(14) Que gustos tan refinados, señorita...

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Capítulo 14 

Macay 

— ¿Que crees que haces idiota? — lo veo cerrar la puerta escondida.

— Recuerda que tengo la misma casa, además fui yo quien te enseño cada uno de los pasadizos secretos. — le lancé un zapato.

— ¡Ey! — se quejó. — bueno me voy, donde hay  maltrato no hay amor.

— No, no, no, no — me detengo frente a él poniendo mis manos en su pecho deteniendo lo— dijiste que hablaríamos.

— Sí, lo sé, por eso traje esto — saca una botella de whisky, me río abiertamente, Zeus y yo teníamos estás conversaciones antes, y aunque yo en ese tiempo no tomaba él sí, y no había ninguna conversación donde él no trajera su botella, algunas cosas no cambian.

— Excelente, yo también tengo la mía — abrí una mini nevera que estaba disfrazada de un simple y pequeño armario para zapatos.

— Qué gustos tan refinados, señorita.— saco la botella de vino blanco, detallando todo de ella.

— Puedo ver que los tuyos no tanto, pero no han cambiado.

— Después de años tomando lo mismo ya no te hace el mismo efecto.

Nos quedamos unos minutos en silencio, mas sin embargo tenia algo atorado.

— Lo... lo lamento Zeus  — no sabía cómo decirlo, ni siquiera sabía si era oportuno decirlo, pero debíamos halar de lo sucedido, el lo sabia, yo lo sabia.

— Creo que fue lo mejor para mí,— por inercia lo abracé, él lo necesitaba, y sabía que se refería a su madre.

— ¿Sabes que no está mal si te enojas? — una risa burlesca se escuchó detrás de mí, era su forma de buscar protección.

— Si lo sé, pero, ¿Por qué debería estar enojado? — su voz era divertida, estaba siendo duro con el mismo, así que lo deje continuar. —Por lo menos está vez fui yo quien la rechazó, quisiera haber cortado la comunicación antes.

—Si hubiera algo que yo pudiera hacer...

— No, no puedes hacer nada Macay, ya no es como cuando tenía ocho años, ya no puedo sentarme todas las noches a preguntarle a Hera porque mi madre biológica solo quería ha Atenea, ya no la necesito,— sus ojos estaban rojos al despegarse de mí — nunca me enseñó a encestar el balón, pero aprendí, soy buen basquetbolista, tuve mi primera novia, aprendí a conducir, a rasurarme, y a luchar por mis sueños sin ella, he pasado casi toda mi vida sin ella, nunca estuvo para mí, ni siquiera cuando mis padres le dieron la oportunidad de hacer parte de mi vida.

Tal vez él no lo podía ver, pero por dentro de esta máscara estaba llorando, ver el dolor de Zeus simplemente me parte el alma.

— Pero te digo algo, pronto me iré a la universidad, y no tendré que verla, y me encargaré que Atenea vea que clase de persona tiene como madre biológica, porque para mí los únicos padres que he tenido y que tengo serán Hera y Sebastián, — sus ojos estaban rojos,— estaba roto algún día tendré mi propia familia y seré un buen padre y no cometeré los mismos errores que ella.

— Zeus...

— ¿Por qué ella no me quiere? — Lo abracé, y lo dejé llorar en silencio.

Ni siquiera yo sé responderte eso Zeus

(...)

Apagó las luces y cierro la puerta con seguro, con la linterna de mi celular me guío hacia la cama donde lo encuentro placenteramente acostado, después de un rato ya estaba mas calmado — ¿Te acomodas, o te acomodó? 

— Muy convincente la segunda.

— Oh, si te quieres quedar sin descendencia, está bien.— levanta las manos en señal de paz acomodándose.

— Te diré algo que llevo queriendo hacer desde que volviste

— Está bien Zeus, si con eso te largas.— no lo decía en broma, me matarían si lo encuentran en mi habitación. 

— Estoy muriendo por besarte.

Eso no me lo esperaba, no supe qué responder así que solo me levanté de la cama y me fui unos cuantos metros cerca del balcón, aunque había tenido la oportunidad de hacerlo siendo Gray, no quería hacerlo siendo ella. Él notó mi nerviosismo así que soltó una risa ronca.

— Bien, me iré. — mi corazón se aceleró cuando sentí que se acercaba, le di la espalda tratando de controlarme. Yendo en contra de todos mis pensamientos hable:

— Yo también Zeus. — Susurré cerca de él, deseaba muy dentro de mí que no me hubiera escuchado y que se fuera, pero la mayor parte de mí deseaba tanto ese beso que no estaba razonando, era increíble cómo Zeus me hacía cambiar de emociones en cuestión de segundos.

No note cuando llegó a estar frente a mí, — Pídemelo.

Creo que algunas cosas no cambian, me reí, — No te confundas Zeus, quien me lo pedirá eres tú.

Una risa ronca deja sus labios — Bien, por esta vez te daré el control. Quiero que me beses, mona.

Lo lleve a la cama y lo tiré sentándome en sus piernas, acerque su rostro al mío, quite mi máscara con una rapidez que me impresionó, antes de poder llegar a sus labios tocan mi puerta.

— Macay. — Escucho la voz de Josué.

— Escóndete en el balcón— le susurro mientras busco mi máscara.

— ¿Soy tu secreto?

— No lo eres pero tampoco quiero que te muelan a golpes si encuentran a un desconocido en mi habitación. — coloque mi mascara lo mejor que pude.

— Que linda, te preocupas por mí.

— Imbécil.—le susurre.

— Macay, acuérdate que solo podemos estar dos horas en la carretera, deberías salir antes de que tu abuela se arrepienta.— me asusté en cuanto escuché de nuevo su voz.

— Si, si, ya voy solo lo había olvidado.

Me acerqué al balcón en donde aún seguía Zeus, — Creo que deberías irte, volveré muy tarde.

— Me quedaré hasta que vuelvas. — lo vi quitarse los zapatos y la camiseta que traía puesta. 

— Vamos a dejar esto en claro, estás en mi habitación. Si no quieres que grite harás lo que yo te digo, en este caso que te largues.

— Que maleducada y gruñona eres.


Reto de novios ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora