(4) Ella sabe como herir el ego de un hombre

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CAPÍTULO CUATRO

Zeus 

Su olor me descontrola, esa combinación de vainilla con coco en su piel me vuelve loco, y ella lo sabe, quiero besarla, deseo besarla, ella parece tan inquebrantable que no logro ver lo que siente, o si le afecta mi cercanía, porque joder, la de ella me afecta en niveles que nadie podría contar, y de solo pensar todo lo que ella ha cambiado me saca de quicio, no puedo ver nada en esos hermosos ojos grisáceos.

— ¿Ahora recurres a acorralar a las personas cuando estás perdiendo el control?, Me decepcionas, Zeus. — Espeta socarrona.

— Lo hago cuando esa persona se cree superior a mí. 

Sus ojos destilan victoria — No me creo superior a tí...— solté un poco mi agarre, ella ya había dicho lo que quería oír — Soy superior a tí. — Esa maldita voz robótica me tiene harto.

— No te confundas, Macay, sé que esta situación te está divirtiendo.

— Por lo menos no eres tan idiota para no saberlo.

— Quiero oír tu voz, quítate la máscara. — ordené.

— Pensé que había quedado en claro que sí te metes en mi camino sufrirás consecuencias.

— Deseo besarte, Macay. 

Eso la dejó sin habla, no se esperaba eso, era mi turno de sonreír victorioso — Deseo besarte y lo haré, quieras o no.

Recobró su compostura— eso ya lo veremos.

Agarré sus manos y las lleve por encima de sus hombros, se qué le gusta esto, lo recuerdo como si fuera ayer, con mi mano libre fui soltando los broches de su máscara tal como ella me había enseñado a quitarlo, nunca ví su rostro, siempre respeté eso, pero ahora era lo que menos me importaba. 

Solté los broches de abajo, una tela negra descendió, no era muy larga pero cubría perfectamente su rostro si se levantaba un poco su máscara, me daba el absceso perfecto para escabullirme en sus labios. 

— Detente. — dictamina con fiereza, pensé que la máscara era la que llevaba el sensor de voz.

En un movimiento rápido, Macay me gira quedando yo en contra del casillero, aún sosteniendo sus manos. En ese instante se acercó a mí, hundió su rostro en mi cuello, metal y frío fue lo primero que hizo contacto contra mi piel erizando la, un piercing. Su labios chuparon mi piel la cual tendrá una marca bastante notable, se sentía jodidamente bien en mi cuello, lo estoy disfrutando, había cambiado mucho.

Sus labios subieron hasta llegar al lóbulo de mi oreja, lamió levemente haciéndome suspirar, entonces susurra — Me besaras cuando yo quiera que lo hagas, segunda vez, Zeus, espero asumas cada consecuencia. 

No sé ni cuando solté sus manos, se alejó rápidamente de mí acomodando su máscara, me quedé un momento fuera del salón tratando de calmar mi obvia emoción.

Esto no se quedará así. En este maldito juego del gato y el ratón, dónde pensé que era el gato pero no, Macay es un maldito león, paso mis manos por mi cabello, camino por el pasillo hasta entrar al salón, — Señor Cavalier, fuera de mi clase, era acompañar a su compañera no dejarla en pleno pasillo para faltar el resto de la clase. 

Maldita sea, no pensé que lo dijera tan en serio, recojo mis cosas molesto, esto no se quedará así. Katherine mete su pie provocando que resbale dejando caer varias cosas, la fulmino con la mirada, — Oh, déjame ayudarte. — Macay se levanta de su asiento, se inclina para ayudarme a recoger lo que se me ha caído.

— Va una Zeus — apuesto que debe estar sonriendo — Ya deberías entender que yo tengo el control. 

— No te lo pondré tan fácil — me levanto — profesor quisiera compensar mi falta hacía mi compañera, ¿Podría invitarla a una cena con mi familia? — el profesor me mira sorprendido — ya sabe para que se familiarice con varias personas y así poder dejar nuestras diferencias de lado.

Reto de novios ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora