2. Te necesito

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Sasuke

Desperté en la madrugada después de haber caído en un sueño profundo, mi ojo sano ardía cuando lo abrí para tratar de ubicarme, sientiéndome perdido por unos segundos antes de hallarme rodeado de las cuatro paredes blancas del hospital.

La escena del cuerpo yacente de Naruto brotó de mi memoria, provocando que un hoyo se instalara en el centro de mis entrañas.

¿Qué habría sido de mí sin él?

Giré mi vista a la camilla donde descansaba, buscando el consuelo de contemplarlo y cerciorarme de que estaba a salvo, pero su cama estaba vacía. Me alteré y me levanté dispuesto a buscarlo. No obstante, bastaron dos segundos para escuchar un quejido, fue lo único que se percibió dentro de la habitación, seguido de otro quejido acompañado de un llanto apenas audible.

Caminé despacio, dando pasos silenciosos para llegar al otro lado de la cama, donde lo encontré sentado con sus rodillas dobladas, su mano jalando su cabello, llorando desconsoladamente. Me partió el corazón.

—¿Naruto? —me agaché a su altura.

—Sasuke, vete por favor, déjame sólo. 

No se atrevía a despegar su rostro de sus rodillas.

—No me pidas eso, por favor —intenté acercarme sentándome frente a él, no era opción dejarlo solo, aunque me lo pidiera—. Por favor, háblame, me estás asustando.

Me acerqué un poco más para acariciar su mano, aunque temí que la rechazaría por su actitud anterior, pero no lo hizo. Después puse mi palma en su cabello, sobándolo con mis dedos en un intento de confortarlo, permitiéndome romper la barrera que se interpuso entre nosotros. Me guié de esa confianza para tomar su rostro y buscar sus ojos, pero encontré su mirada rota.

—Puedes decirme lo que quieras, pedirme lo que sea. Si puedo ayudarte solo tienes que decirlo y lo haré. Pero por favor, dime qué sucede —le supliqué.

—Sasuke...—su voz temblaba, sus mejillas estaban bañadas de lágrimas, su expresión adolorida. ¿Cuánto tiempo llevaba llorando? No pensé que lo volvería a ver tan destrozado como ahora y completamente ajeno al tormento que me provocaba presenciar su sufrimiento. Sus ojos conectaron con el mío, que no le había apartado la vista y exhaló de nuevo—: ¡Sasuke!

Me abrazó como nunca lo hubiera esperado, desahogándose sin contenerse con el apoyo de mi hombro. Lo recibí con mi único brazo, acompañándolo en su dolor. Por mucho tiempo quise entrar en su corazón, aunque no me atrevía porque sentía que me había perdido ese derecho. Sin embargo, Naruto se aferró a mí de una manera tan desesperada que me prometí a no soltarlo.

«Déjame protegerte, cuidarte, amarte. Permíteme estar cerca de ti

Lo envolví en mi único brazo como si estuviera protegiendo a un Naruto pequeño que lloraba de forma descontrolada, entregándole el cariño que le fue privado durante su infancia y el cuidado que siempre tuvo conmigo. Sentía que me necesitaba más que nunca, y desde ahí me volví egoísta porque empecé a desear que esa búsqueda de consuelo la obtuviera de mí, porque solo él podía hacer con mi vida lo que quisiera.

—Estoy contigo, Naruto. Sea lo que sea puedes hablarlo conmigo —. Su rostro permaneció descansando sobre mi hombro.

—Kurama...murió —se sostuvo de mi brazo y levantó su rostro—, los dos íbamos a morir, era el precio de ese chakra y estaba dispuesto a hacerlo, por ustedes, por Konoha, daría mi vida. Pero...—su voz volvió a quebrarse y sentí que se me había helado la sangre—, Kurama se sacrificó por los dos, me engañó y lo decidió por los dos, pero cuando lo comprendí ya era demasiado tarde para detenerlo —seguía hipando—. No puedo seguir perdiendo a las personas que amo, ¡no más por favor! Prométeme que seguirás a mi lado, por favor, Sasuke. Estoy aterrado, no quiero perderte.

Solo te pertenezco a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora