Capítulo 2: Susurros dulces y amargos.

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Avanzó hasta lo que supuso que eran las escaleras principales y se quedó mirando el vacío completamente aturdido. Ésta podría ser su única oportunidad de escapar, así que se quedó sopesando las opciones que poseía en esos momentos.

No debería quedarse ahí por mucho tiempo ya que, las sirvientas estaban empezando a buscar su paradero como locas, ya que si lo llegará a encontrar el señor de la casa antes que ellas se enfrentarían cada una de ellas a un gran castigo y posiblemente a varios despidos. Tan sigilosamente como puede moverse un niño con las piernas posiblemente fracturadas avanzó hasta una puerta de madera vieja y entró a una habitación oscura. Se sentó mientras escuchaba al personal correr de un lado para otro detrás de la puerta. Un repentino dolor estalló en su cabeza mientras le venían recuerdos del tal Emmett.

Se encontraba en una cuna, una cuna preciosa llena de detalles intrincados sobre madera negra. Telas moradas lo acariciaban, y una hermosa voz le susurraba en la cercanía.

-Tan lindo, tan bonito que hasta los grandes sentirían un gran anhelo solo con verte.

Esa mujer repetía constantemente mientras acariciaba su cara, haciéndole cosquillas en la nariz provocando un estornudo.

-Tan bonito y delicado, lamento tener que dejarte tan pronto.

Sintió como se le hundió el corazón al ver que la dueña de esa hermosa voz se alejaba lentamente, impotente, solo podía llorar desconsolado levantando los brazos intentando alcanzarla.[1]

Se despertó aturdido mientras una suave voz le decía preocupada que se levantara.

Aclaró su vista y vio a una mujer con preciosos cabellos dorados y ojos verdes como esmeraldas susurrando preocupada. La identificó rápidamente, era la duquesa Grey. Su madrastra.

Se asustó e intentó escapar de ella pero la mujer le sujetó del brazo mientras le tapaba la boca, acto seguido susurró que se callara.

Una sirvienta entró a la habitación y dijo con duda:

-¿Hm? Creía haber escuchado algo.

Cerró la puerta y ambos dejaron escapar un suspiro. La miró fijamente a los ojos cuando su cabeza empezó a doler nuevamente, la duquesa le conocía, y no le despreciaba al contrario que su padre. Ella le vió en la cuna momentos después de que la persona con hermosa voz se fuera. En ese momento le dirigió una mirada preocupada al niño mientras se iba al lado de su marido.

-Sabes perfectamente que no debes armar revuelo, si lo haces lo único que harás es conseguir que te maten, Adrien no tiene ningún problema en hacer que desaparezcas, solo te mantiene aquí porque le recuerdas a Fleur-dijo preocupada mientras le ordenaba el cabello.

Salieron palabras de su boca automáticamente, como si él no fuera el que las decía.

-Si sigo quedándome callado me premiarán con la muerte.

[1]

Transmigré como un personaje irrelevante de una novela HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora