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Narra Raymond

Despierto al sentir un cuerpo ajeno a mí, acomodarse mejor entre mis brazos, abro los ojos viendo a la chica más hermosa, pero, muy ninfómana, vaya que me ha dejado seco.

Me sorprende todo lo que hicimos, la cantidad de condones que usamos, esa manera tan coqueta de pedirme sexo salvaje, fue jodidamente perfecto. La necesito para toda mi vida, la haría la mujer más feliz del mundo, si tan solo con existir yo soy feliz, le pagaría lo que ella me pida por tener una noche como la de ayer.

Me recuesto de lado para verla mejor, luego de un rato intentado dormir, abro los ojos al sentir unas manos acariciar mi mejilla suavemente.

— Ray — susurra dejando un beso en mi barbilla — despierta — abro los ojos lentamente viéndola sonreír.

— ¿Qué pasa? — murmuró al verla tan tranquila — ¿Tienes hambre? — ella asiente intentado levantarse soltando un quejido — te dije que quedarías adolorida — me río.

— Nunca imaginé que eso fuera verdad — se ríe sentándose entre muecas de dolor — necesito una pastilla — bosteza mientras estira sus brazos.

— Revisaré si tengo algo en la mesita de noche — busco entre los cajones hasta encontrar lo que necesitaba — antes de tomarlas, pediré algo de comida.

— Me daré una ducha — se levanta de la cama yendo tranquilamente al baño.

•°•°•°•

Besos, coqueteos, caricias, fueron el mayor sueño de esta vida, verla al despertar fue felicidad absoluta, desayunar en la cama viendo televisión me encantó esa idea.

Para mí fue doloroso saber que eso no sería de todo los días, que al final del día ella debía marcharse, y todo lo que estaba evitando, se hizo realidad. La vi vestirse para llevarla a casa, ayude a recoger sus cosas subiendo todo al auto, no quería soltarla, no ahora que había probado de ella.

— Jade — la llamo antes de subirnos al auto — ¿Qué pasará mañana? — pregunto al verla confundida caminando hasta mí.

— ¿A qué te refieres? — pregunta — Ray, explícame — pide rodeando mi cuello con sus brazos.

— ¿Mañana todo volverá a la normalidad? — mi voz suena un poco más apagada — tú seguirás siendo la chica felizmente casada, yo, un tipo que no tiene un rumbo exacto de la vida, ¿O qué pasará?.

— Nos hemos quitado las ganas, si esto sucedió, fue por qué yo misma te pedí que lo hicieras, no puedo pedirte que seamos mi amante o fingir que nada paso, por qué en realidad paso muchas cosas, tampoco puedo decir que dejaré a mi esposo por ti, eres alguien que no le gustan los compromisos, eres un alma libre, en cambio yo, sería difícil dejar a mi pareja de años, soy una persona que se toma las cosas muy en serio — con sus pulgares acaricia mis mejillas viéndome a los ojos.

— Podría cambiar si tú así me lo pides — murmuró con sinceridad — si tanto amas a tu esposo, ¿Por qué fallaste anoche? — pregunto fingiendo que no me afectan sus palabras.

— Él me falló hace un par de semanas, y yo también pague con esa moneda, sin embargo, lo que pasó entre nosotros fue muy especial y único, mientras Alex no esté en la ciudad, podemos fingir ser buenos amigos — deja un beso corto en mis labios — llevemos la fiesta en paz.

— Eso espero — la tomo del cuello antes de volver a besarla.

Disfrutaré cada momento que ella me permita, posiblemente sea la única oportunidad de sentirla mía, a pesar que no lo es.

La dueña de mis sueños Donde viven las historias. Descúbrelo ahora