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Desde que cumpliste catorce años notaste como los cambios de tu cuerpo comenzaron a notarse más. Tus senos comenzaron a marcarse más, al igual que las curvas en tu cintura. No tenias una figura muy extravagante, era ni tanto ni tan poco.
También notaste como las personas comenzaron a verte; Como los chicos comenzaban a verte. Como los hombres, comenzaban a verte.
Te preguntabas como reaccionaria tu papá si se enterara que ven a su hija como si fuera un trozo de carne. ¿Te cuidaría? ¿Te protegería? ¿Te salvaría de Dino?
Dino solía ser un buen tipo. Pero con el pasar de los años comenzó a cambiar su forma de comportarse contigo.
La primera vez que intentó sobrepasarse contigo corriste hacia tu madre, le contaste lo que pasó, buscando su apoyo y ayuda.
Ella te vio seria y te ignoró. Más tarde ese día, te dijo que no inventes estupideces.
La primera vez que Dino tocó tu trasero fue frente tu madre y tu hermano, estabas ayudando a tu madre con la cena y el te dio una nalgada frente ambos; Escuchaste como tu hermano soltó un suspiro sorprendido. Tus manos comenzaron a temblar y a sudar. Nunca nadie había tocado tu cuerpo de esa manera.
Viste a tu madre - quien te veía seria - dejaste los platos sobre la mesa y caminaste hasta tu habitación - tragándote las ganas de quebrar un plato en su cabeza - .
Esa noche no volviste a salir de ahí. Antes de dormir tu madre entró a tu habitación para poder hablar contigo.
- No pienses mal -
- Solo lo hizo por que te tiene confianza -
- Te considera su hija -
- Pero no le digas a nadie lo que pasó; Las personas pueden malinterpretarlo -
Todo lo que decía era para defenderlo; Dejándote a un lado como si fueras un cero a la izquierda.
Querías a tu padre de regreso. Querías que alguien te cuidara realmente. Querías sentirte protegida.
- ¿Cuál es el tuyo? -
- Manjiro Sano -
Manjiro; Te había hecho sentir como si fueras de su propiedad cada vez que uno de sus dedos hacia el más mínimo roce contra tu piel; Cada vez que algún chico te gritaba algo en la calle, el le veía como si fuera a matarlo. Como te reclamaba como suya cada vez que entraba y salía de ti.
No podías negar que el día que se enteró sobre lo de Dino no tenias ganas de dejarle pasar y que le diera la paliza de su vida; Te emocionaba saber que el se la jugaría por ti.
