¿Mejores amigos?

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Lo perdí. Me perdí.
No, esta vez no hablo de Ángel.
Hablo de mi mejor amigo, el chico que era como mi hermano. A él también lo perdí.

Esto si que me duele.

Lo conocí a los 6 años, en mi iglesia. Eramos unos niños, al principio no hablabamos, después conforme crecimos empezamos hablar.
A los 12 años era oficialmente mi mejor amigo, era el chico que más quería en el mundo.
Luego se enamoró de mí. Recuerdo que ese día lloré tanto por él, me sentía tan mal por ser yo, precisamente yo la que lo hiciera sufrir. Pero es que yo no sentía lo mismo. Al menos no en ese tiempo.

Porque ya había llegado Ángel.
Y a pesar de todo, Orlando me ayudo muchísimo a "conquistar" a Ángel, porque sabía que era lo que me haría feliz.
Cuando termine con él, Orlando prácticamente era mi refugio, gracias a él no caí deprimida de inmediato, obviamente nunca se imaginó que él también influiría en eso mucho después, él siempre estaba conmigo, sabía justo el momento en el que estaba a punto de llorar, me abrazaba y me decía: -"No llores, yo siempre voy estar contigo, para toda la vida".
Y yo solo me dezplomaba en él.
Aún espero el "para toda la vida".

Era tan tierno, podía perderme en sus ojos y necesitaba tanto ver esa sonrisa cada vez que sentía que la vida era injusta, su sonrisa alivianaba todo.

Y yo, siendo tan ansiosa, tan desesperada, con un carácter tan duro, tan firme, tan decidido. Tampoco miento al decir que él era el único que hacía que me olvidara de todo eso. Con él podía ser dulce, algo que no es muy común en mí.
Con él no había caparazones, no había muros ni barreras, podía ser yo misma.
Él sacaba lo mejor de mí.
Estaba tan acostumbrada a él, platicabamos de todo, me entendía, no me juzgaba y aunque tuviera razones para hacerlo, nunca lo hizo.

No se bien quien se alejó primero. Ni se bien la razón. Solo pasó.
Lo perdí. Perdí a mi mejor amigo, a mi otra mitad, mi complemento, al chico que más me ha querido hasta ahora, al que más he querido, él que sin importar nada, estaba ahí, siempre, el único con el que podía reírme de una tontería sin creerme demasiado ridícula por eso. Me perdí.

Y luego sin él, estaba lista para hundirme por completo.

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