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Tu cabello bailaba junto al viento mientras caminabas a la tienda de convivencia. El día había sido bastante normal; Estabas perdida en tu pensamientos. Sabías que probablemente tu madre te estaba esperando furiosa en casa. - debido a lo que pasó la noche anterior en la cena -
Cuando llegaste a la tienda, fuiste por tu dorayaki y pagaste por el para poder marcharte. Te encontrabas algo ansiosa. No querías llegar. Sabías lo que te esperaba.
Intentase contactar a Mikey y pasar la tarde fuera, con el. Pero no respondió.
Podías sentir como tu piel se erizaba cada vez mas. Como tus manos temblaban. Como cada vez, sudabas más. Realmente odiabas cuando esto pasaba.
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- No puedo creerlo ______ - Probablemente tus rodillas colapsarían de temblar tanto - Es increíble que no respetes a tu propia madre - la decepción y enojo eran obvios en su voz - Dino es un hombre respetable; que solo te ah mostrado respeto y cariño paterno. ¡Cómo es posible que intentaras coquetearle de nuevo! -
No eras una santa - Eso está claro - pero, ¿Meterte con tu padrastro? Eso era asqueroso. La verdad era que, de cierto tiempo hasta ahora, el era quien te buscaba y te coqueteaba; Hasta trataba de tocarte; Pero siempre que lo rechazabas, le decía a tu madre que tu le coqueteabas, y le daba vuelta a la historia.
Tu madre siguió reprochándote. Te castigó como si fueras una niña. Haciendo que te pusieras de rodillas y golpeándote en la espalda con un cinturón. ¿Después de eso? Te envío a tu habitación para que hicieras tus deberes y estudiaras.
Estabas recostada en la silla de tu escritorio, una de tus manos cubría tu rostro; tratando de apretar un poco tu frente - Pues tenías dolor de cabeza debido a lo que había sucedido - mientras tu otra mano; jugaba con tu lápiz - El cual se encontraba entre dos de tus dedos -
- Ves lo que pasa si sigues haciéndote la difícil - Dino estaba recostado en el marco de la puerta, de brazos cruzados y con un semblante arrogante.
- Déjame en paz - Volviste tu mirada hacia tu libro; tratando de ignorar al hombre en tu puerta.
- Vamos, ______, se que no eres una santa - te miraba fijamente. Podías sentirlo. - Así que no finjas conmigo -
- ¿Qué te hace pensar eso? - Respondiste simple. Sin verlo. Haciendo como si su presencia era insignificante. - Pero en realidad; Era todo lo contrario -
