Capítulo 3.- La hora de partida

369 11 1
                                    

La semana fue agotadora. Estuve estudiando con la Sr. Laurine, una señora de unos 70 años, bajita y con pelo canoso. También conocida como mi vecina favorita. No había ningún sólo día que no me gritara.

- ¡SARAH! Por el amor de Dios, ¿PUEDES LEER BIEN ESTA FRASE?- gritó desesperada.

Vale, que conste que no soy muy buena en los idiomas pero no es para que se ponga así.

- Ehh, sí claro.- carraspeé.- Boin sore , eh-e je su d'Inglater.

La Sr. Laurine se golpeó la frente con la mano y suspiró.

-De acuerdo, mejor vamos a empezar con los números.

Tras unos largos veinte minutos, pude decir de forma decente los números del 1 al 100 sin trabarme. Me sentí orgullosa de mí misma por unos segundos.

Felicidades, ya sólo te falta una boina y parecerás una de ellos.

- Bien, hemos avanzado.- Laurine sonrío satisfecha.- Falta poco para que os marchéis así que necesito un poco más de esfuerzo, ¿vale, Sarah?.

Estuve los últimos 3 días estudiando por las noches. Mis ojeras se podían ver a kilómetros. Me di cuenta que en realidad, la gramática no era muy difícil, sólo había que saber cuando utilizar cada cosa.

Oh, no me digas.

- El passé compossé no lo llego a entender.- le dije a mi madre mientras le ayudaba a hacer las maletas.

-¿No te lo ha explicado Laurine?

-Sí, pero sigo confundiéndolo con el imparfait.

En ese instante, aparece mi padre con unos pasaportes en la mano.

-Pero, ¡Mírate! Si lo pronuncias bien y todo .- se acerca y me revuelve el pelo como lo hacía cuando era pequeña.

Todos nos empezamos a reír. Echaba de menos esos momentos.

Dimos una vuelta por la casa para asegurarnos que no se nos había olvidado nada. Llegué a la habitación de mi abuela y no pude aguantar la tristeza que me seguía causando su ausencia. Era como si fuera ayer cuando las dos estábamos preparando nuestro típico chocolate caliente para ver la telenovela que tanto le gustaba.

Le escribí un mensaje a Lena y a Corbyn para avisarles que ya me marchaba. No tardaron en responderme.

Lena: ¡Buen viaje guapísima! ¡Manda fotos del paisaje! Ya sabes, "el otro paisaje".- me manda un emoji guiñando el ojo.

Corbyn :Sarah, avísanos cuando llegues. Cuenta con nosotros para lo que sea.

Sin duda, son los mejores amigos del mundo. Les envié algunos cuantos selfies míos lanzando besos y apagué el móvil.

El aeropuerto, a pesar de ser las 7 de la mañana, estaba completamente lleno. Hijos despidiéndose de sus padres, parejas llorando desconsoladamente, turistas emocionados...

Después de más de 2 horas, entramos en el avión y estaba muy nerviosa. En mis 17 años de vida no había tomado ninguno.

Mi padre me dio un chicle porque supuestamente se te taponan los oídos por la presión.

Al final, el trayecto no me pareció pesado, salvo un pequeño incidente: Una madre que estaba sentada al lado mía con su bebé, me tiró un potito en la blusa. Tuve que ir al baño y no para limpiármelo. Sentí náuseas y estuve allí hasta que una azafata me llamó para volver a mi sitio ya que pronto íbamos a aterrizar. Así que, prácticamente estuve casi todo el viaje en el baño.

Cuando  bajamos del avión, mi madre comenzó a chillar de alegría y mi padre sacaba fotos.

Creo que eres  la única normal de la familia.

Pedimos un taxi que nos llevó a nuestra casa. La nueva casa de los Thatcher.

Cambios de vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora