Solo te pertenezco a ti

6. Te amaba

Naruto

Ya no había otro chakra más que el de mi alma en el cuarto de mi consciencia. Su voz grave había dejado un eterno eco del cual nunca más podría esperar otra respuesta, más que sentirme rodeado del inmenso vacío que provocó con su partida.

«Maldito, estúpido Kurama. ¿Por qué tenías que abandonarme cuando te necesito más que nunca?»

Me había confiado demasiado en el poder gracias al abundante chakra de un biju, y sin embargo, me resultaba inevitable cuestionarme sobre mis capacidades como ninja. ¿Habría llegado a mi límite sin poder detener la transformación de Boruto? ¿Ya no era lo suficientemente fuerte para enfrentarlo? ¿Era justo que tuvieran motivos para dudar de mis facultades?

«¡Carajo, carajo, carajo! ¡Es mi hijo, maldita sea!»

La desesperación me acorralaba, como si de mis manos se escapara la mínima posibilidad de salvar a Boruto.

El mundo se podría incendiar en llamas porque no mataría a mi propio hijo, no dejaría que le pusieran un dedo encima, así sea la misma aldea que estuviera en contra de su propio Hokage. Lo soportaría, aunque, tristemente, no me sorprendería.

Por otro lado, debía asumir que había perdido el apoyo de Gaara, pues dejó en claro cuál era su posición al respecto, pero no esperaba que podría plantear lo que ningún padre se imaginaría jamás. Creí que podía seguir contando con su apoyo como un aliado y como mi amigo, pero estaba completamente desolado. Gaara se convertiría en un enemigo más si demostraba que Boruto era una bomba de tiempo.

No tenía cabeza para trabajar.

«¡Por favor, sáquenme de esta pesadilla!»

«Papá, Ero-sennin: si pueden escucharme, por favor, denme fuerzas. No puedo solo»

¿Qué haría Sasuke en mi situación?

Sasuke.

Sasuke.

Sasuke.

Confiaba en Sasuke como a nadie, siempre había sido el más inteligente y el más ágil para tomar decisiones, y me tranquilizaba que Boruto se encontrara con él, además del hecho de que lo idolatraba. Había llegado a creer que Boruto disfrutaba más el tiempo con Sasuke que conmigo.

¿Y quién no lo haría? Pero mi cabeza era un caos. Sasuke era otra de mis preocupaciones; Sasuke no podía morir. No lo podía perder.

*

—Séptimo.

Shikamaru volvió a mi oficina.

—¿Qué sucede?

—Vengo de hablar con Katasuke.

—Okay —asentí —¿Cuánto tiempo tenemos?

—Naruto...

—¿Cuánto tiempo? —insistí.

—Medio año, pero podría ser en cuestión de semanas.

¡Mierda, mierda, mierda, mierda!

—Que no salga de aquí, Shikamaru. Te pido absoluta discreción, por favor.

—Ni tienes que pedirlo, pero...¿Hay algo que puedo hacer por ti? —preguntó, preocupado—. ¿Necesitas algo?

Yo solo tenía una cosa en mente.

—A Sasuke —respondí. Podía imaginar su reacción ante la mención de Sasuke, tarde o temprano se me iba a soltar la lengua y qué mejor que lo supiera él—Pero le pedí que se encargara de Boruto, así que no necesito nada más. Puedes retirarte.