章节 十九

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Xiao Zhan sólo quería pasar su día de descanso en completa paz, descansar acurrucado si era posible todo el día con Yibo y dormir

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Xiao Zhan sólo quería pasar su día de descanso en completa paz, descansar acurrucado si era posible todo el día con Yibo y dormir. Pero parecía que la vida le tenía preparado otra cosa.

Cuándo despertó, casi enseguida de hacerlo, un severo olor a algo quemándose lo hizo levantarse alarmado de la cómodidad de su cama, para que una vez que saliera de su habitación el aroma fuera más fuerte para él. Fue con apuro a la cocina, encontrándose con una olla puesta a fuego alto, con algo parecido a caldo escurriendose de ella por ya haber estado hirviendo desde quién-sabe-que-hora.

Abrió la boca, recorriendo con la mirada todo el lugar, sin encontrar rastros de Lao Wang. Hizo un quejido desesperado por no saber que hacer primero, porque la olla quemándose no era lo único inusual ahí, sino que el horno estaba sonando y parecía estar sacando humo.

En ese entonces, cuándo estuvo ansioso, la puerta princial se abrió con ímpetu, dejando ver al castaño. Éste también se notaba alarmado aparentemente por lo mismo que él.

Reaccionó finalmente en cuanto Wang Yibo lo hizo de igual manera, apagando con rápidez el horno, el cuál parecía que en cualquier momento estallaría por lo caliente de más que estaba. —¡Yibo! ¿Qué intentabas hacer?

Apagando la llama de la estufa, y ganando que sus manos se quemaran por el vapor de la sustancia en el traste, respondió. —Quería hacer galletas y desayuno para tí.

No pudo evitar sonreir ligeramente, pero aún así su preocupación seguía presente. —Oh, Yibo...— Pausó, dando una pequeña palmada a la barra. —¡Entonces vamos a comerlos!

—¿Qué?— Cuestionó, viendo la pinta de las cosas llamadas galletas que había hecho, al igual que la sopa que ya estaba siendo servida por el pelinegro. Lo detuvo, ganándose un mohín. —Todo es un desastre, no lo hagas.

Xiao Zhan dió una exclamación, siguiendo con su anterior tarea, ignorando completamente los refutos del contrario. —Tú las hiciste, tengo que probarlas. Además, no deben estar tan mal.

. . .

De hecho, Wang Yibo se convirtió de repente en un completo hombre de profecía.

Al momento en que Xiao Zhan le dió el primer gran sorbo a la sopa preparada por el médico, se quedó congelado. Sus papilas gustativas parecían querer explotar por lo salado y quemado que estaba.

No mentiría, sabia asqueroso, pero al ver la expresión emocionada de Yibo lo hizo sonreír, o intentarlo. Estaba seguro que lo que se había formado en su cara había parecido más una mueca de sufrimiento que una sonrísa.

Asintió varias veces con lentitud, tomando cada vez más rápido la sustancia en el cuenco para que se terminara rápido. —E-Está delicioso.-

—¿De verdad? ¡Déjame probar!— Exclamó por lo alto, tomando su propia cuchara para llevarla a su boca. Pudo notar que Xiao Zhan ponía un rostro escándalizado, haciendo un intento por detenerlo, más él ya había ingerido antes de que el otro pudiera hacerlo. Ahí, finalmente conoció el sufrimiento. —Esto es un asco.

Hello, Little Happiness.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora