𝐀𝐏𝐎𝐋𝐎𝐆𝐈𝐄𝐒 || ❝Supongo que se volvió un hábito para ella disculparse por cuestiones insignificantes y otras de las cuales no eran su culpa.❞
Natalie Rudd, ━ Red como le decían sus amigos, por su cabello rojo ━ una bruja privilegiada se muda...
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you are tired
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but ain't giving up
LA VERDAD SOBRE LAS BRUJAS ERA QUE si bien tenían poderes considerados como místicos y una conexión superior con lo natural, eso no significaba que no tuvieran corazón, que fueran a prueba de balas o que tuvieran inmunidad contra todos los problemas. En parte, seguían siendo humanas. Lorraine lo sabía bien, alejada de su aquelarre por su ex esposo, alejada de todos en un pueblo de vampiros y lobos, creando su propio aquelarre con su hija y Damiana, a quien consideraba también como hija propia. Ninguna compartía la misma línea de sangre, pero el poder que fluía sobre la misma si. Sabía que sus dos pequeñas brujas eran de las más fuertes de todas, pero la mayor sabía más, sabía lo contrario. Damiana estaba en pleno tratamiento, asistiendo a sus terapias tres veces a la semana; y Natalie, Hécate, esperaba que hija algún día aceptara asistir a terapia por su clara tristeza.
Lorraine esperaba que la vampira pudiera ayudarla.
La puerta de la habitación de Sinclair crujió. Esa vez, la responsable de perturbar su sueño, fue Natalie, en todo su esplendor cansada y medio dormida. Su cabello estaba salvaje por luchar contra el sueño. Ella se paró tímidamente al lado de la cama de su madre, meciéndose hacia adelante y hacia atrás sobre sus talones. Suspirando, la mayor levantó las mantas del lado vacío, invitando a su hija a entrar. Natalie inmediatamente se metió en la cama.
A la media hora, Damiana caminó como si de un zombie se tratara, chocándose con paredes y esquinas hasta dar con las Sincalir, solicitando el mismo permiso. La pesadilla de los propios demonios de la rubia la habían atormentado lo suficiente. Y Lorraine, al abrir un ojo y verla esperar pacientemente su respuesta, gimió agotada y levantó las sábanas de su otro lado libre en la cama King. La menor sonrió y se tiró contenta, cayendo a los brazos de Morfeo dándole la espalda.
No pasaron más de cinco minutos hasta que Roane hizo su entrada, estirándose en el dosel de la cama hasta que Lorraine, sintiéndolo, dijo con voz ronca: ━ Arriba Roane.
