Solo te pertenezco a ti

7. Perdóname

Sasuke

Esto era lo último que quería presenciar. Me prometí como misión de vida que jamás volvería a herirlo y nunca pensé que presenciaría la vulnerabilidad de Naruto, atrapado por el pánico. Es la persona más fuerte que conozco, con una capacidad resistente que hubiera deseado tener para enfrentar la muerte de mi familia y nunca haberme de alejado de Naruto, y ahora yacía en mis brazos. Al fin, su respiración se serenó y su corazón latía con normalidad. Sin embargo, yo estaba destrozado. Lo traicioné. Y verlo sofocado en su propio sufrimiento había quebrado algo profundo dentro de mí. Volví a fallarle. El peso de mi error se instaló en mi pecho como un dolor constante. 

Dejar la aldea y a Naruto por segunda vez no fue una decisión fácil. Sin embargo, fue necesario para rescatarme, liberarme del dolor que aún habita en mi interior y con el que he aprendido a convivir. Busqué el perdón y una reconstrucción a partir de mis crímenes, aunque era una lucha diaria. Sentí una punzada en el pecho al ver el reproche en sus ojos, porque él es la única persona que verdaderamente entiende mi dolor. Recorrer el mundo fue mi única opción para salir adelante, no por egoísmo, sino porque no podía enfrentar su mirada después de todo el daño que le hice.

Defender a Konoha desde el exterior me reveló que podía ser digno de una segunda oportunidad, del perdón de Naruto. Konoha se convirtió en mi prioridad porque Naruto era Konoha, dispuesto a dar su vida por ella. Luchaba por la aldea porque es su hogar, y él es mi eterna esperanza, mi aliento, mi refugio.

¿Acaso había sido ignorante respecto al rencor que me había guardado por haberme ido?

—¡Simplemente haces lo que mejor has sabido hacer! ¡Huir como cobarde!

Enfrentarme de esta manera parecía un mal sueño. Pensé que él, mejor que nadie, comprendería el motivo de mi partida. Desde el primer paso que me alejó de él, llevé el peso de sufrimiento. Ahora, al ser recriminado por mi decisión, el dolor me azotó de nuevo.

—¿Es en serio, Naruto? ¿Me estás recriminando por el viaje que hice? ¿Mi única forma de reparar el daño que hice? ¿El daño que te hice a ti, estúpido idiota?! —la herida que pensé que había sanado se abrió como si le hubieran arrancado los puntos de sutura—. ¡No tenía el valor de verte a los ojos después de todo lo que causé! ¡Yo merecía morir en esa celda!

Porque si no hubiera sido por él y por Kakashi, la muerte habría sido mi destino.

—¡Cállate, cállate, cállate! —me gritó con rabia.

—¡Yo no merecía una segunda oportunidad, ni siquiera tu lealtad!

—No puedo creer que a estas alturas no hayas entendido nada, Sasuke.

—¡¿Y qué se supone que debo entender?! —exclamé desesperado, sabiendo que nadie en su sano juicio perdonaría los crímenes que cometí, ni el daño que le hice—. ¡¿Porque eres mi amigo?! Incluso en la amistad hay límites, ¡y tú solo eras un idiota que no soporta perder!

¿Cómo pude haber sido tan idiota para lanzar semejante estupidez?

—¡Lo hice porque te amaba, grandísimo imbécil!

Mis pensamientos se suspendieron, como si el reproche anterior hubiera sido borrado de mi memoria. ¿Me amaba? El mundo podría haberse incendiado en llamas y no me habría importado después de esa confesión, porque no había nada más importante en mi vida que él. El impacto de su cuerpo al derrumbarse provocó un temblor bajo mis pies. Mi corazón se hizo trizas y lo tomé en mis brazos.

—No puedo... respirar— se quejó desesperado, luchando por aire. Lo sostuve con la ayuda de mi Susanoo que cubría mi brazo izquierdo.

—Naruto —sujeté su rostro, buscando su mirada—. Es un ataque de pánico, pero estás bien. Solo tienes que respirar —puse su mano sobre mi pecho—. Mírame. Respira conmigo, usuratonkachi, por favor...Respira...Respira conmigo.