Vivir en un pueblito de pocas personas es como vivir con una gran familia. La gente de la ciudad nos llama raros, por nuestras costumbres, pero nosotros estamos bien con estas. Si nosotros no estuviéramos aquí, ¿quién cuidaría de las puertas del jardín? La gente de allá no sabe lo importante que es. Es por eso que me preocupa seguir apareciendo en ese lugar, no quiero que piensen que soy como los de fuera, yo respeto las reglas de nuestra comunidad.
—¿En qué piensas? —me pregunta Salvador mientras estamos sentados en el pasto viendo la laguna—. Te ves preocupada —opina.
—Si se me acusara de algo que no hice a propósito, ¿me defenderías?
—Por supuesto. —Toca mi mano—. ¿Pero por qué dices eso?
—Nada, es solo que tengo miedo —expreso en tono bajo—. ¿Hay algo aterrador en el jardín prohibido?
—De eso no se habla. —Me corta directo el tema—. Solo podemos mencionarlo una vez y ya se nos agotó en el seminario de iniciación.
Trago saliva.
—Sí, lo sé, pero...
—Sh. —Pone un dedo en mi boca—. Sé que la inocencia es curiosa, pero si se enteran que lo nombraste estarás en problemas, no hagas que me preocupe por ti.
—Salvador. —Bajo su mano—. ¿Crees que esté bien el nombre que me puso el líder? Ojalá fuera otro, los demás se burlan de eso.
Se ríe.
—No hagas caso a ninguna burla, a mí me encanta, además la palabra del líder el ley, deberán morderse la lengua si alguien los acusa.
—¿Me cambiarán el nombre otra vez cuando nos casemos? —digo sintiendo mis mejillas arder.
—No sé —expresa acercándose a mi boca—. Pero yo estoy extasiado con ese nombre.
—Salvador, eso es atrevido, si alguien nos ve, nos van a repren... —Siento sus labios sobre los míos, así que me calla—. ¡Auch! —chillo cuando unas frutas caen sobre nuestras cabezas—. ¡Rebel! —grito al darme cuenta.
—Ay, se me cayó, lo siento —se burla el morocho mientras mi prometido lo mira mal.
—Un insurrecto como tú ni tiene derecho a hablarme —contesta Salvador, ofendido.
—Regla de diez minutos —contraataca—. Y son dos personas, así que puedo veinte.
Me cubro la boca al recordar que ya ocupó mis diez minutos cuando nos vimos en la mañana.
Muérdete la lengua, Inocencia, eres una buena amiga. Incluso aunque me dolió el golpe con una de esas manzanas.
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Pétalos de rosas
Cerita PendekUn jardín lleno de rosas de todos los colores, rosas que guardan secretos.