Capítulo 5.- El encuentro

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A la mañana siguiente, me dolía mucho la cabeza. Efectos de la maldita pastilla. Eran las 7 y entraba a clases a y cuarto. Debería darme prisa.

Salí corriendo escaleras abajo, mi padre estaba tomándose su café como siempre, mientras que leía el periódico.

-Buenos días.- le dije un poco tensa. - no sabía como iba a reaccionar después de lo de ayer.

- Hola.- me miró y siguió con su interesante lectura.

Bien.

-Eh... ¿y mamá?.- pregunté mientras que me llevaba un trozo de tostada a la boca.

- Se ha ido a su nuevo trabajo.

-¿Cómo?... ¿cuándo le han dado un trabajo?.- pregunté sorprendida.

-Ayer pero como te fuiste no creo que te importara mucho.

No quería seguir hablando. No de esta forma tan violenta . Sinceramente no sé porque estaban así, el que causó todo fue el gracioso de su jefe.

-Yo... lo siento, tampoco quería irme. Sólo es que... William dijo cosas bastante inapropiadas, ¿no crees? 

-No empieces por ahí Sarah, siempre estás haciéndote la víctima sobre todo desde la muerte de tu abuela. Bastante tenemos con llegar a fin de mes para que te hayamos llevado a un psicólogo. Ayer tuve que improvisar diciendo que estabas acostumbrándote a este cambio. Deja de portarte como una niña chica , tienes 17 años por el amor de Dios.

Solté lo que pareció un intento de risa sarcástica y me marché.

Supongo que pueda que sea verdad. No sé que pensar ahora mismo. Mi abuela era la persona que más cariño me tenía. Mi padre siempre estuvo trabajando y mi madre siempre ha sido un poco distante conmigo. La que estaba conmigo en los malos y en los buenos momentos fue mi abuela. Siempre fue ella. Tras su muerte me dejó destrozada. 

Con el uniforme puesto, cogí mi mochila vacía y me dirigí a mi escuela.

Otra nueva desgracia que superar.

Madre mía. Era gigante. La puerta principal debía de medir unos 20m. Sin exagerar. El patio también era inmenso. Estaba lleno de árboles de diferentes tipos, una pista de baloncesto, de tenis y de rugby, un gimnasio dónde se podía percibir una piscina y en la otra esquina, se hallaba un lago bastante bonito lleno de patos y peces, rodeado de bancos para sentarse.

Si esto estuviera en el "Hamptons" ya lo hubieran destruido todo.

Me reí de mi propia idea. El edificio tenía 6 alas. Allí también estudiaban los de primaria, es por eso, que estaba dividido en dos terrenos separados por una valla con pinchos. Las alas 1,2 y 3 pertenecían a los más pequeños mientras que las restantes eran para los estudiantes de secundaria.

Se ve que hay buena seguridad.

Mi año correspondía con la última ala, la 6. El pasillo era muy largo, lleno de alumnos hablando entusiasmados por lo que van a hacer las vacaciones próximas. No lo he dicho, pero en Francia cada mes tienen 2 semanas de vacaciones. Es alucinante. Creo que podría acostumbrarme.

Miré mi horario y me tocaba matemáticas. Genial. Creo que hasta podría preferir tener educación física.

Cuando entré todos estaban sentados en sus respectivos asientos. Me enrojecí de la vergüenza.

El primer día y ya vas mal.

Cállate ya.

La profesora se giró al verme y me sonrío cálidamente.

Cambios de vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora