Capítulo 18.- Olimpiadas de primavera

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La preocupación se percibía en el ambiente. Nuestro instituto estaba preparando todo para el gran día. El día de las Olimpiadas. Teníamos que competir con colegios bastante importantes de diferentes zonas de Francia.

Estaba muy nerviosa. Había sido seleccionada en atletismo gracias a mis compañeros y, no pensaba fallarles. 

Durante la semana estuve asistiendo a clases extras con mi entrenador y tuve que invertir mi tiempo libre en correr por las calles de París. 

Sí, fue realmente agotador. Mi alimentación se basaba en raciones de frutas, verduras y pescado, un duro entrenamiento durante unas 12h al día y el sueño de un poco menos de 8h.

También tuve que dejar los estudios a un lado y... los pensamientos sobre un moreno con ojos verdes que por si fuera poco, estaba siempre junto a su gran hermanita Madison.

Todo el mundo la adoraba.

                       •   •   •   •  •

Las gradas estaban repletas de gente y de pancartas donde se mostraba el equipo al que animaban.

Yo, me encontraba junto a otras chicas en los baños, terminando de ponernos nuestra vestimenta.

Lena me había avisado minutos antes de que estaban tomando un avión para venir a verme.

Junto a la fuente del recinto , mis padres se encontraban hablando animadamente con William y su mujer, mientras que Nathan miraba aburrido.

El silencio se expandió por todo el área tras anunciar nuestros nombres por un megáfono.

Al salir me llevé una gran sorpresa. Mi rival era Madison.

Ella movió su largo pelo negro recogido en una alta cola y sonrió mostrando sus perfectos dientes, provocando aplausos por parte del público.

Por mi parte , sólo me dediqué a saludar.

- Buena suerte, porque la vas a necesitar . - Madison me tendió su mano.

-Lo mismo digo. -me límite a pasar por su lado sin ni siquiera estrechar nuestras manos.

El silbato indicó que corriéramos.

Iba por delante de ella, saltando los obstáculos a gran velocidad.

En la 2° vuelta, Madison aceleró más de lo que me esperaba, quedando empatadas.

Llegando a la línea de meta, la pelinegra me pisaba los talones. Después, solo noté un dolor  agudo en la pierna y poco después caí al suelo.

Me había tirado.

Ella, tocó la línea. Gritando en victoria. Su equipo comenzó a aplaudir.

Yo solo podía retorcerme del dolor en el suelo.
Minutos después, unos brazos fuertes me agarraron por detrás.

-Eh, eh. Sarah, mírame. Vamos a salir de aquí.

Nathan me miraba preocupado mientras que me sujetaba la cara con dulzura.

- ¡Eres una completa imbécil!

- Lena, déjala.- dijo Corbyn sujetándola para que no pegara Madison.

Unos enfermeros me subieron a una camilla.

- Lo siento, sólo puede venir un acompañante.

Nathan se apresuró a subirse en la ambulancia.

Al llegar al hospital, estaba mareada.  Mi pierna dolía horrores y los movimientos bruscos de la camilla no ayudaban.

- Joder, ¿queréis ir con un poco más de delicadeza?

- Mira chico, no te metas. Tenemos que ir cuanto antes a la sala de operaciones

- Me importa una mierda. Yo voy con vosotros.

El sudor corría por mi frente. Al abrir levemente los ojos, vi la cara de un médico.

-Bien, siento decirte que voy a tener que operar. Tienes un desgarre femoral.

-¿Y a qué espera? Comience ya de una maldita vez. - Nathan habló por mí.

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2 horas más tarde, desperté en una sala completamente diferente. Me encontraba conectada a una máquina y mi pierna estaba vendada.

En ese momento, las puertas de la habitación se abrieron de par en par, mostrando a 2 padres muy preocupados.

-¡Sarah! Cariño, lo siento tanto.

Mi madre me tomó la mano.

- Pero tenemos buenas noticias. Mañana podrás salir del hospital aunque irás a rehabilitación.

Mi padre dio un paso hacia mi, sonriendo.

-  Hemos traído a alguien que quería verte.

Entró una chica con pelo negro

- Ma- Madison?. - tartamudeé.

- Hola. Perdóname. No fue mi intención. - su cara mostraba arrepentimiento

-Cielo, luego hablamos. - mi madre me besó la frente.

Nos quedamos solas en la habitación. El pánico se extendió por mi cuerpo.
Quería irme de aquí.

Madison se sentó en una silla próxima a mí y, con el paso de los segundos su rostro cambió completamente.

-  Has tenido suerte de que sólo haya sido la pierna. Podrías haberte golpeado en la cabeza.  Hubiera sido una lástima. ¿No crees?

Tragué saliva con fuerza.

























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