Capítulo 11.- Dylan

374 14 4
                                    

Aunque íbamos en coche, llegamos igualmente tarde. La profesora nos dio una charla delante de toda la clase, sobre lo importante de llegar puntual y, de tener buenos modales. Como castigo, nos obligó a ser los primeros en exponer.

Mi corazón salió disparado. Nathan debió de notar mi nerviosismo porque entrelazó sus dedos con los míos.

Fueron los 30 minutos más largos de mi vida. Cuando finalizamos,  la clase empezó a aplaudir.  Después de todo, nos había salido bastante bien y la profesora nos sonreía con satisfacción.

- Muy buen trabajo, chicos. Pero os vuelvo a repetir que el próximo día hay que llegar mucho más temprano.

Asentimos y cada uno volvió a su sitio.

Las demás horas fueron iguales de aburridas. Lo más interesante fue el recreo. Estuve con Amanda y  su grupo de amigos. Me cayeron genial, eran simpáticos.

Respecto a Nathan, no lo vi más. Estaba ocupado practicando para un combate que tenía la semana que viene...

Acostúmbrate a ello.

En realidad, todavía no sé lo que somos. Es algo... extraño.

De camino a casa, me encontré a un vecino. Lo saludé animadamente.

- Hola, guapa. He visto  que tenéis visita.

¿Cómo?

- ¿Visita? ¿Sabes quién ha venido?

- No, pero a tus padres se les ven muy animados, y , raro es que ocurra eso.

Los dos nos echamos a reír.

- Sí, la verdad que pocas veces ocurre. - murmuré.

Me despedí prometiéndole contarle luego con detalles la gran visita. Es igual de cotilla que yo.

Aceleré el paso, la curiosidad me estaba matando.

Aunque pensándolo mejor, puede que fuera William. Oh no, por favor que no sea él.

-¿He cambiado tanto para que no me saludes?  - río alguien  a mis espaldas

- ¿Dylan?

Lo vi parado en la entrada. Salí corriendo a abrazarlo. Él me elevó en sus brazos.

- ¡NO PUEDO CREER QUE ESTÉS AQUÍ!

- Bueno, hacia tiempo que no nos veíamos y ya que, te has mudado a Francia, he aprovechado la oportunidad.- comentó con su sonrisa traviesa .

Dylan era mi mejor amigo de la infancia, mejor conocido como mi crush. Vivía también en Shaftesbury, pero se marchó muy pequeño a Francia con sus padres.

Qué coincidencia, ¿no?

- Lena y Corbyn se van a quedar flipando.- dije sacando el móvil.

Él es rubio, con ojos verdes esmeralda. Muy alto casi como Nath- eh- quiero decir es bastante alto.  Por lo que veía, practicaba algún deporte ya que tenía un buen cuerpo. Se parecía  a los sexys surferos que ves un día en la playa y, que no vuelves a encontrarlos jamás.

-Sarah, ¡qué grande estás!.- la madre de Dylan se me acercó dándome dos besos.

- Y preciosa.- añadió el padre.

Sus padres eran como mi 2º familia. Cuando éramos pequeños, nos recogían del colegio , pasando toda la tarde en el parque y  con cualquier juego de mesa.

- Bueno, ¿a qué esperas para enseñarme la ciudad?.

- Ehh, ¿pero no has venido nunca? .- pregunté sorprendida.

- Si cuenta DisneyLand, sí.

Me empecé a reír.

- Anda, vamos.

Primero fuimos al arco del triunfo, que, desgraciadamente estaba en obras, así que sólo se podía ver medio monumento.

- Oye, eres una enana eh.

- ¡Imbécil! mido 1,68. .-entorné los ojos.

- Para mí, sigues siendo baja.

Le saqué la lengua.

Pasamos por mi instituto. Estaba lleno de gente. No lo entendía.

- Esto es Saint Romain, donde estudio. 

- ¿Están montando una fiesta sin ti?.- frunció el ceño mientras que se asomaba.

- Pues... la verdad que no tengo ni idea. No me he enterado de ninguna celebración.

Dylan me tomó de la mano y me llevó a dentro. Todos se dirigían al ala de esgrima.  Había mucho ruido.

Sentí que me asfixiaba, no me gusta estar alrededor de mucha gente y más si estamos muy cerca así que, aparté bruscamente a todos lo que pasaban por nuestro lado.

Por fin podíamos ver lo que ocurría.

Madre mía.

Mi boca abierta de par en par y, la cara de Dylan lo dijo todo.

En el suelo había un chico escupiendo sangre y al lado... estaba Nathan.

-¡Sarah!

Me giré y vi a Amanda bastante preocupada.

- ¿Q- qué ha pasado?

- NATHAN HA EMPEZADO A DAR GOLPES PORQUE LO QUIEREN SUSTITUIR EN EL COMBATE.- gritó por encima de la gente, para que la oyera bien.

- ¿Y el entrenador dónde está?

- No lo sé, Sarah... él, esta fuera de control. Tienes que hacer algo.

Lo dice como si tuvieras poderes para arreglarlo.

Miré un momento a Nathan y nos sostuvimos la mirada. Se fijó en Dylan y en nuestras manos todavía unidas . Noté que se le tensaba la mandíbula.

No sabía que estaba haciendo pero, cogí la valentía de ponerme enfrente de él de brazos cruzados.

- ¿Se puede sab-

- ¿Quién coño es ese, Sarah?.- me cortó fulminándome con la mirada.

Cambios de vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora