Capítulo 2.-Nueva vida

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-Sarah.- sonó un poco angustiado- Necesito que vengas a casa, tu madre y yo tenemos que hablar contigo sobre algo importante que ha sucedido.

Oh oh, no suena nada bueno.

¿¿No habremos dejado la habitación hecha un desastre como el otro día, no??

-¿Estáis bien? ¿He hecho algo malo?- intenté sonar lo más calmada pero los nervios ya estaban apoderándose de mi cuerpo.

-No, tranquila, pero debes venir.

- Vale, en 15 minutos estaré allí- colgué y suspiré.

Piensa en positivo, ya no estaremos en este sitio más.

Oh, muchas gracias conciencia.

Me dirigí al interior del local para buscar a Lena y decirle que tenía que marcharme.

Lo comprendió y me hizo prometer que tenía que llamarle más tarde para saber lo ocurrido.

Así que, esperé a un taxi en la puerta.

Cuando llegué a casa, noté a mis padres tensos. Estaban sentados en el sofá con una carta en la mano.

-Oh Sarah, ven cielo.- dijo mi madre dando unos pequeños golpecitos en el sofá para que me sentará.

Soy la viva imagen de mi madre, siempre piensan que somos hermanas. Tengo su pelo rubio ondulado, sus ojos azul cielo y pecas en las mejillas. Lo único que heredé de mi padre es la boca pequeña y la nariz respingona.

Me contaron que esta mañana llegó una carta desde el oficio de papá. Su jefe le había mandado a trabajar afuera de Inglaterra.

 Teníamos que mudarnos.

Me sentó como un jarro de agua fría. Me quedé helada. 

- ¿Cómo?... no comprendo nada- empecé a notar escozor en mis ojos y eso indicaba que pronto comenzaría a llorar.

- Cielo,  tu padre puede ganar más dinero y realmente lo necesitamos. También tenemos que pagar lo del funeral. - me agarró delicadamente del brazo. -Sé que es duro, porque tienes aquí a Lena y Corbyn, ¡pero allí harás nuevos amigos!. Además sólo sería por un año.

Se me hizo un nudo en la garganta. No podía creerme que me iba a marchar de este pueblo donde tengo miles de recuerdos.

- Pero y- yo- había pensando en buscar un trabajo así podremos aumentar nuestro sueldo y conseguiríamos llegar a fin de mes. Además no sabemos hablar en francés.

- Sarah, ya lo hemos decidido. - zanjó mi padre.

-Del francés no te preocupes, la vecina del 5° nos ha ofrecido unas clases intensivas. 

Todo esto me hizo sentirme mareada, necesitaba un poco de aire para asimilarlo. Así que, me dirigí al patio trasero y me senté en las escaleras. Todavía se vislumbraban algunos tenues rayos de luz, aunque quedaba poco para que terminara el verano y volviera los infernales días de lluvia.

Pensé en llamar a Lena pero tampoco quería molestarla, seguro que seguiría en la fiesta. Por lo que opté en llamar a mi queridísima tía Marine. Ella siempre tiene un momento para escucharme.

Después del 2 tono, lo cogió .

- ¡¡Sarita!! Cariño , ¿ cómo estás ? ya hacía tiempo que no me llamabas. Como se nota que ya me estoy haciendo vieja y no me necesitas.- pude escuchar un snif .

-Hola tita, Es que estoy muy ocupada, ya sabes, con esto del psicólogo y los estudios no tengo nada de tiempo. Lo siento.

- No te preocupes mi vida, y, ¿bien? , ¿ qué necesitas ahora? Por lo que me he enterado os marcháis a Francia, debes estar muy contenta.

Vale, no sé cómo se las apaña pero siempre sabe que tengo algún problema.

-Pues... por eso mismo iba a hablarte. Aquí tengo prácticamente todo. No quiero hacer una nueva vida. -

-Lo entiendo, pero, te va a venir muy bien para cambiar de ambiente. Las dos sabemos que no estás bien desde la muerte de la abuela. ¿Sigues teniendo las pesadillas? .

-... Sí... es decir... no muchas pero sigo teniéndolas, son siempre sobre el mismo recuerdo. Se repite constantemente. Esta noche no he dormido nada.

-Mi niña...es por eso que debes irte. Vas a estar más despejada, créeme.

Después de hablar un rato con mi tía, pude verlo con otra perspectiva. Así que ,me encontré a mí misma charlando con mis padres tranquilamente de como sería nuestra nueva casa , mi nuevo Instituto y todo lo que conllevaría la mudanza.

En resumen, me dijeron que iría a un colegio prestigioso del centro de París dónde estudiaba el hijo del jefe de mi padre.

Yendo a clases, se lo conté a Lena, creo que más que sentir pena porque me marchara, estaba entusiasmada.

La única amiga que tienes y es rarita. Enhorabuena.

- NO ME LO CREO. ¿¿SARITA EN  PARÍS?? -gritó como una posesa.- la gente que pasaba por la calle nos miraba raro.

-Sí, ya te lo he repetido 3 veces.

-PERO ES QUE ME HE QUEDADO FLIPANDO. Es decir, ¡por fin vas a salir de este maldito pueblo de una vez!  Y además a París, la ciudad del amor, oh là là- me guiñó un ojo y se río.

-Muy graciosa, te crees que voy a encontrar allí a un Dios griego, ¿no?

-Sarah cariño, déjame decirte que en Francia,¡ están buenísimos! aprovecha bien la oportunidad. ¡Te voy a regalar muchos condones! , no queremos que cuando vuelvas traigas un bebé, aunque pensándolo mejor no sonaría mal Tita Lena- me miraba con aire gracioso.

- Claro, claro  si quieres hasta traigo 12 niños. Venga ya, ¿tú me has visto? No creo que se fijen en mi.

- ¿Por qué piensas que no se van a fijar en ti?. Das alegría con esa autoestima. - ironizó Lena.- Que no hayas estado con nadie nunca no significa que no valgas. Los del pueblo son un asco.

- En eso concuerdo. - eché una carcajada.- Los del pueblo están cada vez peor.

Y así fue como con el apoyo de cada uno de mis seres queridos, acepté este viaje que cambiará drásticamente mi vida.

Cambios de vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora