me lo esperaba para nada.

Mientras que la lluvia nos mojaba a ambos él apretaba su boca sobre la mía todavía sonriendo. Por mi parte, estaba confundida, no sabía si sonreír, si apartarme, si seguirle el beso o si morirme allí mismo. No supe distinguir qué era lo correcto, qué era lo que debía hacer para no cagarla, entonces solo me quedé ahí: inmóvil, siguiendo su movimiento hasta que él acabó el beso para decirme algo, algo que me jodia mucho más la situación de lo que ya estaba:

Efecto Mariposa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora