Like a prayer

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Ryoken nunca se considero alguien religioso.

Siempre fue un hombre racional y lógica. Su padre solía decir que aquello solo fue creado para solucionar uno de los miedo más antiguos que carga la humanidad; sus hermanos lo consideraban una charlatanería por lo que no tenía que prestar atención a cosas inverosímiles, ni que se diga de su casi hermano y pareja quienes eran completamente creyentes de que no habían nada después de nuestro último aliento.

Sin embargo cuando salió ese día la mera curiosidad lo hizo ingresar a aquel edificio con un peculiar rosetón en la fachada y algunas voces hablaban de algo que para nada era relacionado a ciencias, lógica y realidad.

Ingresó al lugar y observa una modesta hilera de bancas y asientes a dirección del atrio donde había diversas representaciones de hombres y mujeres, nunca antes las había visto y estaba seguro de que algo en su interior se estremeció. No entendía como una idea que divulgaba auxilio y perdón podía representar abiertamente la violencia de un simple acto.

La sensación de muchas miradas cayendo sobre él, dictando un juicio a su persona, como si alguna fuerza le dijera que él no era bienvenido a este sitio, que sus actos pasado no eran aprobados por alguna fuerza extraña que no puede dar un significado.

Quiso dar media vuelta y salir, pero la presencia de una mujer quien lo llevaba mirando hacia varios segundos lo detuvo.

-No te había visto anotes, ¿eres nuevo?

-disculpe, no quería interrumpir, ya me voy.

Se estaba preparando para esperar alguna especie de reprimenda o queja por parte de la señora, sin embargo contrario a lo pronosticado, le sonrió con ternura y le acarició la cabeza, como si fuera un niño descubierto por una madre.

-No tienes que ser un hombre de fe para ingresar aquí, este sitio tiene sus puertas abiertas para cualquier persona que necesite ser escuchada y por lo que veo, tu tienes mucho que decir.

Ryoken observa a la mujer de nombre Martha, quien lo invita a tomar asiento a su lado y si quería, ella podía prestar sus oídos para escuchar. Ambos estaban lejos como para que su charla fuera una molestia a los creyentes, por lo que estaban en confianza para hablar

Ryoken no supo porque, si era la gentileza de la señora, su carácter o compañía, que le dio la confianza e lo hizo hablar un poco confesando un poco sobre su vida y lo que ha sido, y como por la mañana tuvo la necesitad de salir, solo para llegar hasta ahí.

-Soy una mala persona-dice.- hice muchas cosas que no tienen perdón, sin embargo todos dicen lo contrario, dicen que debería soltar esa carga, pero yo no lo ciento así, mi corazón sigue sin poder perdonarse todo el daño que ha hecho.

Martha lo escuchaba sin decir nada y cuando finalmente terminó de hablar, ella tomo la palabra.

-existe una historia que habla sobre dos hombres con diferente destino. Uno que se confino en un monasterio y siempre rezaba todas las noches hasta el fin de sus días, en cambio el otro hombre que cometió los peores horrores que pudo haber existido, terminó arrepintió y buscó el perdón ayudando a quien pudiera hasta el fin de sus días, te imaginas cual de esas dos almas fue la más querida por nuestro señor

-Me imaginó que la del hombre que no cometió pecado alguno. Quien quisiera un alma de una escoria.

Martha sonríe y negó lentamente.

-No cariño, aquí ninguna alma es más valiosa que otra, todas son importantes, sin embargo son las experiencias y enseñanzas las que las hacen valiosas. Un hombre que reza es importante, pero no aprendió la luz y la oscuridad que nos rodea se ecerró a si mismo lo que lo hizo perderse de las valiosas enseñanzas que nuestro señor padre pudo haberle dado, en cambio el otro hombre que aprendió la maldad así como la bondad del ser humano puede decidir el camino que quiera seguir, es consciente de sus acciones y lo que él busca en su vida.

Ryoken se impresiona por tal peculiar reflexión.

-no lo entiendo

-Las vivencias que enfrentamos hacen que formemos nuestros caracteres y sentido de justicia, si tu te sientes así es valido el sentimiento, pero las personas que te rodean ven algo que tu aun no logras ver, es hermoso que a pesar que cualquier otro te hubiera dejado atrás, ellos se esperan con paciencia a que encuentres tu camino.-explica Martha.- El perdonarnos es difícil, pero no imposible, solo nosotros tenemos el poder de finalmente soltar nuestra carga y poder seguir adelante. cariño para ver la luz del otro lado del camino.

Ryoken escucho en silencio el comentario, reflexionando sobre este, captando un poco lo que ella quería que viera. Puede pensar que a pesar de sus acciones y las acciones que cometio su padre, aun hay gente que quiere estar a su lado que le digen ofreciendo su compañía, cariño y sobre todo amor. puede ver que él era el hombre que vio los horrores de la vida, pero que lucha para ser una mejor persona. Solo había algo que aun tenía que hacer para sentirse liberado.

Martha dejo que su compañero reflexionara sus palabras, sin embargo podía ver como esos ojos brillaban como si hubiera descubierto algo. Ambos se quedaron en silencio, disfrutando el tranquilo ambiente que ofrecía el sagrado recinto, y aunque podían jurar que podían pasar todo el día, ambos tenían cosas que hacer y estaban seguros que sus respectivas familias pronto saldrían a buscarlos.

-Será mejor que vuelva con ellos

-claro que si.

-Muchas gracias por escuchar.

-No tienes que agradecer, si tienes dudas, aquí tienes un par de oidos que te escucharan

Ryoken se despidió de la señora bajo la promesa de regresar algún otro día. Martha respondió con alegría la invitación, y a su vez invitandolo a participar en las actividades de la iglesia o a comer en el comedor comunitario e incluso trayendo a sus amigos y familiares.

Asintió con la cabeza prometiendo le que luego pasaría a hablar nuevamente. Tal vez seguiría teniendo sus problemas y luchando con sus propios demonios, pero lo importante es aprender y a vivir con estos.

Continuara...



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