3. No me alejes de ti

2.4K 158 89
                                    

Sasuke

Mi mente no terminaba de comprender lo que acababa de suceder, pero el efecto de su besos dejaron huella sin posibilidad de borrarla porque mi cuerpo se afianzó de ella. Podía escuchar los persistentes latidos de mi corazón con fuerza, incluso percibir sus vibraciones en las sábanas y el cosquilleo desbordando por mi piel. Cerraba mis ojos y veía esa mirada que me enloqueció, llevé mis dedos a mis labios recordando cómo fueron acariciados, y mi piel se erizó. Mi cuerpo no estaba acostumbrado a recibir este tipo de caricias, pero deseé volver a sentirlas. Giré mi vista a Naruto y ya estaba acostado dándome la espalda, tuve que contener el impulso de subir a su camilla para estrecharlo contra mi pecho y besarle lo que restaba de noche.

Me giré al lado contrario para distraer mi mente y alejar los pensamientos que incitaba a que mi corazón golpeara tan fuerte mi pecho. Pero de pronto, la realidad me colocó con los pies enterrados en la tierra, porque estaba seguro que a partir de mañana las tensiones se desarrollarían entre las aldeas y sus Kages, siendo Boruto el tema de conversación. Fue inevitable que el miedo se hiciera espacio dentro de mi consciencia al imaginar lo peor: sacrificar a Boruto.

Imposible.

Yo era el Hokage de la Sombra, y eso me hacía la sombra del Hokage, estaría dispuesto a todo para defenderlo a él y a lo que él amaba. No obstante, era consciente de la promesa que le hice a Boruto de usar todas mis fuerzas, incluso matarlo si fuera la única opción para salvarlo de sí mismo y de esa manera, salvar el mundo. Pero la angustia me carcomía por dentro desde aquel momento, y desde ayer dejé de ser la única persona que pudiera salvarlo al perder mi Rinnegan. Y aun si estuviera en mis manos, ¿podría matarlo? Naruto sería el primero en hacerlo sin dudarlo.

¿Por qué la tragedia se empeñaba en seguirlo?

Mi mente me llevó al recuerdo de Itachi, atrapado en un conflicto cuya carga le fue impuesta en sus hombros. Su familia, su clan o la aldea. Su devoción por Konoha superó los ideales de su clan y de nuestro padre, con el único consuelo de que yo iba a permanecer con vida y evitando una guerra. Había entendido que él fue el único capaz de poner fin a las tensiones entre los Uchihas y Konoha porque dolorosamente no había alguien en quien podía confiar, su mejor amigo había muerto por esa causa. Y al final, no le importaron las consecuencias por mas devastadoras que fueran. Sacrificó su vida para mantenerme a salvo, creyendo que optaría por el camino correcto a partir de la masacre. Aunque debía admitir que hubo veces en las que deseaba que esa noche fuera su última víctima, porque a veces el dolor era demasiado para tolerar, pero me equivocaba, porque quien más había sufrido fue mi hermano.

No podía permitir que se repitiera la historia siendo Naruto el protagonista de su propia tragedia.

El mero pensamiento me estremecía al grado de provocarme náuseas. Ya no había forma de apartarme de su lado. Ya no iba a salir de la aldea, mi labor de protegerla sería desde sus interiores, y sería la sombra de mi Hokage. Quería cuidar a Naruto, ser quien que velara por él en todos los aspectos.

Desesperadamente quería compensarle los años en los que me había distanciado de Naruto, había sido egoísta creyendo que la distancia era la mejor medicina para superarlo, y aun así no fue posible, se mantenía latente, pero engrandecía cada ves que lo veía más maduro y determinante en su cargo. Haber estado a punto de perderlo hizo que mis sentimientos comenzaran a desbordarse.

Sé que no lo merecía a mi lado, me podía conformar con permanecer cerca de él protegiéndolo, y si me lo permitía, volver a verlo sonreír. La única manera de lograrlo era encargarme de Boruto. Teníamos que garantizarle su futuro y creciera junto a su equipo.

Pero tenía tanto miedo que un nudo me cerraba la garganta. El miedo que tenía Naruto, también lo tenía yo, y empecé a imaginar lo peor. Quería llorar, dolía demasiado pensar en perderlo definitivamente, que le pasara algo a Boruto, que todo lo que había construido se podría ir al carajo. No lo soporté y lloré.

Solo te pertenezco a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora