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Narra Raymond

Mi móvil suena de manera insistente, ignoro la llamada bajando el volumen, las dos chicas en mi cama se remueven en protesta, rodeo los ojos al ver que no cortan la llamada.

Al final las dos chicas se despiertan sonriéndome coqueta, gatean hasta mí sentándose una encima de mí, y la otra a mi lado besándome el cuello.

He perdido la cuenta de las veces que he descolgado la llamada, cuando presto atención del nombre en la pantalla rodeo los ojos llevando el móvil a mi oreja, necesito dejar en claro que

Llamada

— ¿Qué quieres? — respondo molesto — dije que estaría en la oficina luego de medio día — gruño, al sentir las manos de una de las chicas acariciar mi erección viéndolas reírse con cara de traviesas.

Necesito terminar esta llamada para continuar la fiesta... Maldición

— No se en que planeta andas, pero, ¿A caso ya viste las noticias? — pregunta molesta, haciendo que muerda mi labio al ver a la morena tocarse sus senos.

— Estoy ocupado — gruñe — no jodas, estaré en unas horas — rodeo los ojos viendo a las chicas tocarse entre ellas.

— Quiero verte en la oficina en veinte minutos — ordena molesta, haciendo que esta vez mi enojo gane.

— Yo soy tu jefe, tú eres la empleada — respondo burlón, alejo el móvil para poder soltar un gruñido de placer al sentir la boca de la pelinegra sobre mi miembro.

— No me retes Ayala — escucho que amenaza cuando acerco de nuevo el móvil a mi oreja, con mi mano libre tomo del cabello de la chica para llevar el ritmo de la mamada.

— Deja de joderme un rato — cuelgo tirando el móvil en la mesita de noche.

Continuando lo que hace un par de horas deje, tengo condones demás, al igual que energía.

•°•°•

Luego de un buen rato, me despido de las chicas viéndolas desde la puerta irse en el Uber que les pedí, me adentro a la casa subiendo hasta la habitación quitándome la bata, camino desnudo hasta el baño para darme una relajante ducha.

Mi paz dura poco, cuando salgo de la ducha con una toalla alrededor de mi cintura y la otra secando mi cabeza, escucho un auto aparcar en la acero, al asomarme en el balcón, veo la camioneta de Rafael, haciendo que maldiga en silencio.

— ¿Es en serio? — me pregunto a mi mismo al verlo bajar e ir directo hacia la puerta.

Entró al vestidor buscando un conjunto cómodo, pantalón deportivo con bolsillos en frente, camisa de cuello redondo, unos tenis, lentes de sol y gorra, cuando estoy casi listo, escucho que tocan la puerta.

— Si piensas que iré abrirte, estás idiota, me estoy vistiendo — hablo en voz alta, mientras estoy agachado atando los cordones de mis tenis.

— Es necesario que vayas al cartel, Jade te necesita — grita detrás de la puerta.

— Creo haberle dicho a mi secretaria que iría a medio día — respondo en el mismo tono buscando el reloj que mejor combine.

— Yankee, te están comiendo vivo en todas partes, necesitas arreglar esto o puede afectarte — rodeo los ojos tomando mis cosas para salir del vestidor.

— Les estoy dando de qué hablar a esos idiotas — guardo mi móvil yendo hasta la puerta.

— Eso afecta a la disquera, tú sabes lo que pasa en el negocio cuando comienzan a meterse en polémicas — al abrir la puerta, está parado justo en frente.

La dueña de mis sueños Donde viven las historias. Descúbrelo ahora