Capítulo 8.- la tentación

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Nathan

El beso de Sarah me dejó un poco perdido. Nunca había sentido eso por nadie. Creo... que hasta me puso  cachondo... y joder, fue solo en la mejilla. No me quiero imaginar si ocurriera otra cosa. 

Cuando llegué a mi casa, me di una ducha fría para bajar la tensión del momento. Me puse unos calzones con una camiseta deportiva y, me recosté en la cama.  Estuve pensando en formas para conquistarla, pero no me venía nada en mente. Así que recurrí a mi aliada. 

- Siri, ¿cómo puedo ligar?. 

Suenas patético. 

- Lo siento, no puedo ayudarte. Intenta con otra pregunta.

Maldita máquina.

- Te estoy diciendo que me digas como puedo hacer que una chica se fije en mi.

- No entiendo tu pregunta.

- A la mierda.- dije mientras tiraba el móvil a la otra esquina de la habitación.

Me toqué el pelo frustrado. Mañana, ella vendría a casa y, no podía estar más nervioso.

En ese momento, Sophia, la nueva mujer de mi padre, entró.

- Nathan, ¡a cenar!.

Al bajar, sólo había un plato en la mesa.

- Cielo, tu padre y yo vamos a una comida de empresa. Llegaremos tarde, no nos esperes despierto.- dijo mientras que me daba un beso en la frente.

- Vaya qué novedad, nunca estáis.- resoplé tirándome en el sofá.

Se disculpó unas cuantas veces, prometiéndome de recompensarme con un aumento de la paga. Siempre las arreglan con el dinero y precisamente es lo que menos me importa.

Lo sé, parecerá raro, pero prefiero el cariño y el apoyo de mi familia, antes que el estúpido dinero.

Aw, eres tan dulce.

Tras la comida, fregué mi plato y volví a mi habitación.

Me dediqué a mirar las becas para universidades de medicina. Mi sueño era ser un gran esgrimista, cosa que mi padre veía una gran pérdida de tiempo ya que no me serviría para el futuro.

                                                  .   .    .     .      .     .        .


El dichoso despertador sonó, sobresaltándome. Qué bien, otro día más de mi insignificante vida.

Vas a ver a tu amada, Sarah.

Es verdad, eso está mucho mejor.

Ya en clases, busqué con la mirada a Sarah. La encontré hablando abiertamente con Amanda. Estaba preciosa.  Llevaba el pelo recogido en un moño, aunque, algunos mechones estaban sueltos por sus hombros.

Me acerqué a saludarla.

- Buenos días, rubia.

-Hola, listo.- me sonrió.

-Te recuerdo que hoy vienes a mi casa.- dije mirándola fijamente.

-Sí, eso parece. Oye, respecto al beso de ayer... fue una tontería, olvídalo.

-Eh n-

El grito de la Sr. Manon hizo que todos nos calláramos. 

Nos fuimos a nuestros respectivos asientos que, desgraciadamente, estaban cada uno en una esquina de la clase. No tuve más remedio que prestar atención a la profesora de biología. 

A la hora de salida, la esperé en la puerta principal, como un niño pequeño.

-¿Nos vamos?.- le pregunté mientras que ella bajaba las escaleras. Luego hablaríamos sobre el beso.

Sarah asintió.

Mientras que andábamos hacia mi casa, comenzó a llover.

Le di mi chaqueta para que se cubriera, aunque no creo que sirviera para mucho. Estaba diluviando.

Nada más llegar a casa, le dije que se podía dar un baño y que le podría prestar alguna ropa seca.

- No n-o hace falta, Nathan. 

- Por favor, no quiero que cojas un resfriado por mi culpa.

Al final, aceptó y se metió en el baño. Yo, mientras tanto, rebusqué en el armario de Sophia. Encontré un jersey y unas mallas. Supongo que esto podrá servir. 

-Sarah, toma.- le tendí la ropa en el baño, tapándome los ojos.

- ¡Nathan!, ¡largo de aquí, pervertido!.- gritó histérica.

-Vale, vale ya me voy.- dije entornando los ojos.

Unos 10 minutos después, ya había salido del baño completamente vestida.

- Bueno, ¿empezamos con el trabajo?.

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