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Narra Raymond

Esta mañana he venido al cartel más temprano ante la insistencia de Rafael, no le basta con dejar mi carrera botada para preferir una falda, ¿Qué le cuesta manejar mi carrera y la de su mujer?, En fin, se hizo una muy buena fortuna con mi trabajo, cree que soy estúpido al no saber que se lleva más porcentaje de lo que merece.

Rafael no ha hecho nada significativo en mi carrera en los últimos cinco años, los contratos que ha obtenido son una mierda, si me he mantenido en el top 1, es por mí, no por su maldita magia de marketing. Estoy harto, por algo fingí estar molesto al decirme que solo sería manager de su mujer, aunque la preocupación me ronda al saber quién será mi representante, es una perdida de tiempo buscar alguien que sea bueno en estos momentos.

Aparco el auto en el cajón correspondiente del parking, al bajar saludo un par de chicas que sonríen coquetas, camino directo a la entrada principal viendo el mundo ir y venir de un lado a otro, ignoro eso subiendo al ascensor personal, presionó el último botón viendo mi móvil para distraerme.

Las puertas del ascensor se abren, salgo escuchando el silencio del pasillo, camino tranquilamente entrando a mi oficina viendo de lejos a mi secretaria sentada en su cubículo con paredes de cristal, al entrar en uno de mis lugares favoritos, puedo sentir esa calma, grandes ventanales de cristal polarizado, muebles negros con toques dorados, el escritorio de cristal con una silla de cuero giratoria.

Cuadros, certificados, son algunas cosas que adornan las paredes, un espacio diseñado a mi gusto, la comodidad que tengo aquí es perfecta. Me recuesto sobre el sofá doble, enciendo la pantalla viendo con que distraerme.

Luego de un buen rato Rafael se digna a aparecer, entra a mi oficina como si fuese su casa, lo veo mal ante eso, una sonrisa adorna sus labios sentándose a mi lado con felicidad, deja sobre sus piernas unas carpetas haciendo que lo vea interrogante.

— ¿Qué traes? — arqueo una ceja viéndolo de pies a cabeza.

— Ya conseguí tu nueva mánager, vendrá la próxima semana para que se conozcan y oficialmente se firme el contrato.

— ¿Una semana? — pregunto haciendo una mueca de disgusto — Rafael, no puedo estar sin manager una semana, tenemos cosas que hacer fuera del país — le reclamó viendo como él está tranquilo.

— No te preocupes por eso, esta semana estarás libre, yo me encargaré de dejar todo en orden para ella, trata de no dar problemas — advierte viéndome de manera gélida sin borrar su estúpida sonrisa.

— Encargate de tu trabajo y déjame en paz — respondo llevando mi vista a la pantalla — más vale que ella esté en menos de una semana — amenazo a Rafael.

— Yo me encargo, solo deja de hacer tus espectáculos — me tira una revista en mis piernas — ya me cansé de salvarte el trasero todos los días — se levanta saliendo de la oficina sin dejar que responda.

Miró de reojo la nota estúpida que han sacado de mí;

Esta noche fue visto el rey del reggaeton salir de un hotel de lujo acompañado por dos rubias, ¿a caso se aburrió de las morenas con las que fue captado hace dos años?

Tiro la revista al otro sofá centrando mi atención en la televisión, mi móvil suena de manera insistente, al ver la pantalla puedo notar que son mensajes de la chica con la que he estado saliendo hace una semana, bloqueo la pantalla para ignorar sus llamadas.

Luego de un buen rato de estar pensando que hacer, me levanto del sofá yendo a la salida de mi oficina para ir a desayunar, en silencio salgo de la disquera subiendo a mi auto, ignorando los gritos de Rafael llamándome.

La dueña de mis sueños Donde viven las historias. Descúbrelo ahora