12. Final: Ahora seremos nosotros

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TRES MESES DESPUÉS

Sasuke

Estábamos a dos semanas de entregar el puesto al siguiente líder de Konoha, el trabajo se había incrementado y los documentos parecían haberse multiplicado con la noticia de que Naruto, el Séptimo Hokage, había anunciado su repentina renuncia, una noticia que dejó a todos, incluyéndome, desconcertados.

Los rumores variaban de acuerdo a ciertas sospechas de los aldeanos, algunos creían que su renuncia era una consecuencia de nuestra relación y que fue forzado a abandonar el puesto con tal de no separarnos, lo cual se escuchaba absurdo, como si lo hubiéramos permitido; otros murmuraban que se debía a una enfermedad que lo estaba consumiendo y le incapacitaba realizar sus labores como Hokage, que también era absurdo. Por otro lado, y lo que más me había enfurecido fue escuchar a un grupo de estúpidos difamando a Naruto porque ya no era el jinchuriki de las nueve colas, no hubiera llegado a ser Hokage si no hubiera sido por el chakra que le facilitaba Kurama. Fueron más estúpidos al no darse cuenta que los había escuchado claro y directo. Se callaron al instante cuando me hice notar con el sharingan. Para mi buena o mala suerte, no usé el poder de mi ojo y fue suficiente para no volver a escuchar más estupideces.

Yo continué trabajando con Naruto apoyándole a dejar el puesto en orden y listo para delegarlo. La mayoría de las veces éramos tres en su oficina -Naruto, Shikamaru y yo, y a veces Sai- trabajando en diferentes temas. Al principio la noticia nos tomó de sorpresa al Nara y a mí, no supe cómo sentirme al respecto, temía que lo había decidido precisamente por Kurama, como si hubiera vivido una mentira todo ese tiempo, atribuyéndole a un tercero un poder que no era propio y aumentaba sus capacidades como a ningún otro. Fui el primero en saberlo cuando soltó de pronto su decisión la mañana siguiente de nuestra cita. Observaba sus gestos, su semblante y percibí su dolor, no tenía que escucharlo de sus propios labios para entender que ese vació generado por la pérdida de Kurama todavía se hacía presente, todavía le pesaba. Sólo con recordar la tristeza que lo tenía inmerso aquella noche en el hospital, expuesto a la vulnerabilidad, dolido por el recién abandono, y esa vez conocí a un Naruto sensible, frágil, sincero, humilde, con la frente en alto, capaz de reconocer su nueva realidad a pesar del dolor. Sin embargo, Kurama no fue la única razón, también había otros motivos que cualquiera que fuera humano lo entendería.

Naruto resentía el tiempo que estuvo alejado de sus hijos a causa de su trabajo, se sentía culpable pero su deber correspondía a la aldea. Más adelante, el apoyo de Boruto que llegó después de pelear contra Otsutsuki, cuando presenció con sus propios ojos lo poderoso que es su padre, fue cuando confirmó lo orgulloso que estaba de ser su hijo. No se lo decía literalmente, pero no era necesario, su asombro se podía leer tan fácil como a Naruto, además de que a mí me lo confesó en corto.

Tal reconocimiento y apoyo que venía de su propio hijo aligeró el peso de sus hombros, pero no estaba dispuesto a repetir el mismo error. No me sentía cómodo con saber que yo fui otras de sus razones para su renuncia, si no es que la principal: "Lo hago porque quiero, Sasuke, por nosotros, quiero estar contigo. ¿Crees que no me atormentaba estar lejos de mis hijos, dejando a Hinata sola encargándose de ellos todo el tiempo mientras atendía asuntos de la aldea? No pienso cometer el mismo error, no cuando se me ha dado una segunda oportunidad de estar con la persona que amo".

Me sentía responsable de su decisión y yo no quería ser una causa. Por supuesto que lo entendía, pero ser Hokage era su sueño de toda la vida, siempre que podía declaraba a los cuatro vientos sin importar el menosprecio que recibió desde pequeño. Y así cumplió con su promesa. Verle vivir su sueño hecho realidad también le dio sentido a mi realidad, a mi propósito de vida; proteger Konoha para cuidarlo a él y conservar su sueño. El dolor y el sacrificio lo condujo a ese puesto, y dejarlo habría sido en vano, eso fue lo que pensé en su momento. Dejé que pasaran los días para observar si llegaba a cambiar de opinión, si no era una trampa que provenía de su mente para convencerle de que no era capaz de dirigir la aldea aun sin Kurama.

Solo te pertenezco a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora