Capítulo 15.- Hogar dulce hogar

321 9 5
                                    


Sarah

Dylan y sus padres se marchaban y, las vacaciones acababan de empezar. ¿Necesitaba algo más?.

Sí, que tus padres se lleven bien con tu novio.

En fin, mi conciencia algunas veces puede ser muy sincera.

Respecto a este tema, no sé qué puedo hacer para que dejen de odiarlo. Debería contárselo a Nathan. Quizás, podemos encontrar alguna estrategia. De momento, seguiríamos manteniendo nuestra relación en secreto. 

Pero ahora, debía centrarme en terminar de hacer la maleta. No recordaba que tenía tanta cantidad de ropa. Supongo que será por la bolsa de shein que me envió mi tía Marine tras sufrir uno de sus ataques de falta de amor y cariño por nuestra lejana distancia.

No digas eso, que todos sabemos que la adoras.

Es cierto.

Y sí, iba a pasar la semana en Shaftesbury. Por fin, volvería a ver a Lena. Estos dos últimos días estuvo muy pesada después de contarle mi aventura en los baños del instituto. Me ha obligado a narrarle todos los detalles. Todavía se digna en enseñarme más aspectos sobre el tema.

La voz de mi madre, me obligó a cerrar la maleta de un tirón y bajar las escaleras a toda velocidad.

- ¿Pero se puede saber que estabas haciendo? Vamos a perder el vuelo. - dijo mientras me empujaba hacia el exterior de la casa.

Esta vez, el viaje se me hizo muy corto. Será, porque estuve dormida todo el tiempo. Mi padre tuvo que gritarme en el oído.

                                                                              .  . . . . 

Lo que vi en la sala del aeropuerto me dejó totalmente avergonzada. Allí, estaba Lena sonriendo alegremente a todos los pasajeros, subida en los hombros de Corbyn, quien tenía cara de querer asesinarla. Ella movía una pancarta bastante grande con purpurina. A medida que me iba acercando, pude percibir lo que ese trozo de papel contenía.

SARAH ERES UNA FIERA. SE ACABÓ TU ÉPOCA VIRGEN.

Qué buena bienvenida.

Me acerqué apresuradamente, provocando un chillido de emoción de Lena al verme. Le di un golpe a Corbyn para que inmediatamente la bajara. Cogí la pancarta y la tiré roja de vergüenza en la papelera de la esquina.

Menos mal que mis padres estaban lo suficientemente distraídos para que no se fijaran mucho en mis dos amigos y en el numerito de hace pocos minutos.

Luego, los abracé fuertemente a ambos. Lena me estrujó rompiendo en llanto. Corbyn me sonreía. Una lágrima se deslizó de su ojo. No me lo podía creer.

La primera vez que lo vemos llorar.

- Por fin vuelves, se te ha echado mucho de menos. Yo sobretodo , Lena me estaba dando muchos dolores de cabeza porque necesitaba consejos de chica. - bufó Corbyn.

- ¡Mentiroso! ¡Eso no es verdad!. Sarita tienes que entenderme, este tonto no quería ir a un spa.

- ¡Pero si te dije que si! Y fuimos al salón canino para Rocky. Tendrías que haberlo visto, el pobre perro parecía una rata mojada con un lazo alrededor del cuello. Y me costó un dineral, el tratamiento.- me miró indignado.

- Vale, ¡sí! pero no me llevaste al baile de disfraces.- hizo un puchero.

- El baile de disfraces para niñas de 6 años, Lena. Las madres nos miraban con mala cara.

Sí, hogar dulce hogar. Estuve todo el camino hacia mi casa, escuchando las quejas de los dos por cualquier cosa. Sólo me limité a sonreír.

                                                                             .  . . . . 

Al día siguiente, Lena me llevó prácticamente a rastras al centro comercial. Por cierto, no es que fuera muy grande, podía tener unas 8 tiendas y unos 2 bares.

Entramos en algunas tiendas básicas de ropa hasta que Lena me hizo una mirada de picardía hacia una de lencería.

- Oh no.

-Oh sí.- ella sonrió malévolamente.

Tuve que probarme de mala gana unos conjuntos que por lo que decía Lena eran arrebatadoramente sexis y que se le caería la baba a Nathan.

Lena me compró uno negro con unos bordados muy bonitos.

Espero no tener que usarlo nunca.

En Francia lo estrenarás con alguien.

Parece que lo hubiéramos invocado porque, mientras nos estábamos tomando un helado, mi móvil de dentro de mi bolsillo, sonó. La graciosa de mi amiga lo cogió y su mirada se deslumbró al ver el nombre de la persona que llamaba.

- Vaya, vaya.¡ Pero si es nuestro parisino favorito!.

-Lena, ¡dame el teléfono! ¡Me ha llamado a mí!.

Intenté quitárselo de las manos pero ella era muy ágil y esquivaba todos mis movimientos.

- Sarita, voy a hablar con tu noviecito. Quiero decirle unas cosas.

- ¿¿QUÉ?? ¡No! Ni se te ocurra.

Lena se adelantó mientras que descolgaba el teléfono.

-¡Te voy a matar!.- dije mientras corría tras ella.

-¡ Hola, hola Nathan! Mira soy la mejor amiga de tu novia, Sarah. ¡Cómo me entere que le haces algo malo, prepárate porque eres hombre muerto! Iré a Francia y te cortaré los huevos. ¿Me has entendido?.

Después, tranquilamente, me dio el móvil con una sonrisa angelical.

Yo, seguía teniendo la cara descompuesta.

- Eh...

Surgió una risa al otro lado de la línea .

- Por lo que veo estás bien acompañada. Tienes una gran guardaespaldas.

Suspiré.

-La verdad es que sí. Puedo estar tranquila.

- Y...¿qué tal?¿ Ya has hecho algo interesante sin mí?.- lo pude imaginar tumbándose en la cama con su sonrisa socarrona.

- Bueeno... si te vale, he estado haciendo unas tortitas con mi tía y se nos han quemado todas. Casi se nos incendia la casa. Mi madre estuvo corriendo agitada de un lado a otro intentando recordar el número de los bomberos.

- Vaya, la verdad que es algo mucho más aburrido de lo que he hecho yo.- soltó una carcajada.

- Ah, ¿sí?. Sorpréndeme, idiota.- entorné los ojos.

- Pues... desde que te fuiste , he pensado en ti.- su tono de voz era más bajo de lo normal.- Me has dejado completamente loco. Joder, no puedo dejar de pensar en otra cosa, rubia. Acabamos de empezar nuestra relación para que me dejes solito. Vas a tener que recompensarme con algo cuando nos veamos.

Mis mejillas comenzaron a tornarse de rojo. Y bien, que había comprado algo.

- ¡Ya te tiene una sorpresa!.- Lena gritó lo bastante fuerte para que él lo pudiera escuchar.

- Vaya, rubia me has impresionado. Pensaba que te tendría que rogar para que me dieras algo y... me vas a traer una sorpresa. Estoy impaciente.

- N- no hay ningún regalo. ¡No es nada! Así que, quítate tus pensamientos pervertidos de la cabeza.

- Eso ya lo veremos.

Cambios de vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora