Capítulo 10.- El comienzo de algo

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Sarah

Me dejó impactada, aunque actué todo lo contrario.

Estás hecha toda una fuckgirl.

Mi cuerpo lo necesitaba más cerca. Le agarré la camiseta y le planté otro beso. Este fue más sensual, comenzamos lentamente hasta que Nathan comenzó a besarme de una forma mucho más agresiva. Me agarró de la cintura, levantándome y poniéndome a horcajadas, sobre sus piernas.

Era una sensación maravillosa. Ya entendía porque Lena siempre se molestaba cuando Corbyn no le correspondía el beso.

Tiré de su pelo hacia atrás, provocando un gruñido por parte de él. Eso me excito bastante. No puedo negarlo y, más cuando me agarro el culo con una mano. Dios....

El sonido de la puerta de mi casa abriéndose, provocó que nos detuviéramos.

Mi madre miró en el interior del coche, yo me bajé rápidamente de Nathan avergonzada pero, entonces, caí en la cuenta de que su coche era tintado, es decir, nadie que estuviera fuera podía ver lo que ocurría dentro. Menos mal.

Me retoqué el pelo con la mano y él se quitó algunas arrugas de su camiseta. Ambos seguíamos con la respiración entrecortada y los labios levemente abiertos.

- Esto... supongo que es hora de que entre en mi casa.

-Sí... creo que sí.- suspiró.

- Buenas noches, Nathan.

- Adiós, rubia.

Salí del coche y mi madre me miró con el ceño fruncido.

- ¿Por qué has tardado tanto tiempo en salir?

-Eh... mamá acabo de llegar. No seas exagerada.

-Bueno... venga entra.- entornó los ojos.

El olor a pasta invadió mis orificios nasales. ¡Por fin íbamos a comer algo decente!

Mi padre estaba viendo un programa de los que a él le fascinaba, sobre como montar muebles. Sí, algo raro.

Después de comer, subí a mi cuarto. No dejaba de pensar en lo que acabábamos de hacer. Era imposible. No parecía yo.

Esta nueva Sarah es mejor.

Necesitaba contárselo a alguien, no tenía muchas opciones, por lo que opté en llamar a Lena.

- ¡Anda pero a quién tenemos aquí! ¿Qué tal parisina?

- Me he besado con un tío buenorro.

Qué discreta.

- ¿QUÉ? ¿LO HE OÍDO BIEN?. ¡Necesito todo los detalles! Por favor, dime que se la has puesto dura.

- ¡Lena!.- me sonrojé al instante.

- Sarah, cariño, es lo más normal del mundo. Si yo te contara sobre Corbyn cuand-

- Vale, vale ya me lo imagino. No quiero saberlo.

-Como quieras... volviendo al tema, ¿quién ha sido el afortunado?

- El hijo de... William.- confesé.

- ¿¿Con Nathan?? ¿No decías que era igual que el padre? Sarah, eres una cabrona.- comenzó a reírse como si no hubiera un mañana.

-¡Oye! pensaba que lo era, es decir se lo dije en la cara y todo, pero me equivoqué . Lena, yo... no sé lo que me pasa.

- Querida, bienvenida al amor... Aunque como me entere que sólo te quiere usar, ¡iré a su casa y le escupiré en la cara!.

-Gracias, creo que ya me siento mejor.- dije con sarcasmo.-... te echo mucho de menos. Espero verte en las vacaciones.

- Nosotros también. Ojalá,el de tecnología nos ha puesto 3 exámenes, el muy capullo. Voy a tener que estar estudiando todas las vacaciones.

Nos pasamos toda la noche hablando sobre nuestros dramas del instituto y de los pesados de los profesores. Cuando llegó la 1 decidí irme a dormir. Mañana sería el día de la exposición del trabajo, y no es que sea muy buena hablando en público.

Me estaba lavando los dientes cuando un mensaje llegó a mi móvil, sin embargo, como estaba tan cansada no lo miré. Sería Lena para decirme cualquier tontería sobre el sexo. Sí, se estaba poniendo muy pesada explicándome posiciones y diferentes trucos para ser buena en eso. Como si fuera a hacerlo con Nathan... sólo nos habíamos dado un simple beso.

Sisi, lo que tú digas.

Al levantarme por la mañana, miré los mensajes.

Nathan: Rubia, qué no se te olvide que mañana tenemos la exposición.

Nathan: ¿Ya estás dormida?

Nathan: Buenas noches, Sarah.

Tu dulce amado te espera.

Saludé a mis padres, mientras que me llevaba un croissant a la boca y salí disparada hacia la puerta. Faltaban 5 minutos para que las puertas del recinto se cerraran. No me iba a dar tiempo.

Comencé a correr como una lunática. Llegando cerca del centro, un coche fue reduciendo la velocidad.

Acelera, que te van a raptar.

No podía más, las piernas me estaban fallando, y el coche estaba cada vez más cerca. Se bajó la ventanilla, viendo a Nathan.

- ¡Eres un idiota! Casi me da un infarto.

Él no paraba de reírse.

- Tendrías que haber visto tu cara, parecía que habías visto al mismísimo demonio.

Me crucé de brazos indignada.

- Súbete que vamos a llegar tarde.

Cambios de vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora