𝐀𝐏𝐎𝐋𝐎𝐆𝐈𝐄𝐒 || ❝Supongo que se volvió un hábito para ella disculparse por cuestiones insignificantes y otras de las cuales no eran su culpa.❞
Natalie Rudd, ━ Red como le decían sus amigos, por su cabello rojo ━ una bruja privilegiada se muda...
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we will be together
EL BOSQUE ERA EL ÚNICO LUGAR, además del invernadero de su casa cuando su madre estaba ausente, donde Natalie podía sentirse completamente ella misma en aquellos días. Era libertad. Era ser sin cuidarse de miradas ajenas y prejuiciosas. Vivir.
Muchos podrían discrepar con ella, pero lo cierto es que la presencia de árboles le generaba paz y compañía. Levantó los brazos y apoyó sus palmas en el tronco, inhalando pino y sintiendo aquel ser con energía. Eran las únicas cosas vivas que podía soportar en ese momento.
No entendió a la gente que pudo matarlos. Aquellos que salieron todos los días con botas pesadas en los pies y un hacha para matar a uno de los pocos seres vivos que les daban aire fresco y sano para respirar, que les dio reparo del sol y compañía. La ironía de que los humanos eran viles aún con aquello que los ayudaba no se le escapó. Los humanos, porque los vampiros no lo necesitaban al oxígeno para respirar. No respiraban. Aquello era increíble aún cuando ya había entendido y aceptado ese hecho al observar a Rosalie no inhalar durante mucho tiempo.
Rosalie. Su rostro saltó en sus pensamientos de repente. La había besado al fin. Ella había tomando las riendas del asunto. Apenas algo sutil e inocente y justificado por una apuesta que la había terminado de volver loca. Lo escondió ante ella como pudo, bien sabiendo que su corazón la delataba, pero dentro suyo festejaba de alegría. Sabía que la vampira la deseaba y mucho, y no solo a su sangre.
Ella debería hacer algo. Debería estar con ella, pero desde aquella cita apenas le dirigió la palabra. El precio que debía pagar para estar con Rosalie Hale era alto y no sabía si quería arriesgarse. No sabía si era el momento de decirle la verdad que ella quería, y aceptar el por venir de la suya. Ser honesta era peligroso.
Sabía que los Cullen estaban muy ocupados con el vampiro que entró en la casa de Bella, su madre le había dicho en detalle sus visiones. Lorraine era clarividente, un poder que la menor no tenía y lo agradecía. Era una carga dolorosa, por supuesto, no poder decirles que proteger a Bella, a su padre el alguacil Charlie Swan y buscar al intruso era una pérdida de tiempo porque lo que se venía era mucho más grande. Un ejército. Pero debía dejarlos ser hasta dejarlos aliarse con los licantropos, a quienes necesitarían. Su madre llevaba una carga mayor, sabía más de lo que le decía.
Además, la atención en Bella la dejaba más tranquila para meditar sobre Rosalie.
Un cuerpo salió de la nada. Un sabueso de pelaje suave y denso, negro, pardo y blanco se precipitó sobre ella para olesquearla mientras movía su larga cola. Sus orejas largas estaban caídas y Natalie se sintió derretir de amor cuando reconoció a Roane, el beagle de su mejor amiga. El pequeño sabueso aullo feliz y movió la cola hasta el punto que parecía que se le iba a salir la cola.
