Pétalos de rosas

22: La conversión del jardín

Continúo con mis sollozos, ignorando lo que le dije al líder. Él se agacha hasta mí y el cuerpo se Salvador, logrando separarnos.

—Inocencia, esto es muy serio, presta atención.

—¡Mi prometido está muerto! —Lágrimas mojan todavía más mis ojos mientras mi garganta duele—. ¡Y mi mejor amigo va a morir por los tiradores! —expreso mirando a quienes se encargan de los rebeldes—. ¡¿Qué es más importante?!

—Son daños colaterales, Inocencia, presta atención ¿Cómo entraste al jardín? Respóndeme ahora —exige dominante.

Me resfriego los ojos y me dispongo a contestar:

—Solo aparecí, créame.

—¡Ah! —Se sorprende y hasta sonríe—. Tienes que ir entonces, todavía no está perdido.

—¿Eh? No entiendo.

—Inocencia, tienes que ir y abrir el baúl.

—Pero ya lo abrí. —Gimoteo—. Y se llenó todo de agua. —Continúo con mis sollozos y me refriego los ojos otra vez.

—Sí, pero él no lo sabe.

—¿Quién?

—Monster, Monster no sabe que abriste el baúl.

—Si hablamos del mismo, sí sabe, estaba bajo el agua.

—No, confía en mí, solo se trata del jardín.

—¡Explíqueme! —exijo y vuelvo a limpiarme las lágrimas—. ¡Sino no haré nada!

—El pueblo se está convirtiendo en el jardín, por eso Monster se pudo trasladar aquí, pero como tú no entraste por propia voluntad, Monster puede hacer lo que quiera y para detenerlo, debes ir allá y pedirle al jardín que pare, solo te escuchará a ti, porque solo te llevó a ti.

—¿Por qué?

—Simple, eres lo contrario a un monstruo.