–¡Joder! ¿Me pusiste un rastreador dentro del trasero?
–¡Pero que mal hablada eres! Chicos, entren y tómenlas por la fuerza. –Ordenó Damiano.
–¿Qué? –Dijo Tessa.
Tessa en bata y yo en ropa interior, entraron varios hombres vestidos de negro y nos tomaron por la fuerza, nos subieron en sus hombros, tratamos de escapar pero era imposible.
Bajamos por el elevador hasta llegar a la recepción.
–¡Seguridad! –Grité.
–Ni lo intentes, ya saben lo que hicieron y no las ayudarán. –Me contestó Damiano.
–¡Eres un idiota! –Le grite mientras iba sobre los hombros de un tipo.
Damiano caminaba tras de él y mi rostro quedaba frente al suyo.
–A pesar de haberte encontrado, me has impresionado esta noche.
–Impresiónate con esto. –Le mostré mi hermoso dedo.
–Hermoso. –Le dio un beso.
Subimos a una limusina color negro, llevábamos mucha seguridad, me halagaba un poco.
–¿Cómo nos encontraste? –Bufé.
–Tú, tú me impresionaste... de hecho no hiciste nada mal, todo estuvo tan bien planeado. Subirte a un auto ajeno, robártelo y deshacerte de el en un lugar lejos, cambiarte el look e irte a un hotel pagando con una cuenta anónima. Pero lo que si me sorprendió –Río– ¿Hacerse pasar por lesbianas? Eso superó todas mis expectativas.
–Idiota. –Rodeé mis ojos.
–De hecho, si hubieras estado tú sola te hubieras salido con la tuya.
–¿A qué te refieres? –Señaló a Tessa.– ¿Qué con Tessa?
–Agradécele a ella. –La miré.
–¿Yo qué? –Dijo Tessa.
–Muéstrame tu teléfono. –Le ordenó Damiano. Tessa sacó su teléfono.
–¡¿Tessa andabas tu teléfono?! –Le grité.
–Sí ¿Por qué? –Contestó ella con toda la tranquilidad del mundo.
–Las rastreamos por medio de el celular de ella. Tú fuiste lista y te deshiciste de el por completo.
–Tessa ¿Por qué lo trajiste?
–Nunca pensé que nos rastrearían por ahí.
–La verdad tengo que agradecerte. –Le dijo a Tessa.
–¿A dónde vamos? –Pregunté.
–Al aeropuerto. –Contestó Damiano.
–¿Cómo que al aeropuerto? ¡No traemos maletas! –Dije exaltada.
–No se preocupen, allá se usa la ropa del internado. Y su castigo por lo que hicieron será ir así al aeropuerto.
–¡Nos congelaremos en Londres vestidas así! –Dijo Tessa.
–Cuando lleguemos se visten, ahora cállense y quédense quietas. Y ¡tú no intentes nada! –Me amenazó.
–Tessa, debemos hacer algo. –Le dije en el oído.
–iMarlena! ¡Apártate de Tessa! –Nos dijo Damiano señalándonos.
–Señor, Damiano. –Dijo el conductor.
–¿Qué pasa?
–Ya casi llegamos a la estación donde está Miller. –Dijo el conductor.
–Sólo haz lo que te diga y corres rápido cuando te diga. –Le susurré en el oído aprovechando que Damiano estaba distraído.
–¿Qué tienes en mente? –Me pregunto Tessa.
–Un plan express. Actúa normal y molesta. –Le conteste.
–Pero la limosina está llena. –Contestó Damiano al conductor.
–Pues debe de bajar a alguien. –Le respondió este.
–No puedo bajar a alguien y dejarlo tirado en la calle, además todos viajaremos.
–Piense en algo rápido por favor. –Le pidió el conductor.
–Ok... Marlena ¡Que te dije! –Gritó al darse cuenta de que estaba hablando con Tessa.
–Sólo estamos hablando, paranóico. –Le dije.
–Ya llegamos. –Dijo el conductor.
Un tipo abrió la puerta de la limusina.
–Marlena ven acá. –Me dijo Damiano.
–¿Dónde?
–Tendrás que sentarte en mis piernas.
–¿Cómo por qué o qué?
–Lo haces y ya.
–Tú me pides explicaciones a mí pero si yo las pido no me las das. –Le reclame.
–Necesitamos meter a una persona más y ya no hay espacio a menos que una sea cargada.
–¡O que una persona salga! ¡Me ofrezco! –Dije mientras me levanté.
–Olvídalo, ven acá. –Me dijo él.
–¡No! –Me negué.
–Entonces cargaré a Tessa. Ven, Tessa.
–¡No! –Grite y todos me quedaron viendo.– Me refiero a que... no le daré ese trago amargo a mi amiga.
–Como digas, ven.
–Ven tú. –Lo rete.
–Que loca eres. –Se levantó y se sentó donde yo estaba y me senté sobre sus piernas, la otra persona entró. Íbamos en camino al aerpuerto.
Yo estaba dándole la espalda a Damiano y se me ocurrió una idea malévola para vengarme de él. Me volteé, él me miró curioso, pero como supuse no evitó mirar mi cuerpo ya que estaba en ropa interior.
–¿Qué miras? –Le dije.
–Nada. –Volteó la mirada.
Desabroche mi sostén y lo lancé lejos, Damiano abrió sus ojos como platos.
–¡¿Qué haces?! –Preguntó.
–Me quito la ropa. –Me encogí de hombros.
Todos los tipos dentro me miraban, pero yo me tapaba con mis brazos.
–Eres una loca ¡Te están viendo! –Respondió.
–Dame tu camisa. –Le exigí.
–¡¡¿Que?!!
–iMarlena! ¿Por qué te desnudas? –Me pregunto Tessa.
–Si no quieres que esté desnuda, dame tu camisa. –Le volví a decir a Damiano.
–Pero no traigo otra debajo. –Contesto el mientras yo sonreí.
–Se me están cansando los brazos. –Bajé uno.
–¡Está bien! ¡Sólo tápate! –Se quitó la camisa rápidamente, me la dio y me la puse.
Logré mi cometido, verlo sin camisa. Miraba su torso perfecto, tenía unos abdominales matadores y definidos, sus hombros eran fascinantes y sus brazos descubiertos me hicieron morderme el labio inferior.
–Si no te conociera... –Dijo Tessa.
–Nunca me cansaré de decirlo, eres una loca.
Cuando lleguemos al aeropuerto compraremos ropa, no subiré al avión sin camisa. –Dijo Damiano.
–¡Ah! Tú no puedes subir al avión sin camisa pero a Tessa y a mí nos iba a hacer subir casi desnudas. –Le reclame.
–Sé lo que intentas, por más que trates de desesperarme y que te vaya a dejar a tu casa enojado contigo no lo lograrás. Sé que serás dificil, pero no hay nadie a quien no pueda domar.
–Cuidado donde apuntas el látigo, no vaya a ser que te des a ti mismo. –Le susurré cerca de los labios. Se me ocurrió otra idea malévola.
–No te acerques tanto, tienes aliento matutino. –Respondió Damiano.
–No me hagas lanzar la camisa por la ventana.
–No eres cap..mejor ni lo digo.
Arremangué un poco la camisa dejando mostrar mis piernas, Damiano las miró anonado, me acerqué a su rostro y quedamos a centímetros de distancia, sentí como su "amigo" se ponía feliz, era justo lo que estaba tratando de lograr, no había hombre que no le causara eso y Damiano no era la excepción.
–¿Qué haces? –Dijo nervioso.
–¿De qué hablas? –Dije como si no tuviera sentido lo que había dicho.
–¡Levántate! –Me empujo.–Tessa cárgala.
–Tessa es muy delicada, no puede cargarme ¿Verdad?
–No, no puedo. –Contestó Tessa.
–¡Lo siento! Pero yo ya no te puedo cargar. –Se arrecostó en sus piernas.
–Damiano ¿Qué te pasa? –Yo moría de risa por dentro.–¡No iré de pie todo el camino!
–¡M@#/%$! Siéntate en mis piernas ¡Pero estate quieta! –Me senté.
–Uy, Damiano y dices que yo soy la malhablada. –Seguía sintiendo aquello tan alegre.
–¿Falta mucho? –Preguntó Damiano al conductor.
–Ya estamos cerca. –Respondió este.
–Pero que desesperación por llegar. –Me quité la camisa, con una mano me tapaba los pechos y la otra abanicaba con la camisa, aquella zona se volvio aun más alegre.
–¡Ponte la camisa! –Me ordenó.
–Hasta que lo admitas. –Lo rete.
–¿Admitir qué?
–Lo que te está pasando ahorita. –replique.
–¿Lo que me está pasando? No entiendo.
–Se me cansa el brazo...
–¡No sé a qué te refieres!
–Bien, me verán todos los de seguridad y mis padres no estarán contentos por ello.
–¡Es que no sé de que hablas!
–¡A la una...!
–¡No lo hagas! –Dijo desesperado.
–A las... ¡Dos!
–Marlena por favor, enserio no te entiendo.
–¡Y a las...!
–¡Está bien! ¡Está bien! ¡Lo diré!
–Fuerte y claro.
–Eres una sicópata.
–Dos y medio y...
–¡Ya! ¡Lo diré!
Todos los de seguridad lo miraban Tessa y yo también, Damiano tragó saliva, presionó sus labios y empuñó sus ojos.
–Estamos esperando... –Dije.
Damiano suspiró.
–Me tienes excitado. –Susurró.
–¿Qué dijiste? No te escuché. –fingí, Tessa moría de la risa.
–No lo diré de nuevo. –Dijo.
–Tienes razón, tambien me desharé de la ropa interior. –Tomé el elástico de mi bikini.
–¡¡Que me tienes excitado, joderrr!!
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NIÑA MAL [Damiano David]
FanfictionLas fiestas, la ropa, los chicos, la fama, el dinero, la posición social y todos los demás placeres de los que puedo gozar. Mi nombre es Marlena Pagani y a mis cortos 17 años he vivido muchas cosas, nada malas por suerte. Padres millonarios y vivien...