Me sorprendí al abrir mis ojos, pues Damiano dormía como un bebé, le di unos híncones para ver si estaba despierto pero estaba totalmente dormido, me levanté a la cocina y tomé un vaso con agua, regresé a la habitación y lancé el contenido del vaso sobre la cara de Damiano, este se despertó.
–¿Qué haces?
–Que mal cuidador eres, te duermes en lo que yo podría estar escapando.
–Hubiese preferido que te escaparas a que me despertaras así.
–Duérmete, apoyo tu idea, adiós.
–Ve a bañarte. –Dijo Damiano.
–¿Disculpa?
–Quiero...hablar algo contigo.
–¿Hablar? Mejor me voy a bañar. –Caminé hasta el baño.
Tome una ducha rápida con agua fría, siempre me había gustado bañarme con agua fría, que les dire. Cuando salí del baño me cambie con un vestido blanco, es demasiado adorable para mi gusto, pero está bien.
–Te ves hermosa. Dijo Damiano al verme.
–Algo quieres. –Damiano sonrió.
–Ven. –Me tomó de la mano y nos sentamos en el comedor. Desayunamos y comenzamos a charlar.
–Has estado muy callado, qué pasa.
–Tienes razón. –Dijo.
–Siempre la tengo pero a ¿qué te refieres?
–Todo lo que dijiste ayer, es cierto...No me gusta la vida que tengo y...a veces quisiera hacer cosas arriesgadas y vivir.
–¿Es enserio? Wow, pensé que tu orgullo no te iba a permitir admitir esto.
–No te burles.
–No me burlo...Damiano...¿Quieres vivir un día de adrenalina, pasión y locura? Que no te importe lo que digan o las reglas, hacer lo que te plazca sin importar nada.
–No puedo hacer eso, mi madre...
–¡Al cuerno, Damiano! Hagamos un trato...
–Esto ya no me gusta. –Se levantó.
–Tú pasas un día conmigo a mí manera y yo pasaré un día contigo a la tuya. –Dije.
–¿Hablas de...
–Mira, hoy hacemos todo lo que yo digo, va a ser el mejor día de tu vida y mañana hago todo lo que tú digas...Wow ¿Yo dije eso?
–¿Es enserio?
–¡Pero sólo por un día! Al final nos damos cuenta de que vida es mejor.
–Acepto. –Respondió.
–No te hagas el que quiere que yo haga lo que tú dices, todo lo contrario quieres vivir este día a mi modo.
–¡Deja de decir tonterías! ¿Qué haremos hoy?
–Bueno. –Caminé alrededor de él contemplándolo. –Primero te me quitas esas fachas de niño bueno, iremos a una tienda y te compraremos algo que si sea de gente normal. –Dije.
–¿Bromeas?
–Ah ah...vamos.
Salimos del edificio y llegamos la parqueo, Damiano se dirigió a la limo.
–Ni se te ocurra. Nos vamos aquí. –subí al descapotable.
Damiano rodó los ojos y se acercó.
–Dame las llaves.
–¿Qué? –Dijo.
–Que me des las p#/%$ llaves, sordo.
–No confío en tí.
–Bien, volveré al apartamento. –Me di la vuelta.
–¡Espera!
Lo sabía, Damiano deseaba este día como ningún otro, moría por correr riesgos.
–¿Dime? –Me volteé.
Damiano me lanzó las llaves y las atrapé en el aire.
–Mucho mejor. –Subí al auto igual que Damiano y conduje hasta llegar a una tienda. Damiano se probó varios atuendos hasta que llegó el indicado.
–Parezco un callejero.
–Uno muy sexy. –Dijo la empleada.
–Sexy te dejaré la cara de la arrastrada que te daré si...
–Oye oye calma. –Dijo Damiano.
–Sólo di mi opinión. –Contesto está.
–¿Quieres que te diga dónde puedes meterte tu opinión?
–Me respetas niña. –Dijo.
–Que te respete las bragas sucias que traes puestas.
–No no no. Tenga. –Damiano le dio una tarjeta de crédito. –Págese, rápido por favor.
–Lo que me pidas, hermoso.
–Ahora si. –Me lancé sobre el mostrador
–¡¡Que haces!! –Dijo Damiano.
–¡¡Seguridad!! –Gritó.
Me lancé sobre ella y comencé a golpearla en el suelo. Damiano me apartó.
–¡¡Que te pasa!!
–¡No te metas Damiano! ¡Déjame desbaratarle la boca a esta maldita pe..
–¡¡Cálmate!! –Decía Damiano.
–Debo pedir que se retiren. –Dijo el de seguridad y le devolvio la tarjeta.
–Corriendo. –Dijo Damiano mientras me tomó de la cintura.
–¡Suéltame! ¡Suéltame que la voy a matar!
–Tú no matas a nadie.
Me empujó hasta el auto y arrancó.
–¡Eres un idiota! ¿Por qué no me dejaste arrancarle la cabeza?
–¡Cálmate o te juro que te encinto la boca!
Crucé mis brazos y rodeé mis ojos molesta.
–Dame tu teléfono. –Dije.
–¿Para qué? –Preguntó él.
–¡Que me lo des!
–¡No te daré nada si me estás gritando!
–No conozco Roma, dámelo para saber la dirección de donde quiero ir.
Damiano me dio el teléfono, entré al navegador y busqué a dirección, la encontré.
–Boulevard Prince, doblas a la izquierda y vas derecho hasta la salida.
–¿Qué hay ahí? –Preguntó.
–Si te digo te dará miedo. –Reí.
–¿Alguna cueva con osos?
–Miras muchas películas. –Contesté.
Llegamos al lugar, caminamos unos metros y nos topamos con un acantilado de saltos.
–Debes estar bromeando. –Dijo asombrado.
–Desearas, Vamos.
–¿Ya habías hecho esto? –Preguntó.
–Montones de veces. –Entramos al centro. –Queremos saltar.
–¿Qué edad tienen? –Dijo el empleado.
Saqué mi billetera y mostré la licencia que tenía en Las Vegas para saltar.
–Yo tengo 19. –Damiano mostró su identificación.
–Por aquí. –El empleado nos guió a un cuarto donde nos cambiamos de ropa.
–Me encanta como te queda este traje, se te socan partes interesantes. –Dije.
–Lo mismo digo. –Respondió Damiano.
Lancé una carcajada y le mostré mi hermoso dedo.
Un elevador nos ascendió hasta el lugar del lanzamiento.
–Marlena no estoy seguro de esto.
–Nunca estás seguro de nada. Esto te ayudará a liberar tensión –Dije.
–Eres una sicópata.
–Debes buscar apodos nuevos. –Dije.
–Tú ya que tienes licencia sabes las normas pero igual las repetiré. Tú chico ¿No padeces de ninguna enfermedad cardíaca? –Dijo el instructor.
–No, señor. –Contesto Damiano.
–Además del miedo a la mamá ninguna. –Dije y todos rieron, Damiano me miró fulminante.
–Bien. Nada holgado ni llevar cosas, todo se cae cuando te lanzas, nada de cámaras ni artículos, ni hacer locuritas en el aire. –Continuó el instructor.
–¿No se puede tener sexo en el aire? –Dije.
–Dime que no dijiste eso. –Dijo Damiano.
–Nunca nadie lo ha intentado. –Rio el instructor.
–¿Nos podemos lanzar al mismo tiempo? –Pregunté.
–Sólo si los unimos porque si se lanzan separados podrían golpearse y chocar. –dijo el instructor.
–Sí, amárrenos. –Dije.
–¿Qué? –Preguntó Damiano.
–¿O quieres lanzarte solo?
–Si, amárrenos.
Los del servicio nos acomodaron todo, nos colocaron los arneses y todo el equipo de seguridad.
–¿Los amarro de espalda o de frente?
–De frente. –Respondió Damiano.
Nos unieron con más seguridad y nos colocaron frente al precipicio.
–Nos avisan cuando estén listos.
–¡¡Ya!! –Dije.
–¡¡No!! –Gritó Damiano.
Me lancé sin pensarlo dos veces y por consiguiente Damiano también, íbamos cayendo. Ambos gritábamos, yo ya lo había hecho muchas veces pero siempre era inevitable las sensaciones de adrenalida, uní mis labios con los de Damiano, él reaccionó y comenzó el beso más insólito que había tenido, en bungee jumping. Al fin llegamos hasta donde daba la cuerda y nos separamos.
–No puedo creer que esté haciendo esto. –Dijo él.
Luego de unos segundos nos halaron hacia arriba.
–Odio esta parte. –Confesé.
–Te imaginas que se rompa el arnés justo en este momento.
–No trates de infundirme miedo porque no funciona. –Dije.
–Tú no tienes sentimientos. –Rio.
–Que bueno que lo reconozcas.
Una vez que nos subieron nos sentaron, nos dieron agua y revisaron nuestros signos vitales.
–¡¡No tengo nada!! –Me levanté.
Bajamos por el elevador y regresamos al vestidor, Damiano iba un poco mareado. Una vez dentro del vestidor nos quitamos toda la ropa, nos introducimos en una ducha y no pudimos evitar estar de tal forma sin devorarnos. Damiano me tomó de la cintura y me presionó contra la pared devorándome los labios, yo le respondía con la misma pasión. Sus manos acariciaban mis piernas mientras yo deslizaba mis manos por sue espalda húmeda, bajó sus labios por mi cuello y le dio mordiscos suaves.
–Quiero intentar algo. –Susurró Damiano.
–Hazme lo que quieras. –Dije fundida de deseo.
Damiano me bajó de sus brazos, levantó una de mis piernas aun besándome e introdució sus dedos en mi parte íntima, esto generó que liberará un gemido de placer.
–¿Alguna otra idea? –Dije.
Damiano introdució otro dedo lo que aumentaba el placer dentro de mí, no podía evitar gemir cada vez más fuerte lo que producía más deseo en Damiano por lo acelerado que eran sus movimientos.
–¿Más ideas? –Dijo.
–Sí. –Susurré.
Damiano se deslizó por mi cuerpo y colocó su cara entre mis piernas y lamía con rapidez.
–Ya, ven.
Lo levanté y lo abracé con fuerza, cerré mis ojos. No podía creer que me estuviera pasando esto.
–No pueden hacer eso aquí... –Dijo alguien de la nada.
ESTÁS LEYENDO
NIÑA MAL [Damiano David]
FanficLas fiestas, la ropa, los chicos, la fama, el dinero, la posición social y todos los demás placeres de los que puedo gozar. Mi nombre es Marlena Pagani y a mis cortos 17 años he vivido muchas cosas, nada malas por suerte. Padres millonarios y vivien...