Solo te pertenezco a ti

10. A tu lado

POV Sasuke

El cantar de los pájaros anunciaban el inicio de un nuevo amanecer, sus luces cálidas se asomaban por la ventana iluminando el cuarto. Tiernas caricias trazaban mi rostro, despertándome de aquel sueño que me llevó a los brazos de Naruto, donde ardía de pasión.

Mi vista se encontró con el cielo en sus ojos, admirando la profundidad de ese azul tan característico, y hoy, en esta mañana, nunca había visto un color tan deslumbrante como el que desprendía su mirada, tan único como él. Ahí estaba a mi lado, acostado en mi cama, acariciando mi mejilla, observándome con la sonrisa más preciosa que acelera mi corazón, reservada únicamente para nosotros. Entonces entendí que no se trató de un sueño, recordé su imprevista llegada en la noche, enunciando las palabras que nunca imaginé podría escucharlas. Habíamos hecho el amor, y me encuentro amaneciendo a su lado, desnudos, más íntimos que nunca. ¿Podré tener la fortuna de despertar así todos los días?

–No puedo creer lo hermoso que eres, Sasuke. Estoy loco por ti –susurró, jugando con mi cabello.

–No puedo creer que esto sea real –me aferré a su mano, mi pecho vibraba de la felicidad. –Te soñé tantas veces, te amé en cada uno de mis sueños, y estás aquí despertando conmigo.

Arrastré mi cuerpo acercándome al suyo, disfrutando de nuestra burbuja, libre del caos externo, deseando vivir un amor eterno rodeado de su calor, de su aroma, de sus caricias, absolutamente todo de él.

–Cada noche que miraba la luna pensaba en ti y le contaba de ti. Me refugié en su luz como mi única esperanza de volver a verte. Su luz me recordaba a ti, no soportaba tu ausencia. Empecé a amar la luna por ti, porque tú eres mi luna, Sasuke. Siempre hubo luz en tu interior y ni siquiera eres consciente de ella. Brillas igual que la luna. –Parecía que me encontraba en un sueño otra vez, Naruto comparándome con la luna, así como yo lo veía como el mismo sol era irreal. Apenas podía creer lo que decía, estaba completamente atónito ante su confesión. ¿Acaso era consciente del poder de sus palabras? ¿Cómo era capaz de ver más allá de mis actos? –Todo este tiempo, todos estos años, lo único que me ha importado eres tú y me di cuenta demasiado tarde. Incluso cuando te perseguía para traerte de regreso, ya te amaba, y no lo sabía.

–No es necesario que sigas –puse mi dedo en sus labios. –Cometimos errores, pero ya sabemos la verdad y estamos juntos, algo que sólo podía ocurrir en mis sueños. Tampoco me arrepiento porque tengo a Sarada y...

¡Me había olvidado de Sarada!

–¡Sarada! –cubrí mi cara llena de vergüenza.

–¿Qué? ¿Qué sucede, ttebayo?

Cuando apareció en la ventana de mi habitación mi cabeza dejó de funcionar, mi juicio desapareció junto con la conciencia de que no estaba solo en casa. Mi cuerpo actuó por sí sólo, dispuesto a entregarme a sus súplicas. Me olvidé de todo e ignoré la presencia de Sarada en su cuarto. Para el colmo había dejado una nota debajo de la puerta: "Buen día, papá. Me reuniré con mi equipo pero dejé listo el desayuno para ti y el Séptimo. Por favor, asegúrate de poner un sello de silencio en tu cuarto".

¡Por Dios! ¡Sarada nos escuchó!

Mi cara quemaba de la pena, Naruto sufría un ataque de carcajada sin control, burlándose de la situación.

–¡No es gracioso, Naruto, soy responsable de haberle ocasionado un trauma a mi hija! –le lancé la almohada.

–Jajajajajaja, perdóname, teme. No pensé que la íbamos a despertar con tus sonidos.

–¿Mis sonidos? ¿Me estás llamando escandaloso? –me avergoncé aun más. –Que yo recuerde, un usuratonkachi no paraba de suplicar porque le hiciera suyo –recalqué, susurrándole en su oído. El recuerdo de la noche seguía muy fresco en mi mente y un calor empezó a circular por mi cuerpo, poco a poco reemplazando el momento vergonzoso.